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26 de abril de 2024

La tasa de suicidio juvenil es más alta en aquellos lugares con mayor facilidad de acceso a los tratamientos de cambio de sexo

El perfil más común es el de una mujer adolescente de entre 13 y 17 años.GTRES

Sociedad

Los intentos de suicidio en menores se multiplicaron por 26 en una década

El perfil más común es el de una mujer adolescente de entre 13 y 17 años, de familia migrante, con antecedentes de fuga, que se autolesiona y ha sido víctima de abuso sexual

La Fundación ANAR ha presentado su estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España (2012-2022) y los resultados son sobrecogedores: en la última década, los intentos de suicidio en menores se han multiplicado un 25,9.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2020 en España se produjeron 314 suicidios de menores de edad. Aunque durante la realización del presente estudio, el INE no ha publicado aún los casos referidos a 2021, la Fundación ANAR atendió, solo ese año, a 748 menores de edad que en el momento de la llamada estaban intentando terminar con su vida.
Como explica Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR, «las estadísticas de suicidio de menores de edad serían aún más escalofriantes en España si ANAR no hubiese salvado a esos casi 750 niños, niñas y adolescentes y a los 1.961 más que atendimos desde nuestras Líneas de Ayuda cuando ya estaban planificando su suicidio».
A lo largo de estos diez años, ANAR ha ayudado a 9.637 menores de edad que expresaron conductas suicidas, ya fuera ideación o intento de suicidio. De estos, 3.097 se pusieron en contacto con nosotros cuando ya habían iniciado el intento de suicidio. El 63,8 % de estos casos atendidos se ha concentrado en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia por coronavirus.
El número de casos con conducta suicida ha experimentado un acentuado crecimiento en el periodo 2012-2022 (1.921,3 %), destacando el incremento producido en el periodo postcovid, entre 2020 y 2022 (128 %). La situación de crisis sanitaria producida por la pandemia ha supuesto una ampliación de los riesgos psicosociales (aislamiento, maltrato intrafamiliar, hacinamiento, abuso de las tecnologías, barreras asistenciales a la salud mental, pobreza…) que influyen en las conductas suicidas de niños/as o adolescentes.

Entre 2012 y 2022, los intentos de suicidio se han multiplicado por 25,9

No existe una motivación objetiva para el suicidio, pero sí problemas asociados que el menor de edad no sabe cómo resolver. La violencia contra el menor de edad (60,9 %) y la salud mental (27,4 %) son los problemas más destacados de los asociados a la conducta suicida, con un incremento de la incidencia de estos últimos en el periodo 2019-2022, pasando de alcanzar el 17,9 % en 2019 al 34,5 % en 2022. Este incremento es mayor tras la pandemia y se sigue manteniendo en la actualidad.
Entre todas las violencias, son las más frecuentes el acoso, ciberbullying y otras dificultades en el ámbito escolar (21,4 %), maltrato físico (14,7 %), maltrato psicológico (10,4 %), agresión sexual (7,2 %) y violencia de género (3 %).
En salud mental, se pueden destacar tres grandes problemas asociados a la conducta suicida: autolesiones (13,7 %), problemas psicológicos (8,7 %), entre los que destacan tristeza/depresión, ansiedad y trastornos de la alimentación; y problemas de conducta (4,4 %).

Entre 2019 y 2022, sólo el 44 % de los menores con conducta suicida ha recibido tratamiento psicológico

En el presente estudio se han identificado cinco perfiles de niños y adolescentes que presentaban conducta suicida, siendo el principal el de una mujer adolescente, de entre 13 y 17 años (media de 15), de familia migrante, que cuando se puso en contacto con ANAR ya había iniciado el intento de suicidio y que presenta bajo rendimiento escolar. Sufre problemas de salud mental, principalmente autolesiones, tiene antecedentes de fuga y ha sido víctima de agresión sexual.
Los menores de 12 años exponen como motivación el acoso escolar que sufren, y su rendimiento escolar es alto.
Tener menos de 10 años, padecer alguna discapacidad, provenir de familias migrantes o formar parte del colectivo LGTBIQ aumenta el riesgo de intento o ideación suicida por encontrarse los menores de edad más expuestos a discriminaciones y exclusiones.
Los problemas detectados en más de dos tercios de las consultas por conducta suicida tienen una duración superior al año (68,4%) y se producen con una frecuencia diaria (70,2%). Son casos graves (86,2%) y urgentes (72,6%), porcentajes que han experimentado un crecimiento a lo largo de los años analizados, más marcado en el periodo post-pandemia, con un incremento de la gravedad «alta» del 221% entre 2019 y 2022 y del 305% en el caso de la urgencia «alta».

Teléfono ANAR

En el 70 % de las llamadas recibidas a través del Teléfono/Chat ANAR en los últimos 10 años han intervenido las áreas jurídica, psicológica y social. Solo entre 2019 y 2022, ANAR ha llevado a cabo 6.970 derivaciones tanto sociales como jurídicas: 5.829 en el caso de ideación suicida y 1.141 en intento de suicidio. Así como 939 intervenciones, 854 por ideación suicida –con un incremento del 406 % en 2022 respecto a 2019– y 85 por intento de suicidio –un 63 % más–. Para los profesionales expertos de ANAR resulta fundamental la detección precoz de los casos para actuar con la mayor celeridad posible y minimizar el daño a los menores de edad.
Para Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, «la atención a los menores de edad con conductas suicidas tiene que tener los máximos estándares de calidad, especialización y profesionalidad, como procuramos ofrecer en la Fundación ANAR».
Entre 2019 y 2022 ha aumentado 18 puntos porcentuales la implicación de las tecnologías en los intentos de suicidio (del 33,5 % al 51,5 %). Estas se utilizan como herramienta a través de la que se generan situaciones de malestar y violencia (sextorsión, grooming, ciberacoso…) o como medio para obtener información sobre métodos para llevar a cabo el suicidio, lo cual propicia el efecto Werther (de contagio e imitación). Pero también para disminuir el malestar que generan los pensamientos de intento de suicidio, mediante publicaciones en redes sociales (Instagram y Tik Tok) donde los niños/as y adolescente se sienten escuchados, piden perdón o se despiden.
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