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05 de mayo de 2024

Coche aparcado con un niño dentro

Coche aparcado con un niño dentroFlickr

El error de memoria que causa los terribles olvidos de menores en los coches

Estos errores de memoria se producen con la misma frecuencia entre hombres y mujeres

La semana pasada un niño de tres años murió en el municipio pontevedrés de Porriño tras pasar olvidado varias horas en un vehículo estacionado al sol. Días después, la Policía Local de Sevilla rescató a una bebé de 40 días que había quedado encerrada en el interior del coche aparcado al sol en el barrio de la Macarena de la capital andaluza. Estos son solo dos casos de los muchos que se producen cada verano en España.
Ahora, investigadores de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, se han propuesto entender cómo y por qué es posible este tipo de olvido.
Nathan Rose, catedrático especializado en Cerebro, Comportamiento y Cognición en el Departamento de Psicología de dicha universidad, ha puesto en marcha un experimento para comprender mejor este lapsus en lo que los investigadores denominan memoria prospectiva, o la capacidad de recordar comportamientos críticos pero rutinarios, como apagar el horno al salir de casa por la mañana.
En un estudio publicado recientemente en la revista Journal of Applied Research in Memory and Cognition, Rose y las doctorandas Abigail Doolen y Andrea O'Rear diseñaron un ensayo naturalista para medir si los estudiantes olvidaban sus teléfonos móviles. Parece inverosímil, ya que la mayoría siente un gran apego y, además, explica la autora, esto podría tener graves consecuencias para ellos en casos de olvido.
Al comenzar el proyecto las tres mujeres recogieron los teléfonos móviles de 192 estudiantes de Notre Dame mientras participaban en «un experimento no relacionado». Tras esto, examinaron la frecuencia con la que los estudiantes se olvidaban de coger su teléfono cuando salían del laboratorio al final del experimento, y si importaba si se les daban recordatorios explícitos para coger el teléfono una vez finalizado el experimento.
Para el estudio, también se les dio a los estudiantes rastreadores de actividad para colocar en la parte posterior de sus cinturones. A un grupo se le recordó que pidiera el móvil y devolviera el rastreador al terminar; al otro grupo, no.
Cuando los estudiantes terminaron el experimento, se les informó de lo sucedido y se les guió hasta la salida, mientras los experimentadores fingían que seguían con sus actividades habituales, observando si los participantes se acordaban de coger el móvil o devolver el rastreador y cuándo lo hacían.
Alrededor del 7 por ciento de los estudiantes olvidaron sus móviles sin el recordatorio, frente a casi el 5 por ciento de los que sí lo recibieron. Casi el 18 por ciento de cualquiera de las dos categorías olvidó devolver el rastreador.
Los investigadores descubrieron que el olvido se produce cuando las señales del entorno no logran activar el recuerdo de la intención en el momento adecuado, y la intención se pierde en la confusión, según ha explicado Rose. También descubrieron que los errores de memoria prospectiva pueden ocurrirle a cualquiera.
«Se procesan de forma más automática, por lo que uno puede perderse en sus pensamientos porque su comportamiento viene determinado por el entorno», explica Rose. «No es que olvides qué es lo que se supone que tienes que hacer; simplemente te olvidas de hacerlo en el momento adecuado», ha afirmado.
Los estudiantes se olvidaron de las señales del entorno que les recordaban que debían coger el teléfono o devolver el rastreador, y lo mismo les ocurre a los padres que conducen hacia el trabajo o hacen recados con un bebé en el asiento trasero, según la teoría de los investigadores.
Antes, cuando los bebés iban delante con los padres no era habitual olvidarse a los bebés en el coche. Esto ocurre por la «ausencia de señales visuales y auditivas destacadas de un niño que duerme en el asiento trasero crea un escenario propicio para olvidar que el niño está en el coche», han argumentado los investigadores.
Según Rose, si uno de los padres lleva al niño en el coche pero no suele ser el cuidador que realiza esa actividad, y entra en la rutina y el patrón establecido de conducir al trabajo, puede olvidar que el niño está allí.
Rose ha explicado que los errores de memoria se producen con la misma frecuencia entre hombres y mujeres. «Cuando se habla de bebés olvidados, la gente suele hacer suposiciones sobre quién olvida a sus bebés, quiénes son los cuidadores», ha apuntado Rose. «Y no hay pruebas que apoyen la idea de que los hombres son más propensos a cometer este tipo de errores que las mujeres, o viceversa», ha comentado.
Rose y sus coautores creen que esta investigación puede tener «serias implicaciones» a la hora de exonerar a los padres que por error olvidan sacar a sus hijos de los asientos del coche, lo que provoca su muerte.
«Este estudio debería ayudar a informar al público y al sistema judicial sobre lo que provoca y lo que no provoca que se produzcan estos errores de memoria, incluso los que tienen consecuencias trágicas», han concluido los investigadores.

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