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29 de marzo de 2024

Retrato de Baltasar Gracián

Retrato de Baltasar Gracián

Diez aforismos eternos de Baltasar Gracián en el aniversario de su muerte

El jesuita y autor de El Criticón escribió en 1647 El Arte de la Prudencia, una suerte de manual de autoayuda de gran vigencia en el presente

Dice el mismo Baltasar Gracián en Agudeza y Arte de Ingenio que se crio en Toledo a pesar de que nació en Calatayud en 1601. Filósofo, teólogo y sacerdote jesuita, dio clases de Letras Humanas, Gramática y Teología Moral, que alternó con sus obligaciones de confesor y predicador. En 1637 escribió El Héroe, veinte capítulos para lograr esa aspiración en la vida de un hombre. Del «héroe» pasó a diseccionar al «perfecto gobernante» tomando como ejemplo al rey Fernando.
Confesor del napolitano Francesco María Caraffa, duque de Nocera, virrey de Aragón y posteriormente también de Navarra, la muerte de este en la cárcel por oponerse a la política de Olivares puede que le llevara a escribir el Arte de Ingenio para que nada parecido le volviera a suceder a nadie. Después escribió El Discreto, antes de vivir sus años de mayor tranquilidad, cuando escribió El Arte de la Prudencia, trescientos aforismos de aplicación práctica cuya influencia ha llegado hasta el presente y de los que aquí incluimos diez.
Después escribió, por partes, su gran obra, El Criticón, cuya primer capítulo fue dedicado al militar Pablo de Parada, la segunda a Juan José de Austria y la tercera a Lorenzo Francés de Urritigoiti, una última parte de su obra universal por la que fue reprendido públicamente y castigado a un ayuno de pan y agua. Una pena que refrendó el general Nickel por considerar peligrosas sus ideas. Como consecuencia de esta condena su salud se vio afectada hasta la muerte que le llegó un 6 de diciembre de 1658.

Diez aforismos sobre la prudencia de Baltasar gracián:

  • «Nunca perderse el respeto a sí mismo. Ni se roze consigo a solas. Sea su misma entereza norma propria de su rectitud, y deva más a la severidad de su dictamen que a todos los extrínsecos preceptos. Dexe de hazer lo indecente más por el temor de su cordura que por el rigor de la agena autoridad. Llegue a temerse, y no necessitará del ayo imaginario de Séneca».
  • «Saber usar del desliz. Es el desempeño de los cuerdos. Con la galantería de un donaire suelen salir del más entrincado laberinto. Hurtásele el cuerpo airosamente con un sonriso a la más dificultosa contienda. En esto fundava el mayor de los grandes Capitanes su valor. Cortés treta del negar, mudar el verbo; ni ai mayor atención que no darse por entendido».
  • «Cultura, y aliño. Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose. Haze personas la cultura, y más quanto mayor. En fe della pudo Grecia llamar bárbaro a todo el restante universo. Es mui tosca la ignorancia; no ai cosa que más cultive que el saber. Pero aun la misma sabiduría fue grossera, si desaliñada. No sólo ha de ser aliñado el entender, también el querer, y más el conversar. Hállanse hombres naturalmente aliñados, de gala interior y exterior, en concepto y palabras, en los arreos del cuerpo, que son como la corteza, y en las prendas del alma, que son el fruto. Otros ai, al contrario, tan grosseros, que todas sus cosas, y tal vez eminencias, las deslucieron con un intolerable bárbaro desaseo».
  • «Arte para vivir mucho: vivir bien. Dos cosas acaban presto con la vida: la necedad o la ruindad. Perdiéronla unos por no saberla guardar, y otros por no querer. Assí como la virtud es premio de sí misma, assí el vicio es castigo de sí mismo. Quien vive aprisa en el vicio acaba presto de dos maneras; quien vive aprisa en la virtud nunca muere. Comunícase la entereza del ánimo al cuerpo, y no sólo se tiene por larga la vida buena en la intensión, sino en la misma extensión».
  • «Saber con recta intención. Asseguran fecundidad de aciertos. Monstrosa violencia fue siempre un buen Entendimiento casado con una mala voluntad. La intención malévola es un veneno de las perfecciones y, ayudada del saber, malea con mayor sutileza: ¡infeliz eminencia la que se emplea en la ruindad! Ciencia sin seso, locura doble».
  • «Fortuna y Fama. Lo que tiene de inconstante la una, tiene de firme la otra. La primera para vivir, la segunda para después; aquélla contra la invidia, ésta contra el olvido. La fortuna se desea y tal vez se ayuda, la fama se diligencia; deseo de reputación nace de la virtud. Fue, y es hermana de Gigantes la Fama; anda siempre por estremos, o monstros, o prodigios, de abominación, de aplauso».
  • «El saber y el valor alternan grandeza. Porque lo son, hazen inmortales; tanto es uno quanto sabe, y el sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a escuras. Consejo y fuerças, ojos y manos; sin valor es estéril la sabiduría».
  • «Señorío en el dezir y en el hazer. Házese mucho lugar en todas partes, y gana de antemano el respeto. En todo influye, en el conversar, en el orar, hasta en el caminar; y aun el mirar en el querer. Es gran vitoria coger los coraçones. No nace de una necia intrepidez, ni del enfadoso entretenimiento, sí en una decente autoridad nacida del genio superior y ayudada de los méritos».
  • «No escucharse. Poco aprovecha agradarse a sí, si no contenta a los demás, y de ordinario castiga el desprecio común la satisfación particular. Débese a todos el que se paga de sí mismo. Querer hablar y oírse no sale bien; y si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada. Achaque de señores es hablar con el bordón del «¿digo algo?» y aquel «¿e?» que aporrea a los que escuchan. A cada razón orejean la aprobación o la lisonja, apurando la cordura. También los hinchados hablan con Eco, y como su conversación va en chapines de entono, a cada palabra solicita el enfadoso socorro del necio «¡bien dicho!»».
  • «Saber sufrir necios. Los sabios siempre fueron mal sufridos, que quien añade ciencia añade impaciencia. El mucho conocer es dificultoso de satisfazer. La mayor regla del vivir, según Epicteto, es el sufrir, y a esto reduxo la metad de la sabiduría. Si todas las necedades se han de tolerar, mucha paciencia será menester. A vezes sufrimos más de quien más dependemos, que importa para el exercicio del vencerse. Nace del sufrimiento la inestimable paz, que es la felicidad de la tierra. Y el que no se hallare con ánimo de sufrir apele al retiro de sí mismo, si es que aun a sí mismo se ha de poder tolerar».
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