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La importación de maíz de EE.UU. se multiplica por 5.000: «La UE tiene agricultura y leyes del siglo XX»

En los tres primeros meses del año, España ha pasado de importar 23 toneladas de maíz en 2023 y 283 toneladas en 2024 a hacerse con 1.418.667,08 en este 2025

La avalancha de importación de cereal procedente de terceros países se ha convertido en uno de los grandes frentes de batalla de los agricultores españoles en los últimos tiempos.

La compra de grano con origen Ucrania, que goza de un tratado que elimina los aranceles en sus ventas desde la invasión de Rusia, ha provocado una llegada masiva de producto a España, que se destaca como uno de los grandes productores del bloque comunitario.

Desde el inicio de la guerra a las puertas de Europa, el país con capital en Kiev ha triplicado sus ventas de cereal a España. Aunque en lo que va de 2025 esta factura con Ucrania ha disminuido respecto a la referencia de 2024, los agricultores insisten en que estas ventas provocan una distorsión en el mercado que hunde sus precios.

Las voces de los agrarios contra estas contra estas transacciones con Ucrania retumban en cada una de las numerosas protestas llevadas a cabo en distintas regiones; sin embargo, el maíz de Estados Unidos sobresale como la gran variación respecto a las operaciones habituales.

Según datos del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa proporcionados a través de DataComex, en los tres primeros meses del año, España ha pasado de importar 23 toneladas de maíz en 2023 y 283 toneladas en 2024 a hacerse con 1.418.667,08 en este 2025; es decir, el volumen se ha incrementado por 5.000 en apenas 365 días.

«España tiene un déficit de cereales muy grande. En un año bueno como este se producen 24 millones de toneladas, pero España es uno de los principales productores de carne de la UE y eso aumenta su necesidad para elaboración de piensos. Se consumen unas 35 millones de toneladas, por lo que habitualmente hay una carestía de 15 millones de toneladas de cereales», explica en conversación con El Debate Diego Pazos, experto de Agrispain y durante años secretario general de la Asociación Española de Comercio Exterior de Cereales (AECEC).

Pazos señala que la concentración en EE.UU. como suministrador de maíz para España «es algo puntual», ya que los grandes compradores de cereal que trabajan en España son pocos y operan en función de las cotizaciones que hay en distintos mercados para coger el precio más barato en cada uno de los puertos.

«El problema está en que el precio marcado para la protección en frontera de los agricultores comunitarios es muy reducido, lleva 25 años vigente. Son 157 euros por tonelada, algo que hace 30 años protegía pero que ahora está obsoleto», indica Pazos, que señala que los cerealistas españoles compiten con precios internacionales en desventaja.

«La Unión Europea tiene agricultura y leyes del siglo XX, antigua y que no puede producir con las tecnologías de nuestros competidores. Es más barato y efectivo utilizar los nuevos métodos y las herramientas modernas. Así no podemos competir, tenemos una agricultura hiperregulada que pone problemas a la aplicación de fitosanitarios e infinidad de barreras que impiden una producción correcta. En EE.UU., Canadá o Argentina esto no pasa, ellos utilizan con las herramientas del siglo XXI», asevera Pazos.

El experto, que se dedica a elaborar informes mensuales para importadores y comercializadores de cereal, ahonda en las dificultades de los agricultores españoles para alcanzar la rentabilidad en las condiciones actuales: «Producir cereal en España en los términos actuales y con todas estas desventajas es absolutamente ruinoso».

La sensación que reina a pie de cultivo es que los agricultores siempre son sacrificados como moneda de cambio para satisfacer otros intereses, tal y como han condenado tras la imposición de aranceles a los fertilizantes rusos y bielorrusos que encarecerá los gastos de los cerealistas: «La campaña de ayuda a Ucrania por la invasión de Rusia la financian los agricultores europeos y fundamentalmente los españoles, cuando tendría que ser algo de toda la sociedad. Antes de la guerra solo el 8 % del cereal que importábamos venía de Ucrania, mientras que en 2024 fue el 46 %. Es evidente que una parte importantísima de la ayuda a Ucrania la pagan nuestros agricultores», concluye Pazos.

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