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La Orden de San Elías en Malawi

La Orden de San Elías en Malawi

De la meseta tibetana a los Alpes: llega la Orden de San Elías a Suiza para liderar la «contrarrevolución cultural»

La joven sociedad de vida apostólica fundada en 2015 fija su mirada en un dato incómodo: cientos de pueblos donde Cristo nunca ha sido anunciado. Y está dispuesta a ir allí donde casi nadie quiere llegar

No buscan la comodidad ni el aplauso de la corrección política. Sus destinos son el Polo Norte, la selva del Darién, las remotas tierras de Laos o los confines de Malawi. Allí donde la Iglesia aún no ha llegado, o donde su rastro se ha debilitado, aparece la Orden de San Elías, una sociedad de vida apostólica– que forma parte de Omnes Gentes Project (OGP) donde están incluidos los laicos– y que entiende la evangelización como una fidelidad vivida hasta las últimas consecuencias.

Recientemente, el portal InfoCatólica ha traducido una reveladora entrevista de swiss-cath.ch a Ivano Zannol, impulsor de la asociación en suelo helvético, y al padre José G. Ansaldi, superior general de la orden, en la que desgranan una hoja de ruta pensada para tiempos poco propicios como los actuales.

Los padres Federico Highton y Javier Olivera Ravasi, fundadores de OGP

Los padres Federico Highton y Javier Olivera Ravasi, fundadores de OGPInstagram

La génesis de la orden ya advierte sobre su naturaleza: nació en 2015, en plena meseta tibetana, de la mano de los sacerdotes argentinos Federico Highton y Javier Olivera Ravasi. Bajo el lema «Fiado en mi Dios, asalto la muralla», extraído del Salmo 18, la congregación se inspira en el espíritu del profeta Elías, caracterizado por su ferviente celo, sus incansables predicaciones y su heroica parresía. No es una valentía retórica; es la determinación de quien se adentra en el norte de Sikkim o el Tapón del Darién para fundar comunidades donde el Evangelio es apenas una semilla.

Sin embargo, el apostolado de la Orden de San Elías no se agota en la geografía. Posee un segundo pilar, tan fundamental como la misión ad gentes: la contrarrevolución cultural. Para el Padre Ansaldi, esta lucha busca defender la verdad católica para que «Cristo pueda reinar en la sociedad». Se trata de una confrontación intelectual y espiritual contra lo que definen como los grandes errores de la modernidad: el liberalismo, el marxismo, el nihilismo, el laicismo y la masonería. En un mundo que ha dado la espalda a lo sagrado, la orden propone «una afirmación consciente de nuestra identidad católica» frente a las ideologías que asedian la familia, la educación y la fe.

La fe en la sabana, el hielo y la selva

La recién creada asociación San Elías Suiza nace precisamente para sostener estas misiones y combatir «la rebelión contra Dios y el orden creado por Él», organizando conferencias sobre la doctrina católica o sobre la labor misionera de la Orden, así como eventos sociales en los que recaudan fondos que se destinan al trabajo que llevan a cabo.

Un ejemplo de que no se limita a la teoría se traduce en el proyecto Pax, una iniciativa liderada por el padre Highton para liberar a cristianos esclavizados en las fábricas de ladrillos de Pakistán, atrapados en deudas generacionales y expuestos a la violencia criminal, la coacción sexual y la exclusión social. «A esto se suman los ataques a iglesias, los secuestros y las conversiones forzadas al islam», añade Zannol en la entrevista.

La radicalidad de la propuesta se resume en una frase del padre Highton que el sacerdote rescata: «Debemos dar testimonio de Jesucristo. Aunque eso nos ponga en peligro de ser destrozados». Es esa abnegación la que ha llevado a la orden a expandirse desde su sede en Ecuador hasta rincones donde la fe es perseguida o ignorada. Además, se volverán aún más visibles en abril de 2026 cuando la asociación organice una peregrinación a Roma. El motivo central será la ordenación sacerdotal de dos seminaristas de la Orden, que será conferida por el cardenal Raymond Leo Burke.

Entre la liturgia tradicional y las incomodidades de las misiones más extremas, la orden no oculta su horizonte. Lo explicaron sin rodeos en uno de sus vídeos: «Existen más de 637 pueblos paganos donde nunca fue anunciado Nuestro Señor Jesucristo», y por eso están dispuestos a «predicar en la sabana, el hielo, la selva o las montañas». Para hacerlo posible, piden aliados. No empiezan por el dinero, sino por lo esencial: la oración. Luego, el tiempo y los talentos. Y, solo después, los recursos materiales necesarios para que la misión no se detenga.

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