Gran parte del sistema inmunológico se encuentra en el intestino,
Fortalecer las defensas en invierno: cómo cuidar la energía vital desde dentro
Con la llegada de las estaciones frías, el cuerpo humano no solo demanda abrigo y descanso, sino una atención especial a su equilibrio interno. En su artículo, María Kindelán subraya que el sistema inmunológico no se estimula mediante prisas ni suplementos de moda, sino mediante un cuidado integral que armonice cuerpo y mente. «El sistema inmunológico no se estimula con prisas ni suplementos de moda; se regula desde dentro, cuando el cuerpo y la mente se encuentran en armonía».
La autora invita a visualizar las defensas del organismo como una frontera viva y dinámica que no se limita a rechazar invasores, sino que observa, discierne e interactúa con el entorno. Esta inteligencia corporal se ve influida por múltiples factores, especialmente por la calidad de los estímulos que recibe a través del aparato digestivo, el descanso, el movimiento físico y hasta la vida emocional.
Según Kindelán, gran parte del sistema inmunológico –alrededor del 80 %– se encuentra en el intestino, dentro de la microbiota: un ecosistema de microorganismos que se modifica continuamente por la dieta, las emociones o el estilo de vida. En sus palabras, «reforzar las defensas es, en realidad, una forma de cuidar tu terreno biológico y emocional».
Alimentar la energía, no solo el cuerpo
Una de las claves para mantener un sistema inmune fuerte, sostiene Kindelán, es optar por una alimentación que no solo aporte nutrientes, sino que revitalice y ayude a calmar la inflamación. Recomienda platos templados, cocinados con lentitud, que reconforten el sistema nervioso y protejan el intestino.
Dentro de ese enfoque, destaca el papel de las semillas con Q10. Su mezcla de lino, almendras, nueces y coenzima Q10, entre otros ingredientes, favorece la producción de energía celular y contribuye a combatir el cansancio estacional. Además, aportan minerales como el zinc y el magnesio, directamente vinculados a la función inmune. Kindelán sugiere incorporarlas en preparaciones sencillas como yogures, gachas o cremas de verduras: «son un gesto simple que nutre desde lo profundo».
Proteger las mucosas
Pocas veces se recuerda que las barreras iniciales del sistema inmune no están en el interior, sino en el exterior: piel, ojos, mucosas nasales e intestinales. Cuando estas superficies se resecan o inflaman –por estrés, exceso de azúcares o temperaturas extremas– se debilita su capacidad defensiva.
Para cuidarlas, la autora recomienda una hidratación adaptada a la estación, mediante infusiones tibias y caldos naturales, así como alimentos ricos en vitamina A y betacarotenos, como la calabaza, el boniato o el huevo ecológico. También señala que «el omega 3 vegetal ayuda a reducir la inflamación de las membranas celulares», fortaleciendo así esa muralla natural contra los agentes externos.
Sincronía con el ritmo estacional
Otro aspecto que resalta Kindelán es la necesidad de acompasarse con el ritmo de la naturaleza. El otoño invita a frenar, a descansar más y a encontrar momentos de serenidad. Sin embargo, si se continúa con la actividad propia del verano, el cuerpo entra en un estado de estrés adaptativo que debilita las defensas.
Por ello, sugiere establecer rituales sencillos de descanso: «una cena temprana y ligera, una ducha tibia y unos minutos de respiración consciente antes de dormir». El sueño reparador, sostiene, no solo descansa, sino que «nos reprograma la inmunidad».
Las emociones también cuentan
La ciencia ha dado nombre a la conexión entre mente y sistema inmune: psiconeuroinmunología. Cuando vivimos en un estado emocional de tensión constante, el cuerpo interpreta que existe una amenaza y reduce la actividad inmunológica para priorizar la huida o la supervivencia.
«No se trata de ‘no estresarse’, sino de aprender a gestionar la energía emocional», explica. Propone practicar la «respiración de confianza»: una exhalación larga que simbolice soltar lo innecesario, acompañada de agradecimiento. «El agradecimiento, demostrado científicamente, activa el sistema nervioso parasimpático, ese que le dice al cuerpo: ‘estás a salvo’».
Para Kindelán, la clave está en la constancia. El sistema inmunológico no se fortalece de un día para otro, sino que se entrena a diario con buenos hábitos, un descanso adecuado y pensamientos amables. «No necesitas más suplementos, sino mejor coherencia entre lo que haces, sientes y piensas».