Jonathan Bailey y Scarlett Johansson, en Jurassic World: El renacer
Crítica de cine
'Jurassic World: El renacer', una entretenida película de aventuras con moraleja social
Scarlett Johansson, Mahershala Ali y Jonathan Bailey protagonizan la nueva entrega de la saga
La saga de Parque Jurásico no solo no termina, sino que, si nos atenemos al título de la última entrega, renace. A priori puede dar pereza volver a visitar esas islas tropicales pobladas de antiguos dinosaurios. De hecho, da pereza. Pero la verdad es que al menos la película entretiene, que es casi lo único que se puede pedir de este tipo de producciones. Curiosamente el argumento nos lleva al mundo de la industria farmacéutica, dado que un investigador descubre que en la sangre de los grandes dinosaurios hay componentes que pueden evitar los accidentes cardiovasculares del ser humano.
El problema es que está prohibido acceder a ciertas islas donde los dinosaurios no solo andan en libertad, sino que hace años fueron objeto de experimentos y muchos han sufrido mutaciones genéticas. Para cumplir su misión, un ambicioso ejecutivo de una poderosa farmacéutica, el Dr. Henry Loomis (Jonathan Bailey), y un honesto científico, Rupert Friend (Martin Krebsvan), son escoltados por dos mercenarios de la seguridad privada de alto riesgo: Zora Bennet (Scarlett Johansson) y Duncan Kincaid (Mahershala Ali). El objetivo es conseguir tres muestras: de un dinosaurio terrestre, de otro acuático y de otro volador. Y además deben ser las especies más grandes posibles. Esta trama es cruza con otra en la que un padre de familia y sus dos hijas, que están de vacaciones se pierden y van a parar a la misma isla que los científicos. El resto no es difícil de imaginar.
El guion está lo suficientemente trabajado como para mantener la atención las dos horas y cuarto que dura el filme. Pero también hay que decir que el director –que no el guionista- incurre en inverosimilitudes tan pueriles como evitables. Por ejemplo, no puede ser que Rupert caiga desde 50 metros de altura, chocando con árboles y palmeras, caiga a un lago y cuando consigue llegar a la superficie ¡tiene las gafas perfectamente puestas! O no es creíble que una niña haga un esfuerzo por pasar entre dos barrotes de una verja, y cuando lo consigue con esfuerzo ¡lleva la mochila en la espalda! Dejando estas torpezas propias de un principiante al margen, aunque el director no tiene nada de principiante, la película de Gareth Edwards funciona suficientemente bien. Este director es un veterano de películas de este jaez, pues a él debemos Godzilla (2014), Monsters (2010), Rogue One: una historia de Star Wars (2016) o The Creator (2023), además de capítulos de series como Perfect Disaster o Héroes y villanos.
La cinta quiere plantear una cuestión de ética social, proponiendo el dilema de si un descubrimiento científico que puede ser un bien para la humanidad, debe estar en manos de una empresa particular cuyo interés es lucrarse a costa de ese medicamento, al que solo tendrán acceso los más pudientes. Zora y Rupert lucharán para «democratizar» ese tratamiento médico de forma que pueda llegar a todos. Scarlett Johansson, una clásica del cine de acción, sigue estando en forma, y el elenco de secundarios, aunque responden a estereotipos, cumplen bien su función. En fin, película entretenida, con valores positivos, ideal para pasar un rato con aire acondicionado y palomitas de maíz.