Jean-Luc Godard en el Festival de Cannes en 2001
Los cinco originales años de Godard antes de perderse en el maoísmo asesino
Como otros artistas e intelectuales del mayo francés, el cineasta parisino abandonó los inicios que lo hicieron universal para abrazar una ideología criminal
La primera película de Jean-Lúc Godard fue Al final de la Escapada, una novedosa y extraordinaria película que le hizo famoso para siempre. El asesino Belmondo y la bella e inocente Jean Séberg. El pulgar sobre los labios de Jean-Paul fue un gesto que pervivió hasta en la publicidad de finales de siglo. A Bout de Soufflé, su título original, fue un documental hecho cine en el que la gente de la calle, sin saberlo, eran extras. Extras sorprendidos que miran a la cámara. Godard y sus gafas de sol y su cámara siguiendo a los dos protagonistas en la huida despreocupada cuyo cerco se va estrechando.
Esa originalidad, un clásico desde su estreno, tuvo continuidad en los años siguientes. La forma de rodar le permitía casi hacer películas en cadena. De aquella inspiración industrial de la Nouvelle Vague salieron, al menos, otras dos obras destacadas: Pierrot el Loco (considerada por muchos su mejor película) y Banda Aparte (destacan también Sin Aliento o Alphaville), la primera otra vez protagonizada por Belmondo, y la segunda un nuevo objeto de culto, llena de imágenes icónicas. Los labios de Belmondo llegaron a un anuncio de Martini y Tarantino le puso Band Apart de nombre a su productora.
Eso fue todo (lo conocido: su prestigio no cesó de crecer en su renuncia a la comercialidad). Belmondo hizo aquel gesto para la posteridad mientras miraba un cartel de Bogart. Fue un acto de rebelión a través de un talento refrescante que se afeó poco después con la deriva maoísta del autor de cuyo genio original ya no se volvió a saber, apenas en gotas, perdido en el caos, echado a perder en la vuelta de tuerca del mayo francés y el sueño utópico que acabó abandonando y que fue uno de los grandes horrores del siglo XX.
Comentarios
