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17 de abril de 2024

La rendición de Breda, de Velázquez

'La rendición de Breda', de VelázquezWikimedia Commons

El renacer del espíritu de los Tercios, la temible infantería del ejército de España

Bajo el nombre Una pica en la Castellana, el proyecto pretende reunir 200.000 euros, cantidad justa para sufragar las cinco estatuas que elaborará el escultor Salvador Amaya

desfiles militares, recreaciones históricas, iniciativas en las redes sociales o incluso encuentros por toda España y conferencias para empaparse de la historia militar han sido algunas de las actividades que han inundado, no solo a la capital, sino a diferentes provincias como Sevilla, Valencia, Vigo, Guadalajara… Todo ello por un nuevo renacer del espíritu de los Tercios, la «temible infantería del ejército de España», en palabras del historiador francés René Quatrefages.
Este interés por los Tercios no acaba aquí. Recientemente, se lanzaba una campaña de micromecenazgo en la que, la Fundación Arte e Historia Augusto Ferrer-Dalmau, la Asociación 31 Enero Tercios, la Asociación Amigos del Camino Español de los Tercios y la Fundación Tercio de Extranjeros, buscan recaudar fondos para realizar la primera estatua de los Tercios españoles en Madrid.
Bajo el nombre Una pica en la Castellana, el proyecto pretende reunir 200.000 euros, cantidad justa para sufragar las cinco estatuas que elaborará el escultor Salvador Amaya basándose en la obra de Ferrer-Dalmau. Esta obra escultora que empezó a idearse en 2018, por fin podrá materializarse. El conjunto consistirá en cuatro figuras que escenifican de manera perfecta cómo estaban formados los Tercios. Los protagonistas serán un piquero, un arcabucero, un sargento y un soldado equipado con una espada ropera y una bandera. Por último, el quinto elemento será la figura de un perro, el compañero del hombre desde principio de los tiempos, tomando cierta licencia en esta representación. Pero ¿qué fueron los Tercios y cuál es su importancia?
Boceto del monumento a Los Tercios, por Augusto Ferrer-Dalmau

Boceto del monumento a Los Tercios, por Augusto Ferrer-Dalmau

Los Tercios españoles, otro modo de hacer la guerra

Cuando el emperador Carlos I fallece deja a su hijo, Felipe II, un Imperio donde «no se ponía el sol», un enorme Imperio que abarcaba territorios en cinco continentes diferentes despertando la codicia de los monarcas de toda Europa. Tuvieron que hacer frente a franceses, turcos, ingleses, holandeses… y el mejor instrumento que tuvieron para defender los intereses de España fueron los Tercios españoles: una fuerza militar que dominaría los campos europeos durante más de un siglo y medio.
Los turbulentos siglos XVI y XVII harán de los Ejércitos un instrumento fundamental para la transformación de los señoríos medievales en los Estados modernos. La experiencia adquirida durante la guerra contra el reino Nazarí de Granada sirvió de base para impulsar la transformación de los ejércitos de los Reyes Católicos a favor de un modelo moderno de la mano de Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán, quien dirigiendo al ejército contra los franceses en territorio italiano, consiguió la esperada hegemonía española en estos.
El Gran Capitán profesionalizó a los viejos ejércitos medievales con nuevas tácticas, una revolución logística y administrativa. El arcabuz, arma fundamental durante la guerra en Italia, se convirtió en el protagonista junto con la infantería española. Será a partir de 1535 cuando la Corona mantendría en cada uno de sus tres principales dominios italianos –Sicilia, Nápoles y Milán– un ejército permanente con unos 3.000 infantes españoles y algunas compañías de caballos. «Con esta presencia permanente de infantería española, la Monarquía Hispánica trataba de mantener su influencia sobre Italia y protegía sus territorios de cualquier ataque [...] convirtiéndose estos Tercios en la clave de la organización militar defensiva de los Austrias», analiza Eduardo de Mesa, coordinador del Instituto CEU de Estudios Históricos en un trabajo sobre la herencia del Gran Capitán a los Tercios.
En el campo de batalla, los primeros en abrir fuego eran los mosquetes, armas pesadas y de largo alcance. Después de esta primera descarga, disparaban los arcabuces mientras que sus unidades móviles se desplazaban por las mangas para envolver al enemigo. Una vez despejado el camino avanzaban los piqueros en cuadro y cuyas armas de seis metros mantenían lejos a la caballería enemiga. En primera línea se encontraban los piqueros veteranos con más protección –casco, peto y falderas de metal– que las picas «secas», en la segunda fila del cuadro. Estos tenían menor experiencia en combate por lo que servían de apoyo para los primeros.
Rocroi, el último tercio de Ferrer Dalmau

Rocroi, el último tercio, por Augusto Ferrer-Dalmau

La historia militar del mundo acababa de cambiar y los soldados españoles con su táctica y la potencia de sus armas de fuego dominaron los campos de batalla a lo largo de dos siglos con victorias como las de Pavía (1525), San Quintín (1557), Cagayán (1582) en la que solo bastaron 40 españoles para derrotar a 1000 piratas japoneses protegiendo, así, las islas Filipinas; Empel (1585) o Breda en 1625.

El resurgir de los Tercios

Destacaron enormemente en la Guerra de Flandes que duró desde 1568 a 1609 cuando se produjo la Tregua de los Doce años que logró Felipe III, pero continuó desde 1621 a 1648 hasta las paces de Westfalia y Munster. La batalla de Rocroi en 1643, una derrota en mitad de la Guerra de los Treinta años, deshizo el mito de la invencibilidad de los españoles. Y en 1704 Felipe V ratificó la orden para disolver los Tercios.
Desde entonces podemos distinguir dos momentos en el renacer del espíritu de los Tercios. Uno historiográfico marcado por un resurgir de su fama en el siglo XIX con un gran número de trabajos dedicados al estudio de los conflictos en los que la gloriosa infantería española, «lograron que los Tercios retornaran del limbo en el que habían sido sumidos», explica Eduardo de Mesa a El Debate. Un gran trabajo académico que continuarían un siglo después las obras de Geoffrey Parker, de René Quatrefages y I. A. A. Thompson. Estos autores «exploraron únicamente una minúscula parte de un inmenso mundo que sigue siendo desconocido», continua de Mesa. Finalmente, la obra de Julio Albi De Pavía a Rocroi en 1999 «supuso un punto de inflexión, pues se publicó cuando el estudio de los Tercios estaba muerto» y hoy gracias a los esfuerzos de un grupo pequeño de historiadores militares(Davide Maffi, Antonio J. Rodríguez, Agustín Jiménez y el propio Eduardo de Mesa), «los estudios sobre dichas unidades se multiplican gradualmente», afirma al periódico.
Y el otro estaría impulsado por la imagen romántica de unos hombres que luchaban por su honra. «Ellos sabían que sirviendo al Rey servían a España», aclara de Mesa. Por lo que, a pesar de no coincidir con el proceso de formación de España como Estado Nación, «ya tenían una idea proto nacional. Eran conscientes de lo que era España y combatiendo demostraban su honor», continúa. Este factor es el que ha hecho que jóvenes del siglo XXI retrocedan en el tiempo para recordar y acercar a todo el mundo a este cuerpo que dominó los campos de batalla europeos durante los siglos XVI y XVII.
Lejos de cualquier connotación política, el proyecto Una lanza en la Castellana y los diferentes perfiles en las redes sociales sobre los Tercios intentan acercar, profundizar y procurar no dejar en el olvido este aspecto de la Historia de España.
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