Trabajadores transportan paneles solares para su instalación en el desierto en el proyecto fotovoltaico Ningguoyun Lingwu
La paradoja energética china, un récord de las renovables pero sigue manteniendo el carbón
Los apagones registrados entre 2021 y 2022, provocados por una combinación de demanda desbordada, problemas en la red y fenómenos meteorológicos, han llevado a tomar precauciones
China se encuentra en medio de una contradicción energética: mientras lidera la expansión global de energías renovables, también está incrementando su capacidad de generación mediante carbón, una fuente altamente contaminante.
Esta dualidad resulta especialmente relevante dado que el gigante asiático es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del planeta. Por ello, su estrategia energética será determinante para saber si el mundo logra contener los efectos más graves del cambio climático.
Por un lado, los avances en renovables son notables. El país ha desplegado extensas instalaciones solares en regiones desérticas y, solo el año pasado, sumó más capacidad renovable que la totalidad de la existente en Estados Unidos. Además, el presidente Xi Jinping ha comenzado a asumir compromisos en materia de reducción de emisiones, lo que representa un cambio de enfoque en la política climática china.
Sin embargo, estos progresos contrastan con el repunte en el uso del carbón. En los primeros seis meses del año, China amplió su capacidad de generación mediante este combustible fósil hasta alcanzar niveles no vistos en la última década. De hecho, en 2024 el país fue responsable del 93 % de las nuevas centrales de carbón construidas en todo el mundo, según datos del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), con sede en Helsinki.
Una de las explicaciones para este aumento radica en la estrategia de «construir antes de desmantelar», tal como lo expresó Muyi Yang, experto en energía del centro de estudios Ember. Las autoridades prefieren no cerrar infraestructuras antiguas hasta estar seguras de que las nuevas fuentes podrán abastecer la demanda de forma estable. Yang comparó este proceso con un niño que aprende a caminar: «habrá tropiezos como interrupciones de suministro o subidas de precios, y si no se manejan adecuadamente, se corre el riesgo de perder el respaldo social».
Los antecedentes de apagones registrados entre 2021 y 2022, provocados por una combinación de demanda desbordada, problemas en la red y fenómenos meteorológicos extremos, han llevado al Gobierno a tomar precauciones. En este contexto, las centrales de carbón funcionan como respaldo en caso de emergencia, según los analistas.
A estos motivos se suman también consideraciones económicas. David Fishman, de la consultora Lantau Group, señaló que el consumo energético ha crecido más rápido que las nuevas instalaciones renovables, lo que ha mantenido al carbón como una opción viable. Si bien en 2025 las renovables habrían igualado finalmente el ritmo de crecimiento de la demanda, muchas empresas aún consideran rentable mantener el carbón.
Además, las dificultades para transmitir la energía desde las plantas renovables –frecuentemente ubicadas en regiones poco habitadas– hasta los centros de consumo urbano encarecen el sistema e incentivan soluciones locales, como la generación a carbón. Aunque China ha hecho avances en infraestructura de transmisión de larga distancia, estos todavía resultan insuficientes, advirtió Fishman.
Otro aspecto a considerar es la versatilidad del carbón, que permite ajustar su uso según la demanda. En contraste, las fuentes solares y eólicas dependen de condiciones climáticas variables. Para que las renovables sigan ganando espacio, «es necesario dotar a las plantas de carbón de mayor flexibilidad operativa», explicó Lauri Myllyvirta, analista de CREA. Sin embargo, añadió que la red eléctrica china es «muy rígida», lo que termina favoreciendo a las centrales térmicas.
En cuanto al impulso económico, las energías limpias se han convertido en un pilar clave. Si bien Fishman advierte que la demanda actual de energía verde no basta para sostener por sí sola el crecimiento del sector, el Gobierno cuenta con herramientas para promover su expansión, como la obligación impuesta a empresas de consumir una mayor proporción de renovables.
China aspira a alcanzar los 3.600 gigavatios de capacidad solar y eólica para 2035. A pesar de esta ambiciosa meta, se estima que aún podría no ser suficiente para cubrir la demanda energética futura, dejando así espacio para que el carbón conserve un rol secundario.
No obstante, el crecimiento en capacidad no se traduce automáticamente en un aumento de emisiones. En promedio, las plantas de carbón chinas operan solo al 50 % de su capacidad. Al mismo tiempo, el sector de energías limpias –que incluye la solar, la eólica, la nuclear, la hidráulica y los vehículos eléctricos– representó un 10 % del producto interior bruto (PIB) en 2024 y fue responsable de un cuarto del crecimiento económico nacional.
«Se ha convertido en un elemento esencial para alcanzar los objetivos económicos del país», concluyó Myllyvirta, quien se declaró «cautamente optimista» respecto a la evolución del modelo energético chino.