Fundado en 1910
Pope Leo XIV waves to the crowd during the weekly general audience at St Peter's Square in The Vatican on May 21, 2025. (Photo by Alberto PIZZOLI / AFP)

León XIV saluda a la emocionada multitud que le esperaba en la Plaza de San PedroAFP

Audiencia General

En su primera audiencia, León XIV recuerda que «Dios no espera a que seamos el mejor terreno para plantar su Palabra»

El Santo Padre ha querido marcar el inicio de su catequesis con un gesto de continuidad hacia su predecesor, el Papa Francisco

En la intensidad de estas primeras semanas de pontificado, lo ocurrido este miércoles 21 de mayo queda ya inscrito como una fecha clave: la primera audiencia general de León XIV, justo un mes después del fallecimiento del Papa Francisco. Desde muy temprano, miles de fieles ocuparon la Plaza de San Pedro, buscando los mejores lugares para vivir de cerca el encuentro con el nuevo Pontífice.

Como estaba previsto, León XIV inició la jornada con el ya característico recorrido en papamóvil, saludando y bendiciendo a los peregrinos. Una multitud verdaderamente emocionada. Fieles de todas partes del mundo, especialmente de habla inglesa y española, se congregaron con expectación, aguardando la llegada del nuevo sucesor de Pedro.

León XIV ha querido iniciar su catequesis con un gesto de continuidad hacia su predecesor. Por ello, decidió retomar el ciclo sobre «Jesucristo, nuestra esperanza», que había quedado interrumpido. La última audiencia general de Francisco tuvo lugar el 16 de abril, apenas cinco días antes de su fallecimiento.

En ella, ofreció lo que sería su mensaje final: una reflexión sobre la misericordia de Dios, centrada en la parábola del hijo pródigo. Fue en ese pasaje donde Francisco condensó una vez más el núcleo de su pontificado: «Sea cual sea el lugar en el que nos hayamos perdido, sea cual sea el modo en el que nos hayamos perdido, ¡Dios viene siempre a buscarnos!», proclamó.

La siembra que no se detiene

Hoy, León XIV recogió esa misma esperanza y la expresó a través de otra parábola: la del sembrador y la semilla. Con un tono sereno, casi didáctico, comenzó recordando que «al principio, vemos a Jesús que sale de su casa y se reúne a su alrededor una gran multitud (Mt 13,1). Su palabra fascina y despierta la curiosidad». A partir de esta imagen, el Papa articuló el corazón de su catequesis: la Palabra de Jesús es para todos, pero actúa en cada uno de manera diferente.

La razón de esto, explicó, es sencilla: Dios arroja su Palabra sobre todo tipo de terreno, «en cualquier situación en la que nos encontremos», porque confía en que incluso en la aridez o el descuido, esa semilla puede dar fruto. León XIV retomó así la esperanza evangélica que Francisco había subrayado tantas veces: «A veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores».

Y sin embargo —recordó con suavidad pero con firmeza—, siempre Dios sabe aprovechar cada situación, aguardando pacientemente a que «tarde o temprano la semilla florezca». En palabras del propio Papa: «Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor».

Una aparente ausencia

Fue una catequesis sobria, pero profundamente elocuente. León XIV cerró su reflexión con una imagen artística que ayudó a aterrizar el misterio: el cuadro El sembrador al atardecer de Vincent Van Gogh. En él —describió el Papa— se observa a un campesino sembrando bajo un sol abrasador, mientras el trigo parece ya maduro. Una contradicción visual que encierra, para León XIV, un mensaje teológico: «Tal vez para recordarnos que es Dios quien mueve la historia, aunque a veces nos parezca ausente o lejano».

el sembrador de vincent van gogh

'El sembrador al atardecer' de Vincent Van Gogh

León XIV no ha dudado en dirigirse en inglés y español durante los saludos finales. Mencionó de forma especial a los fieles de España e Hispanoamérica, diciendo: «Pidamos a Dios, sin desanimarnos, que sea Él quien nos transforme en tierra fecunda, que da fruto sin que sepamos cómo».

Así, en esta primera audiencia, el Santo Padre no sólo ha saludado a los fieles del mundo. Ha sembrado una esperanza serena y firme. Una esperanza que, como el sembrador del Evangelio —y como el de Van Gogh—, confía en el fruto, incluso cuando el sol es fuerte y la tierra incierta. Porque la historia, como la semilla, está en manos de Dios.

comentarios
tracking