Imagen del planeta Tierra
Ciencia
Por qué la velocidad de rotación de la Tierra está cambiando y qué consecuencias puede tener
En este 2025, los días 9 y 22 de julio y el 5 de agosto se registraron días de entre 1,3 y 1,51 milisegundos más cortos que el habitual de 24 horas
Desde 2020, los científicos han fijado su mirada en un fenómeno que experimenta nuestro planeta. En los últimos cinco años, distintos estudios han señalado el hecho de que algunos días en la Tierra son más cortos de lo habitual. ¿El motivo? Que la velocidad de rotación a la que gira nuestro planeta se ha acelerado ligeramente.
Aunque este cambio es prácticamente imperceptible para nosotros, los instrumentos de precisión más avanzados han dado cuenta de este curioso fenómeno, el cual lo hemos vivido en mayor medida a lo largo del verano.
El planeta Tierra visto desde el espacio
Desde que comenzaron los registros –con la invención del reloj atómico– en 1973 hasta 2020, el día más corto jamás registrado fue 1,05 milisegundos menos que 24 horas, según Timeanddate.com. Sin embargo, desde 2020 la Tierra ha batido repetidamente sus propios récords de velocidad. El día más corto jamás medido ocurrió el 5 de julio de 2024, cuando la rotación de la Tierra se completó 1,66 milisegundos más rápido de lo habitual.
Asimismo, en este 2025 los días 9 y 22 de julio y el 5 de agosto se registraron días de entre 1,3 y 1,51 milisegundos más cortos que el habitual de 24 horas.
Tal como señalan los expertos en la materia, los motivos que hay detrás de este aumento en la velocidad del planeta serían diversos. Cambios en la atmósfera, un mayor movimiento del núcleo interno terrestre o incluso el debilitamiento de nuestro campo magnético podrían ser las causas que están detrás del 'acelerón' de la Tierra. Esta mayor rapidez podría llegar a causar un «efecto centrífugo» en el cual las cosas comienzan a oscilar alejándose del eje del planeta.
¿Qué consecuencias tendría?
Como resultado de este fenómeno, uno de los grandes desafíos a los que tendría que enfrentarse la humanidad sería al abultamiento de los océanos. Esto provocaría que la forma de nuestro planeta –ligeramente achatada en los polos y ensanchada en el ecuador–, se pareciera más a un diamante, con los dos hemisferios totalmente inclinados.
En este escenario, las grandes perjudicadas serían las ciudades costeras, que se enfrentarían a un aumento del nivel del mar sin precedentes. De igual manera, algunas zonas alrededor del ecuador terrestre acabarían desapareciendo bajo la superficie como consecuencia del aumento de la fuerza centrífuga, mientras que aquellas que no están bajo el agua podrían ser más sensibles a sufrir tsunamis e inundaciones.
Sin embargo, tal como señala el profesor de geofísica de la Universidad de California en San Diego, Duncan Agnew, el mayor cambio se produciría en las mareas oceánicas. Para hacernos una idea, actualmente la rotación de nuestro planeta produce dos mareas altas y dos bajas cada 24 horas y 50 minutos.
«Si cambiamos eso en un 10 por ciento, las mareas en algunos lugares serían más grandes y en otros, más pequeñas», afirmó el profesor Agnew en declaraciones al Daily Mail.
Los posibles tsunamis o inundaciones no es el único factor medioambiental a tener en cuenta. A mayor velocidad de giro de la Tierra, mayor velocidad cogerán las placas tectónicas, lo que –según el experto– podría generar más estrés geológico y «muchos terremotos».
Los avisos de la comunidad científica no son nuevos. Al igual que Agnew, el astrónomo de la NASA Sten Odenwald también advirtió sobre patrones climáticos extremos derivados de la rotación de la Tierra. A medida que esta gira más rápido, el efecto Coriolis provocará una intensificación en cuanto a la rotación de las tormentas.
«Los huracanes rotarán más rápido y tendrán más energía», explicó el Dr. Odenwald.
Recordemos que, actualmente, el ecuador gira a unos 1.025 kilómetros por hora, mientras que los polos giran apenas por encima de cero millas por hora. Por suerte, este escenario es improbable a día de hoy, según ha especificado Duncan Agnew. A pesar de que hace millones de años el día podía durar unas 19 horas, la idea de que la rotación de la Tierra se acelere hasta este punto es una «premisa particularmente absurda».