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19 de mayo de 2024

Bañistas en la playa, a 8 de octubre de 2023, en Pontevedra

Bañistas en la playa, a 8 de octubre de 2023, en PontevedraEuropa Press

El CSIC propone fijar las vacaciones en la segunda quincena de julio como medida frente al cambio climático

Un estudio indica que programar los períodos libres durante el periodo más cálido del año podría mitigar algunos de los impactos negativos asociados al calor extremo

Las olas de calor durante los veranos son, según confirman los datos meteorológicos desde que hay registros, cada vez más duraderas e intensas. Las zonas más afectadas continúan siendo el sur y el centro peninsular, y el período de más calor coincide con la segunda quincena de julio.
Por ello, una investigación llevada a cabo por científicos del Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC-UCM) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y enmarcada dentro de la Plataforma Temática Interdisciplinar de Clima y Servicios Climáticos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), indica que programar las vacaciones de verano durante este periodo más cálido podría mitigar algunos de los impactos negativos asociados al calor extremo. Los resultados aparecen publicados en la revista Science of the Total Environment.
Aunque agosto continúa siendo el periodo más popular para las vacaciones de verano en España, la segunda mitad de julio es el periodo más caluroso del año y cuando los efectos negativos de las altas temperaturas son más pronunciados. La investigación asegura que, si el principal periodo de vacaciones (la segunda quincena de agosto) se trasladara a la segunda quincena de julio, se mitigarían algunos de los impactos asociados a las altas temperaturas debido a la reducción de la actividad industrial y de la movilidad laboral durante los días de vacaciones.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado el impacto de las temperaturas en relación a tres variables: la demanda de electricidad, directamente relacionada con las altas temperaturas por el consumo de aire acondicionado; la productividad laboral, que se ve mermada por la exposición al calor; y los efectos sobre la salud del ozono, cuyas concentraciones dependen del tráfico, el estancamiento del aire y las altas temperaturas.
Los resultados del análisis de estas variables indican que planificar las vacaciones en la segunda quincena de julio supondría una reducción significativa en el pico anual de pérdida de productividad laboral (en torno al 25 %) y, en menor medida, en la demanda de electricidad y las concentraciones de ozono troposférico (entre el 3 % y 4 %). Por otra parte, el estudio muestra efectos no lineales del cambio climático en estos indicadores, ya que las diferencias entre las segundas quincenas de julio y agosto se acentúan con el calentamiento global. Esto supone que los beneficios de trasladar las vacaciones al periodo más cálido del año serían aún mayores en el futuro.
Para el investigador de la UCM José Manuel Garrido-Pérez, «las medidas de adaptación al cambio climático suelen requerir fuertes inversiones en infraestructuras, pero ciertos cambios de hábitos también podrían contribuir a reducir la vulnerabilidad». De este modo, «algunas de las consecuencias que provocan las altas temperaturas como el aumento de la demanda de electricidad, la productividad laboral poco eficiente y los efectos sobre la salud vinculados a la contaminación atmosférica podrían paliarse parcialmente si se alinean con la reducción de la actividad industrial durante las vacaciones», concluye.

Distribuir las vacaciones

Los autores también plantean otras alternativas para la planificación eficiente de las vacaciones. Por ejemplo, distribuir las vacaciones a lo largo de todo el verano para dosificar su efecto mitigador en los impactos de las altas temperaturas. Otra opción sería la reducción de la jornada laboral durante el periodo más caluroso del año. «Aunque algunos convenios colectivos ya limitan la jornada laboral de verano en algunas de las regiones más cálidas de España, la semana laboral de cuatro días podría ser una medida más eficaz al disminuir el consumo de energía industrial y los desplazamientos de los empleados», señala Garrido-Pérez.
Otra opción que, en este caso, permitiría mantener las vacaciones de agosto, sería acortar los periodos de vacaciones en invierno y ampliar los de verano. Esta estrategia, según este trabajo, mitigaría los efectos del calentamiento global puesto que los veranos son cada vez más largos y calurosos mientras que los inviernos son cada vez más cortos y suaves.
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