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Donante danés con mutación genética cancerígena: por qué España lo habría evitado

Desde que se descubrió, al menos 10 niños han desarrollado cáncer, incluidos casos de leucemia y linfoma. También se han registrado fallecimientos

Un caso extremo que mezcla ciencia, ética y salud pública ha encendido todas las alertas en Europa. Un donante danés de esperma, portador de una mutación genética cancerígena, concibió 197 niños a lo largo de casi dos décadas. El caso fue descubierto por dos familias que recurrieron a una clínica para concebir a sus hijos, quieren posteriormente fueron diagnosticados con una neoplasia maligna. La alarma generada por la magnitud del suceso ha abierto un debate urgente: ¿podría algo similar ocurrir en España?

El escándalo se dio a conocer tras la detección de varios casos de cáncer infantil en 14 países europeos. Los análisis clínicos revelaron que los menores compartían una misma mutación en el gen TP53, responsable del síndrome de Li-Fraumeni, un trastorno hereditario que conlleva una probabilidad muy elevada de desarrollar distintos tipos de cáncer a lo largo de la vida. Desde que se descubrió, al menos 10 niños han desarrollado cáncer, incluidos casos de leucemia y linfoma. También se han registrado fallecimientos.

Los investigadores vieron que esta coincidencia genética era toda de un mismo donante que estaba vinculado a un gran banco de semen danés cuyo esperma se había distribuido ampliamente por Europa. El hallazgo ha puesto en jaque los mecanismos de control existentes, al evidenciar que ninguna autoridad detectó que un solo donante estaba superando con creces los límites recomendados a nivel internacional.

El resultado de este descuido fue devastador. Casi 200 niños están expuestos actualmente al riesgo de haber heredado una mutación grave. Ahora, las familias afectadas reclaman una respuesta urgente.

El caso de España

Este caso ha llevado a varias personas a hacerse una pregunta muy repetida: ¿Puede pasar esto en España? ¿Cómo funciona el sistema de donaciones nacional? El doctor Jaime Guerrero, responsable del programa de donación de ovocitos de Instituto Bernabeu, explica que nuestro país limita «legalmente a seis» el número de hijos nacidos por un mismo donante, un mecanismo que reduce tanto el riesgo de consanguinidad entre medio hermanos que ignoran su parentesco como el impacto potencial de cualquier alteración genética. Así, afirma que con estos límites, un escenario con 197 descendientes de un solo donante sería «inviable en el sistema español».

«Al hilo, revela que desde la Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida y siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), todos los centros españoles están obligados a mantener «registros exhaustivos, detallados y confidenciales de cada donación y de su trazabilidad». Esto permite conocer en todo momento «el destino de cada muestra» y «el número de nacidos asociados por donante». Gracias a eso ,podrían actuar con rapidez ante cualquier supuesto, admite el doctor de Instituto Bernabeu.

Según el especialista, cuando un donante (de semen u ovocitos) alcanza el límite legal en España, este es retirado automáticamente y deja de poder ser donante en todos los centros de reproducción asistida del país, garantizando que nunca se supere el número permitido. Todos los centros autorizados deben comunicar sus donaciones y tratamientos a los registros oficiales, permitiendo un seguimiento seguro de cada donación desde su origen hasta su aplicación.

El caso del donante de Dinamarca refleja «problemas estructurales de trazabilidad y control» que en España están muy regulados. En este sentido, el doctor Guerrero apostilla que el modelo de contacto de Instituto Bernabeu contrasta con el de otros países, donde la distribución internacional de muestras dificulta «el seguimiento y multiplica los riesgos regulatorios».

Pese al elevado nivel de control, el especialista insiste en que no existe el riesgo cero y que no hay ninguna prueba genética capaz de descartar la totalidad de enfermedades hereditarias. Las técnicas actuales permiten analizar las patologías más prevalentes y realizar paneles amplios de portadores, pero siempre persiste la posibilidad de enfermedades aún no detectables o de mutaciones «de novo», es decir, alteraciones genéticas que surgen por primera vez en uno de los gametos y que no estaban presentes en los progenitores.

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