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'Odeur de lune', el perfume lunar creado por Michael Moisseeff

'Odeur de lune', el perfume lunar creado por Michael MoisseeffAFP

¿A qué huele la Luna? La respuesta está en este frasco

Un perfumista francés logra recrear el olor del satélite terrestre a partir de las descripciones aportadas por astronautas que pisaron su superficie

¿A qué huele la Luna? Son pocas las personas que pueden –o pudieron, en algunos casos– decirlo de primera mano. 12, para ser más exactos: el número de astronautas de la NASA que pisaron el satélite entre 1969 y 1972. Eso, sin embargo, podría estar a punto de cambiar, o esa es al menos la intención de Michael Moisseeff, un consultor jubilado que se ha reinventado como «escultor de aromas» y se dedica a recrear en frascos de perfume el olor de objetos y lugares sin necesidad de incluir elementos presentes en ellos. Entre ellos, el de la Luna.

El consenso es bastante claro: el satélite terrestre huele a chamuscado... o esa es la teoría. Inquiridos en su día al respecto, los astronautas Buzz Aldrin, Charlie Duke y Gene Cernan coincidieron en la respuesta. El primero aseguró que la Luna olía «como a carbón quemado o a chimenea»; el segundo, a pólvora; y el tercero, en la línea de Duke, al aroma que queda al disparar una carabina.

No obstante, la tesis es algo engañosa: tras realizar pruebas con las muestras retornadas del satélite, los científicos descubrieron que su composición no se parecía en nada a la pólvora ni tampoco era explosiva. Aunque son muchas las teorías sobre por qué los astronautas confundían el olor, la mayoría de los expertos apuntan a la reacción que se produce al introducir el polvo en el ambiente oxigenado del módulo lunar, lo que llevaba a los expedicionarios a engaño cuando se quitaban la escafandra.

Sea como sea, Moisseeff, de 68 años, se ha guiado por la única referencia olfativa que se conoce del satélite y ha captado la esencia, que será exhibida próximamente en la Ciudad del Espacio de Toulouse.

Además del perfume lunar, el «escultor de aromas» suele trabajar para empresas vitivinícolas y ha replicado también el olor de lugares tan ignotos como las selvas tropicales de las Islas Andamán, en el océano Índico.

Para ello, utiliza un alambique con el que extrae sustancias mediante destilación, un evaporador rotativo para eliminar solventes, escalas de medición muy precisas para los productos químicos y un archivo de entre 3.000 y 4.000 olores de referencia. Un auténtico alquimista de fragancias que cuenta incluso con su propio museo, Explorarôme, donde invita a los visitantes a oler plantas y a conocer el proceso de captura de olores en su laboratorio.

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