Fruta en un supermercado
El mapamundi de los peligros agrícolas que aterrorizan al campo español
La principal reclamación de los agricultores nacionales es la imposición de cláusulas espejo
La entrada masiva de productos agroalimentarios producidos fuera de la Unión Europea (UE) encabeza la lista de preocupaciones de los agricultores y los ganaderos españoles.
El principal motivo para continuar con la actividad agraria, cuya labor trasciende el concepto de profesión y se convierte en un modo de vida, es la rentabilidad. Sin prosperidad económica, los cultivos se abandonan, las granjas cierran y el campo muere.
Entre los elementos que se ven como una amenaza desde el campo español y que a su juico hace temblar esa relación entre recursos invertidos y ganancias emergen los acuerdos comerciales con terceros países, una práctica que cobra cada vez más importancia en la UE, que entre sus prioridades destaca la voluntad ampliar su círculo de aliados ante el complejo contexto geopolítico mundial y la falta de sintonía con EE.UU.
La principal reclamación de los agricultores españoles es la imposición de cláusulas espejo; es decir, exigir las mismas normas de producción a los países que entran a operar en el mercado europeo en igualdad de condiciones que los miembros de los 27. El discurso de los agrarios huye del proteccionismo. No se trata de poner barreras a los productos que llegan de fuera, sino de que las alianzas con estados ajenos a la UE no sirvan como moneda de cambio para que la competencia desleal erosione su capacidad productiva.
La ampliación de estos tratos a la totalidad del año provoca la coincidencia estacional con las temporadas de algunas frutas y hortalizas de España que, según denuncian los agrarios nacionales, ven cómo sus precios caen y sus márgenes merman año tras año hasta que el producto extracomunitario acapara la oferta.
La ratificación de Mercosur, que apunta a concretar su paso final a final de 2025 para echar a andar en 2026, la modificación del Acuerdo Euromediterráneo de la UE con Marruecos o la eliminación progresiva de los aranceles al África Meridional que ha culminado con la libertad total desde el pasado octubre son algunos de los casos que se condenan desde las explotaciones españolas.
Los tomates cultivados en el Sáhara Occidental y que se venden en Europa con el etiquetado de Marruecos, los arándanos, las sandías, las naranjas, el aceite de oliva y la carne de vacuno o de pollo son algunos de los productos españoles sobre los que más se vigila esta avalancha que que pone en riesgo su vitalidad en el panorama agroalimentario continental.
Los agrarios españoles prestan especial atención al desarrollo de producciones como los tomates con origen marroquí; el aguacate de Perú; los cítricos de Sudáfrica; o el aceite de oliva de Túnez.
La pujanza más evidente en Europa con uno de estos casos se da con el tomate de Marruecos. La exportación de tomate de España a la UE ha pasado de 786.599 toneladas en 2014 a 591.098 toneladas en 2024, (excluyendo a Reino Unido) reduciéndose un 25 %, mientras que las importaciones españolas de tomate de Marruecos han crecido un 269 % en el mismo período, pasando de 18.045 toneladas a 66.624 toneladas. «Esta situación se va a ver agravada si finalmente el Parlamento Europeo ratifica el Acuerdo alcanzado por la Comisión Europea y Marruecos, el pasado octubre, que permite ampliar a los cultivos del Sáhara las ventajas arancelarias de las que ya se benefician las producciones marroquíes en el marco del Acuerdo de Asociación con la UE, porque supondrá un crecimiento de la exportación a la UE de las producciones del Sahara», lamenta la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas (Fepex).
Según indica Fepex, la importación española de frutas y hortalizas frescas procedentes de Marruecos se ha situado en 416.559 toneladas hasta agosto de 2025, lo que muestra un crecimiento interanual del 34 %, el mismo porcentaje de crecimiento que las compras en valor, que se elevaron a 952,6 millones de euros. Esta fortaleza de Marruecos en la península ibérica es extensible a otros productos como los arándanos, las frambuesas o los aguacates, para los que España ya ha destinado más recursos en nueve meses de 2025 de lo que hiciera en todo 2024: hasta septiembre, España importó de Marruecos 235,06 millones de euros en arándanos –superior a los 170,98 millones de todo 2024–; 189,69 millones de euros en frambuesas –por los 161,42 millones del 2024 completo–; y 78,54 millones de euros en aguacates –por 52,29 millones en la totalidad del año pasado–.
El perjuicio con el aguacate también llega desde Perú, que según DataComex ya ha dejado 216.055,71 toneladas del oro verde en España (hasta septiembre), por las 162.252,52 de 2024. Este desembarco de aguacate peruano fue denunciado por los agrarios españoles, que después de señalar los efectos del aumento de las compras a Marruecos en los dos primeros meses del 2025 se apresuraron por dar salida a su cosecha para evitar una posible coincidencia con la poderosa entrada de la fruta tropical con origen sudamericano.
La reconversión del olivar en potencias emergentes del aceite de oliva como Túnez y Turquía chirría entre algunos productores nacionales que ven muy complicada este tipo de implementaciones. Esta modernización, aupada en un marco legal más permisivo que en la UE, empuja a Túnez y Turquía como futuras potencias mundiales del aceite de oliva.
El mapa de los horrores se cierra con Sudáfrica, cuya penetración en la UE se ha desarrollado de una manera prolongada en el tiempo hasta que el 10 de octubre de 2025 se eliminaron las restricciones comerciales para sus cítricos, cada vez más relevantes en el el mercado comunitario. Los productores nacionales instaron a vigilar la entrada de naranjas, mandarinas, clementinas o limones con origen sudafricano, en referencia a una más que posible llegada masiva, con el consecuente aumento del riesgo en la expansión de plagas o enfermedades. Solo 10 días después de la retirada de los aranceles, un lote de clementinas procedentes de Sudáfrica hicieron saltar las alarmas sanitarias de la UE.