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Verónica Forqué (1955-2021)

Verónica Forqué: adiós a una reina de la comedia española

Tuvo fecundas colaboraciones con Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Fernando Colomo y Manuel Gómez Pereira, directores que supieron explotar su vis cómica y convertirla en una especie de Shirley MacLaine a la española

01/12/1955Madrid (España)
13/12/2021Madrid (España)

Verónica Forqué Vázquez-Vigo

Actriz

Como una reina de la comedia. Así será recordada la madrileña Verónica Forqué, fallecida a los 66 años tras una vida entregada al espectáculo y a una familia de artistas.
De casta le venía a esta actriz inmensa pues era hija de la escritora Carmen Vázquez Vigo y del director y productor cinematográfico José María Forqué –quien con su apellido da nombre a los prestigiosos premios, entregados precisamente hace unas horas–.
El cine fue el terreno de sus mayores triunfos. Tuvo fecundas colaboraciones con Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Fernando Colomo y Manuel Gómez Pereira, directores que supieron explotar su vis cómica y convertirla en una especie de Shirley MacLaine a la española.
A las órdenes del manchego construyó magníficos personajes en ¿Qué hecho yo para merecer esto? (1984), Matador (1986) y, sobre todo, en Kika (1993), donde daba vida a la protagonista, quien sufría –por cierto– una violación rodada en tono cómico que hoy día sería inimaginable en una película española (y menos de Almodóvar). Ese papel le valió su último premio Goya, el segundo a mejor actriz protagonista. 

La actriz Verónica ForquéEFE

El primer ‘cabezón’ se lo llevó, como intérprete de reparto, por El año de las luces (1986), su más celebrada colaboración con Trueba junto a Sé infiel y no mires con quién (1985), otro éxito de público y crítica. En los fecundos años 80, sin duda los de su máxima popularidad, también trabajó con Colomo en dos pelotazos de taquilla como La vida alegre (1987) –primer Goya como protagonista– y la alocada Bajarse al moro (1988).
En el currículo de una actriz especializada en la comedia no podía faltar un encuentro provechoso con el maestro Berlanga y ese se produjo en Moros y cristianos (1988), donde el director valenciano y Azcona le escribieron un papel que le valió su segunda Goya como actriz secundaria.
En los años 90 mantuvo el estatus de reina de la comedia en películas de Manuel Gómez Pereira que obtuvieron el respaldo masivo del público como Salsa rosa (1991) o ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (1993).
Con el cambio de siglo, la Forqué pasó a una posición más secundaria en el cine nacional, una realidad que viene a acreditar ese hecho tan denunciado por las actrices españolas, que se quejan a menudo de que, cruzada la frontera de los 40 años, los papeles para ellas empiezan a escasear en cantidad y calidad.
La madrileña también frecuentó la televisión (especial repercusión tuvieron Pepa y Pepe, en los años 90, donde tenía un rol principal, y ya más recientemente su papel secundario en La que se avecina) y el teatro (memorable su interpretación en el monólogo Shirley Valentine, obra estrenada en 2011 con la que recorrió media España entre justas aclamaciones). 

Vida personal

Su vida personal estuvo marcada por su matrimonio con el director de cine Manuel Iborra, con quien tuvo su única hija, María Clara Iborra Forqué, polémica creadora artística con la que la vimos hace unas semanas en MasterChef Celebrity. Se divorciaron en 2014 tras 34 años de relación, una ruptura traumática a iniciativa de él que dejó muy tocada a la actriz. Ella no tenía problema en reconocer que habría seguido con la relación, pues estaba totalmente enamorada cuando se produjo el divorcio, pero a la par te espetaba que aquel matrimonio era «un aburrimiento en vida» porque su ex era un «soso». Ahí se ven, condensadas en unas declaraciones, las dos contradictorias caras de Verónica, la del ángel bueno y la del ángel malo, esas que brotaron en MasterChef Celebrity.
Su participación en el ‘talent culinario’ de Televisión Española merece párrafo aparte. Acostumbrados a verla en papeles mayormente cómicos, nos sorprendió contemplarla desencadenada en los fogones de la tele. Convirtió algunos de los cocinados exteriores en auténticos suplicios para sus compañeros, a los que se empeñaba en despreciar y tratar de mala manera, siempre voz en grito y en la mayoría de las ocasiones sin razón alguna. «Es una prueba psicológica extrema para el ser humano», afirmó Juanma Castaño tras una prueba de exteriores a las órdenes de la actriz. «Me va a costar una enfermedad. Esto es una pesadilla», sentenció Carmina Barrios tras una experiencia similar. La primera vez que ocurrió, sus seguidores pensamos que la Forqué había tenido una mala tarde, pero cuando sus reacciones furibundas se repitieron entendimos que algo le estaba pasando a esta mujer habitualmente espiritual y partidaria de lo zen. A las puertas de las semifinales, decidió abandonar por propia voluntad el programa, alegando agotamiento físico y mental. Pese a tantos roces, todos sus compañeros de MasterChef Celebrity acabaron declarando su amor por la actriz, pues más allá de esos arrebatos era un ser encantador en la intimidad.
Esto último lo sabemos bien los que tuvimos la fortuna de conocerla. Porque ganaba muchísimo en las distancias cortas. Todo lo simpática que resultaba en pantalla se multiplicaba por dos en persona, cuando le añadía además un punto de ingenuidad en ocasiones más propio de una adolescente alocada que de una adulta asentada. Recorriendo las calles de su ganchete, uno comprobaba lo popular que era, puesto que varias generaciones se paraban a saludarla y darle las gracias por tantas risas. Lejos de la calle, en la intimidad de un bar al fresco de un albariño, la conversación fluía con mil y una anécdotas, y sin una mala palabra para este director o aquella actriz. Aún recuerdo su enorme emoción cuando, con motivo de un reportaje, la conduje al antiguo muelle de Trasatlánticos coruñés, desde donde su abuelo, el músico ferrolano José Vázquez Vigo, partió hacia la emigración en 1914, con solo 16 años. Allá, en la quinta provincia gallega, triunfó como músico y llegó a ser secretario de Carlos Gardel. Tras la sesión de fotos para aquel reportaje, pidió estar unos momentos a solas, contemplando el horizonte portuario. Volvió de ese momento íntimo emocionada, con las lágrimas aún sin secar. Hoy toda una profesión, la de los cómicos, llora por ella. Forqué se quitaba la vida en su domicilio madrileño este lunes.