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19 de abril de 2024

Domingo Villar

Domingo VillarEdiciones Siruela

Muere Domingo Villar, gran escritor de novela negra, tras ingresar en la UCI por un ictus cerebral

El escritor gallego Domingo Villar, autor de novela negra y creador del personaje Leo Caldas, ha fallecido a los 51 años en su ciudad natal, Vigo

El escritor Domingo Villar (Vigo, 1971) ha muerto en su ciudad natal, a los 51 años, víctima de un ictus cerebral. El pasado 16 de mayo ingresaba en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo en estado «muy grave» tras sufrir un derrame.
Según fuentes hospitalarias, el escritor se hallaba en coma y no llegó a pasar por planta al llegar al centro con una «hemorragia severa», a la que no ha sobrevivido y por la que ha muerto dos días después.
Villar saltó a la fama con la creación del personaje Leo Caldas, protagonista de la trilogía Ollos de auga, A praia dos afogados y O último barco. A pesar de su predilección por la novela negra, era un hombre más interesado en los héroes cotidianos que hacen el bien que en los villanos que se decantan por el mal. Por eso el detective Leo Caldas está siempre más pendiente de exculpar a los acusados en falso, y con este método el mal queda expuesto, y acaba saliendo a la luz.
Su novela negra tiene más tintes psicológicos que políticos, e incluso un trasfondo moral que hace de sus personajes, perfectamente delineados y dibujados, un timón que dirige sus acciones. Tenía Domingo Villar en su padre su propio faro moral, pero también un ejemplo a seguir: resulta que aquel vinatero gallego era también escritor aficionado, que gustaba especialmente de escribir coplillas.
En casa de Domingo Villar se leía, pero sobre todo se celebraba la narración como regalo. Con un buen vino, cosecha familiar, se contaban relatos a la fresca del norte. Por ello el último libro publicado en vida de Villar fue precisamente una recopilación de esos relatos, Algunos cuentos reunidos (Siruela).
Domingo Villar era capaz de cambiar una palabra o una frase solo buscando la musicalidad de sus textos, porque siempre creyó en el valor oral de los mismos. Le gustaba especialmente la fonética gallega, sus requiebros danzarines, y por eso solía escribir en gallego, aunque pasó casi toda su vida adulta ya en Madrid. Y también porque estaba enamorado de su tierra, especialmente de la evocadora ría de Vigo, siempre presente en sus relatos.
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