Rafael Nadal y Andrés Roca Rey
Lo que va del «pasabolas» Nadal al «pegapases» Roca Rey
Al mallorquín no hace mucho tiempo le llamaban los aficionados «pasabolas», que es algo así como el equivalente tenístico del taurino «pegapases»
Se ha oído de Roca Rey, el torero del verano y más allá, que es un «pegapases». No deja de sorprender el aficionado, libre (no faltaba más) para expresar sus epítetos sobre los protagonistas de su afición. Pero cabe preguntarse: si Roca Rey es un «pegapases», ¿qué era Dámaso González, un torero artista? ¿Qué es El Juli, un torero banderillero?
El matador peruano se pasa al toro casi como un Harlem Globber Trotter la pelota, pero con pitones. La técnica la domina, aunque el riesgo la tape. En la cercanía de las puntas Roca Rey se multiplica, lo que es algo similar en el significado esencial a lo que hace Nadal en una pista de tenis cuando el agua le llega al cuello.
A Nadal no hace mucho tiempo le llamaban los aficionados «pasabolas», que es algo así como el equivalente tenístico del taurino «pegapases». El aficionado a veces se columpia con sus juicios como un niño que cada vez quiere subir más y más arriba. Todos los que llamaron «pasabolas» al joven Nadal hace tiempo que salieron volando.
Triunfador hasta la bola
Es casi un misterio donde se ha podido ver que Roca Rey es un «pegapases». ¿«Pegapases» Roca Rey? ¿Acaso se habrá podido nublar la vista en el volar de sus verónicas? ¿En la verdad de su entrar a matar? El «pegapases» de Roca Rey es el adjetivo característico que ha de soportar el triunfador hasta la bola. Si Roca Rey es un «pegapases» es que ya ha dejado de ser el joven sorprendente para adentrarse en el magisterio por certificar en la edad adulta.
El día que llamaron «pasabolas» a Nadal, el mallorquín ya estaba a las puertas de la madurez en lo suyo, donde uno dice adiós al prodigio para pasar a la hondura. Pero fue como una premonición. El calificativo hiriente que dio paso, como una presentación a bombo y platillo, la señal definitiva, como si proviniese de un oráculo, a toda la colección de recursos que enterraban el fantasma del «pasabolas» que nunca existió.
Como tampoco ha existido nunca el «pegapases» de Roca Rey. Ahora que ya se ha dicho es cuando va a tener que venir lo mejor del limeño, como si nada de lo conseguido, de lo hecho, de lo pintado o esculpido hubiera sido realizado en verdad, como si fuera poco. Que haya suerte y lo será.