
Juan Manuel Cotelo: «Tan arriesgado es hacer las películas que yo hago como las que hace Almodóvar»
El director de películas como El mayor regalo vuelve a la ficción con una comedia musical navideña, Tengamos la fiesta en paz, en cines el 3 de diciembre
Dice Juan Manuel Cotelo (Madrid, 1966), miembro de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España y de la Academia de Televisión, que él no buscó esta profesión, sino que simplemente se enamoró de ella. «Lo que a mí me gusta es contar historias, por eso me hice periodista, pero el cine me atrapó». Tras participar en series que forman parte del imaginario español, como Compañeros, 7 vidas, Los Serrano, Aída, Hospital Central o El Internado, con 30 años escribió, dirigió y produjo su primer largometraje, El sudor de los ruiseñores.
Su conversión, que corrió paralela a su carrera, le llevó a plasmar todo lo que le aportaba la fe en su filmografía. Tras crear la productora Infinito+1, estrenó cinco películas: La última cima, la serie Te puede pasar a ti, Tierra de María (el documental español más visto a nivel mundial), Footprints y El mayor regalo. Movido por el deseo de entender las escalofriantes cifras de una estadística contundente, la que dice que en 2020 en España se produjo un divorcio cada 5 minutos, estrena ahora Tengamos la fiesta en paz, que se revela como un halo de esperanza ante tantas historias de desamor. «Son los hijos quienes castigan a sus padres por portarse mal, para poner fin a sus discusiones y reavivar su amor», explica Juan Manuel Cotelo en entrevista con El Debate.
–¿Qué vamos a encontrarnos cuando vayamos a ver Tengamos la fiesta en paz?
–Una fiesta. Es una comedia musical, familiar, navideña. Pero sobre todo es una fiesta en la que prima la diversión y organizada en familia, porque ha sido posible gracias a un crowdfunding con personas de 30 países. También es una fiesta para todas las edades, donde están invitados los abuelos, los padres, los hijos. La película incluye efectos especiales, y el principal es que al salir del cine tienes ganas de amar más a tu familia.–¿Qué ha supuesto para usted volver a hacer ficción después de unos años más volcados en el documental?
–Es ficción, pero está basada en familias reales, empezando por la mía. Cualquier familia da para hacer mil películas: tienes escenas cómicas, terroríficas, románticas, emocionantes, de aventuras. Volver a la ficción, de la que nunca me fui del todo, es natural en mí: me tira la ficción y me tiran el humor y la música. Mi primer largometraje era musical, no el sentido estricto, pero sí trataba la historia de un músico, y la música siempre me ha fascinado. No es algo que comprenda, pero me fascina y me atrapa.
–Para realizar esta película ha habido composición de canciones, coreografías, bailes... ¿Cómo se conjuga todo eso con el guion y la dirección?
–Todo va todo unido. De hecho, la primera versión del guion no era musical y un día, de repente, me di cuenta de que iba a funcionar mejor con música. En este caso no es un añadido: así va más directo al corazón. La música tiene esa capacidad impresionante de penetrar el corazón, con mucha más eficacia que un razonamiento, que una lógica o que un diálogo. Y para que funcione, necesitas un buen compositor, que en mi caso es Luis Mas, un cantante de Barcelona que había pasado por Operación Triunfo y que tiene un don. Yo le mandaba melodías silbadas o tarareadas y él me devolvía música, y según avanzábamos con el guion íbamos creando juntos las canciones.
–¿Usted participa también entonces en la composición?
–Bueno, yo escribía las letras, las tarareaba y él me las devolvía con violines, trombones, percusión, piano. Algo increíble. El último paso era pensar las coreografías, para lo que contamos con Carlota Sájara, una coreógrafa del programa de TVE The Dancer, a la que acaba de contratar Marta Sánchez. Lo más difícil parecía ser el casting, puesto que los actores tenían que actuar, cantar y bailar. ¡Pero no hubo casting! Conocí a una familia con seis hijos, que tocan el violín, el chelo, la pandereta, el piano... y me representaron un musical porque es a lo que ellos jugaban en la pandemia, sin saber que yo «los estaba examinando». A los 10 segundos de empezar, super que eran ellos.
–Y también hay actores consagrados.
–Sí, Teresa Ferrer, la que hace de madre, ha sido premio de mejor interpretación femenina de musicales del 2019. También había pasado por La Voz. Y la abuela es Mamen García, actriz, cantante, compositora y concertista de jazz. Todo se ha dado muy fácilmente.
–La película promueve la unidad familiar. ¿Por qué le interesaba abordar este tema?
–Hace ocho años yo tenía este argumento en la cabeza, pero en el confinamiento todo quedó paralizado. Entre otras cosas, la financiación se cayó de golpe. Me puse a trabajar en otros proyectos y en enero decidimos que teníamos que seguir adelante... y el 3 de diciembre estrenamos. El detonante fue lo que sucede en tantas familias: hoy día es llamativa una familia que se quiere, que llega a las bodas de oro, que haya hermanos que se lleven bien. Yo recuerdo que de pequeño la noticia era que una familia se rompiera. ¿Qué ha pasado para que en 30 años se haya invertido la situación?

El director Juan Manuel Cotelo y la periodista María Serrano
–¿Y qué cree que ha pasado?
–Yo no quiero ser analista, pero me atrevo a decir que una carga de profundidad en toda la sociedad ha sido el desprestigio de la palabra esfuerzo. Se han desprestigiado el esfuerzo y el sacrificio. Aplicado a todo en la vida: «Si te cuesta esfuerzo, déjalo». Nos parece una heroicidad soportar una discusión, soportar una diferencia, especialmente en las relaciones humanas, aunque se puede extrapolar a toda la sociedad. Parece que el eslogan es que quien no piensa como tú es tu enemigo. Tenemos así una sociedad dividida donde la autonomía y la división reinan, donde el ideal es ser autónomo y no depender de nadie, cuidarse uno mismo y protegerse de los demás. Hemos creado una cultura del miedo al otro donde cualquiera puede ser tu enemigo.
–Frente a esto, ¿qué representa la familia?
–Precisamente si en las propias familias aprendemos a amarnos (es decir, a servirnos unos a otros, porque también el amor ha sido deteriorado y es ahora una especie de sentimiento volátil) romperemos esta dinámica del enfrentamiento. Una de las claves de la unidad familiar y de la unidad entre todos en la sociedad es recuperar el auténtico sentido de la palabra amor, que significa servirnos unos a otros. Si no hay espíritu de servicio, las relaciones humanas van a durar muy poco.
–Al ser una película navideña, ¿se propone la Sagrada Familia como ejemplo de unidad?
–La Navidad es la gran fiesta de la familia a nivel mundial, y en su sentido original, auténtico, es la celebración del nacimiento de un niño, que se presenta como hijo de Dios y que nos habla de Dios como Padre de todos. Y eso también se puede perder, se puede convertir la Navidad en la fiesta de la nieve, de los regalos, de las luces... Pero es la fiesta del nacimiento de Jesucristo, tan importante como que cambió el calendario. De igual forma, podemos convertir a la Sagrada Familia en una figurita decorativa o en un cuadro, pero te la puedes jugar y entrar en relación con ella y creer que esa familia puede ser protagonista en tu familia. Todos tenemos heridas, incluso a veces experimentamos una dificultad que roza en la imposibilidad, y decimos: «Ya no puedo más». Yo te digo que le pidas ayuda a quien sí puede.
–Como las redes sociales, el cine puede ser una herramienta de evangelización. ¿Viene su vocación de cineasta de la necesidad de contar aquello con lo que se ha encontrado?
–Me resulta muy difícil responder. Digamos que al final en tu vida haces aquello que has amado, y ese amor surge sin tú buscarlo. En mi caso, yo no busqué enamorarme de esta profesión. Conocí a un periodista y quise ser como él. No busqué hacer cine, sino que me enamoré de ello antes de hacerlo. De igual forma, en un momento dado supe que quería hablar del Evangelio. Pero no ha sido algo planificado. Contar historias es lo único que sé hacer, y es lo que amo. Trato de quitarle protagonismo en la transmisión del Evangelio al trabajo en sí, porque no creo que la eficacia esté ahí, sino que procede de aceptar que Dios te utilice. Y si tú no eres youtuber, ni instagrammer, ni director de cine, sino que eres albañil o estás enfermo en casa, puedes aceptar lo que eres y pedirle a Dios que te utilice.
–Pero su cine sí que tiene una profundidad, o muestra una visión trascendente de la vida.
–Claro, y yo creo en el poder transformador que tiene la comunicación, que tienen un periódico, una radio, un programa de televisión, una película de cine. Pero si hablamos de la transmisión del Evangelio, Dios se puede servir de quien sea y de lo que sea para anunciar esa buena noticia, y la historia de la Biblia está ahí. San Pablo era perseguidor de cristianos, los mataba, y acabó siendo apóstol. Mucho cuidado con a quién tachas de la lista, porque Dios no tacha a nadie. San Pedro era pescador y no sabía ni dónde estaba su pueblo, pero fue por el mundo anunciando el Evangelio. Por eso relativizo mucho el poder de los medios.

Fotograma de la película 'Tengamos la fiesta en paz', de Juan Manuel Cotelo
–¿Y usted se considera instrumento de Dios?
–Yo sé que no voy a convertir a nadie. ¡Y quiero convertir al mundo entero! Pero no hay película, no hay libro, no hay dinero, no hay argumento para convertir a una sola persona; no tengo fuerzas ni para convertirme a mí mismo, ¿cómo voy a convertir a los demás? Cuando aceptemos que todo depende de lo que Dios haga por nosotros, a través de nosotros, entonces veremos conversiones, empezando por la nuestra. Todo el protagonismo de la conversión la tiene Dios mismo. La condición no es el medio; la condición es la humildad, es la docilidad.
–Este camino fructificó en su productora, Infinito+1. ¿Cómo se consolidó el proyecto?
–A mí ni se me pasaba por la cabeza que mi trabajo tuviera algo que ver con mi fe. Ni mi trabajo ni mi vida pública; por ejemplo, nunca me santiguaba en público. En el mejor de los casos lo ofrecía en silencio, pero Dios lo cambia todo. Sentí que me decía: ¿por qué no hablas de mi? Me di cuenta de que nadie estaba hablando de esto, y a la vez de que no hay una persona a la que no le interese. Ese descubrimiento salpicó mi trabajo, porque sólo sé hablar de aquello que amo. Surge así, unido, y la consecuencia fue la productora Infinito+1. Hay productoras que hablan de cocina, de deportes, de noticias, de economía... y ninguna que hable sobre Dios, a no ser que hable mal. Los malos jugadores de la fe sí son noticia: el cura pederasta, el obispo ladrón, la monja asesina, el cura vampiro... Pero los que juegan bien no salen, a pesar de en Hollywood han funcionado muy bien películas como Ben-Hur o Un hombre para la eternidad, que cuenta la vida de Santo Tomás Moro. 12 Oscars. El cine español está también lleno de cine religioso.
–Pero cuando Martin Scorsese quiso contar la historia de los misioneros que fueron a Japón en Silencio fue absolutamente apartado...
–Es un riesgo, pero no me gusta ir de víctima ni de héroe. Tan arriesgado es hacer las películas que yo hago como las que hace Almodóvar, no me la juego más. Ningún productor de cine lo tiene fácil. Ni siquiera haber acumulado éxitos te garantiza el éxito siguiente. Hacer una película es siempre empezar una empresa nueva, y pensar que otros lo tienen más fácil que yo es una ingenuidad tremenda. Escribir un guion nunca es fácil, ni actuar bien, ni componer una banda sonora, ni buscar la financiación. Por eso no encajo es con el victimismo ni con la heroicidad. Si a mí no me dan un Goya no es porque haga cine religioso, sino porque a lo mejor no me lo merezco. Conozco a demasiadas personas que piensan que el mundo del cine está cerrado a los cristianos, y no es cierto. Nosotros hemos metido tres películas en Netflix sin enviar un solo correo electrónico, sin hacer una llamada de teléfono: un agente de compra de películas de Netflix vio la película y nos pidió más, porque resulta que buscan producciones sobre el hecho religioso... ¡y no hay! Hay demanda y no hay oferta. Y todavía me encuentro gente que dice que Netflix va contra la fe. Tenemos que remangarnos y apostar nuestro tiempo, dinero y talento y hacer las películas que creemos que merecen la pena, no quedarnos llorando porque el cine es anticristiano.
–Puede que haya victimismo, pero también hay una agenda política detrás de las productoras y hay ciertas ideas que tienen hoy más cabida que otras.
–Claro, pero por la pasividad de los cristianos. Es un grandísimo pecado de omisión, de negligencia. Creo que eso explica muchas cosas en el mundo, no solo en el cine. Los cristianos se han metido en la catacumba y se han hecho, como dice el Papa Francisco, autorreferenciales. Una fe vivida con la puerta cerrada. Una relación con Jesucristo de amante secreto. 'Yo te quiero mucho, pero que no nos vean juntos'. En el mundo del cine en concreto hay mucho cristiano agazapado, camuflado, algunos en los puestos de más alta responsabilidad. Pero no están dispuestos a sacrificar el riesgo de éxito, el prestigio profesional, renunciar al dios dinero. Y muchas veces son esos mismos los que más se quejan de lo malos que son los demás: los que no hacen nada. No puedo con esa actitud. Infinito+1 está en 39 países sin ningún tipo de obstáculo. Hemos hablado del Camino de Santiago, de la Virgen María... y nadie de la industria nos ha dicho nada. Es cuestión de ponerse a trabajar.