Ilustración del huracán espacial detectado en el Polo Norte en 2014
Ciencia
La ciencia resuelve el misterio del «huracán espacial» detectado en 2014 en el Polo Norte
En aquel año, uno de los artefactos del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa detectó un vórtice de plasma con un «ojo» central y brazos espirales, similar a un huracán terrestre
En agosto de 2014, una inmensa aurora boreal apareció sobre el Ártico, llamando la atención de toda la comunidad científica. En concreto, este fenómeno se registró en uno de los artefactos del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa (DMSP por sus siglas en inglés) –y confirmado por el satélite Swarm B de la Agencia Espacial Europea (ESA)–, revelando un fenómeno nunca antes documentado.
En concreto, el sistema observó un vórtice de plasma con un «ojo» central y brazos espirales, similar a un huracán terrestre, pero lloviendo electrones en lugar de agua y con velocidades de hasta 2.100 metros por segundo. Ahora, más de una década después de documentarse, la ciencia habría conseguido resolver todas las dudas relacionadas con este «huracán espacial» localizado cerca del Polo Norte Magnético terrestre.
En concreto, una investigación publicada en la revista Space Weather señala como este huracán afectó el campo magnético de nuestro planeta y a los distintos satélites y sistemas GPS a pesar de que la actividad del Sol era relativamente baja.
«El huracán espacial se formó durante condiciones muy tranquilas. La actividad solar era baja», señaló el autor principal, Sheng Lu, de la Universidad de Shandong (China), en declaraciones recogidas en Space.com. En concreto, el episodio de 2014 pudo interferir con la navegación satelital, comunicaciones y radio, según los expertos.
«Nuestros resultados muestran que las señales GPS experimentaron fuertes centelleos de fase cerca del huracán, probablemente causados por irregularidades de plasma a pequeña escala. Se detectaron perturbaciones geomagnéticas locales. Se observó un marcado aumento en la densidad electrónica en el lado matutino del huracán espacial, probablemente debido a la convección ionosférica y la precipitación de partículas. Estos hallazgos aportan nueva información sobre el efecto del huracán espacial en el clima espacial», señala el reciente estudio.
Anatomía de un huracán espacial
De hecho, este fenómeno no es del todo nuevo. Aunque desde los años 60 se sospecha sobre la existencia de este tipo de huracanes, no fue hasta el 2021 cuando Nature acuñó este término. En concreto, este fenómeno suele registrarse la ionosfera –la capa superior de la atmósfera terrestre– cuando interactúa el viento solar y los campos magnéticos terrestres, causando estas impresionantes auroras ciclónicas.
A diferencia del entorno de partículas neutras de la baja atmósfera, la alta atmósfera es un entorno de plasma con una gran cantidad de partículas. Sin embargo, debido a la inmensidad y la dureza de la alta atmósfera, las observaciones en esta región son extremadamente escasas, y no se ha encontrado rastro alguno de tifones o huracanes en ella.
A diferencia de los huracanas terrestres convencionales, el ciclón espacial detectado en 2014 tenía un diámetro de unos 1.000 kilómetros de extensión y duró casi ocho horas, estando acompañado de fuertes corrientes de campo ascendentes y brillantes, un intenso cizallamiento de vórtices de convección de plasma.
A pesar de la magnitud que supone, esta lluvia de electrones suele tener lugar con más frecuencia de lo que nos imaginamos. Tal como señalan los expertos, se estima que estos ciclones espaciales pueden registrarse en ambos polos, especialmente durante el verano.