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06 de mayo de 2024

T.S. Eliot en 1923

T.S. Eliot en 1923

Cien años de 'La Tierra Baldía', el poema que T.S. Eliot escribió sin saber lo que decía

El autor aseguró que su obra había sido más bien un gruñido, una especie de queja personal frente a la vida

En diciembre de 1922 se publicó The Waste Land (La Tierra Baldía) de Thomas Stearns Eliot (1888-1965). Este dramaturgo, poeta y crítico literario es uno de los máximos representantes de la poesía en lengua inglesa. Como escribe el poeta José María Valverde: «la publicación de La Tierra Baldía convierte a T. S. Eliot en la figura central de la vida poética en lengua inglesa. La crítica saludó el complejo y oscuro poema como símbolo de una época de desintegración, que trataba desesperadamente de poner algún orden en el creciente caos aplicando mitologías y formas heredadas del pasado».
Eliot, con posterioridad, publicó varias obras que marcaron la literatura en lengua inglesa como Cuatro Cuartetos (1943), Asesinato en la Catedral (2935) o Miércoles de Ceniza (1930), siendo La Tierra Baldía su consagración literaria. Consta de 434 versos. La edición príncipe, la primera empresa, estuvo a carga de Horace Liveright, editor de Nueva York, a través de la editorial Boni and Liveright. La primera edición británica no apareció hasta septiembre de 1923. La obra en cuestión está dedicada al escritor Ezra Pound, il miglior fabbro (el mejor artesano).
Conocidos son los primeros versos: «Abril es el mes más cruel, criando lilas de la tierra muerta, mezclando memoria y deseo, avivando raíces sombrías con lluvias de primavera». El poema está dividido en cinco partes: El entierro de los muertos; Una partida de ajedrez; El sermón del fuego; Muerte por agua; Lo que dijo el trueno.
Hay varias interpretaciones con respecto al significado del poema. Algunos han querido ver la vida en un Londres después de la Primera Guerra Mundial. Otros el hastío de la condición humana moderna. También se considera la visión de una tierra infecunda habitada por hombres y mujeres que rechazan la experiencia de la muerte y, en ella, cualquier deseo de una vida mayor. Eliot aseguraba que el poema había sido más bien un gruñido, una especia de queja personal frente a la vida. También Eliot, en 1963, confesó que «en La tierra baldía ni siquiera me preocupé de si entendía lo que decía».

El infierno de Eliot

En aquellas mismas declaraciones comenta que «el lector más experto no se preocupa de entender; no, por lo menos al principio. Sé que parte de la poesía de la que soy más devoto es aquella que no entendí en su primera lectura; por otra parte, es poesía que aún no estoy seguro de entender, como me sucede con Shakespeare». Poema denso, enigmático, interno, es el infierno de Eliot que describe con terror el mundo que había dado lugar a la Primera Guerra Mundial.
Del poema podemos destacar cuatro grandes temas que se eternizan en el tiempo. No solo forman parte de aquella época que nos llevó a la Gran Guerra, sino que hoy en día también son de actualidad al igual que lo fueron hace 200 años los temas sobre el desarraigo urbano, el extravío de la memoria y de la cultura del recuerdo, el daño ecológico y la rendición del hombre y la mujer. En La idea de una sociedad cristiana (1939), Eliot denuncia el mal trato a la naturaleza y la causas de la ruptura entre nosotros y él:
«Estoy hablando de la conformidad con la naturaleza en un sentido más amplio que este. Nos estamos dando cuenta de que la organización de la sociedad basada en el lucro privado así como en la destrucción pública nos llevan a la destrucción de la humanidad debido al industrialismo no regulado, al agotamiento de los recursos naturales y a que una buena parte de nuestro progreso material es un progreso por el cual las generaciones venideras tendrán que pagar un precio muy alto. Solo necesito mencionar como un ejemplo que está a la vista de todos, los resultados de la erosión del suelo, la explotación de la tierra a gran escala durante dos generaciones para beneficio comercial. Lamentaría que se creyera que condeno una sociedad debido a su ruina material, pues ello implicaría reconocer que su éxito material constituye una prueba suficiente de su excelencia. Solo quiero significar que una actitud equivocada hacia la naturaleza implica, de algún modo, una actitud equivocada hacia Dios y que la consecuencia es el desastre inevitable».
En La tierra Baldía encontramos mitos, leyendas, citas y otros autores, junto con varios idiomas. En él se mezclan muchas cosas, como si de una Torre de Babel se tratara. Podemos decir que la obra está compuesta de multitud de imágenes rotas. Recuerdos entrelazados que se van reorganizando, dando razón a la memoria en la cultura. El desarraigo y la rendición, aunque con esperanza y futuro, queda plasmado en este verso: «aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año último ¿esta empezando a brotar? ¿florecerá este año?».
En la segunda parte del poema son las mujeres las protagonistas. Cleopatra, Lil y Ofelia... Mujeres que se nos presentan solas, desquiciadas, en busca de no perder la cordura, aunque posiblemente ya la han perdido. Eliot homenajea al río Támesis en la tercera parte. La cuarta parte es un recuerdo, que muchos quieren olvidar: que un día u otro nos moriremos. Finalmente, la quinta parte, es un canto a la esperanza, siempre con el recuerdo de lo que ha pasado y puede volver a pasar.

Radiografía de la sociedad

Desde la introspección de uno mismo, de una reflexión personal, Eliot hace una radiografía de la sociedad que veía a diario. Universaliza la condición humana desde su yo personal. Como escribe «en la orilla del Lemán me senté a llorar». Eliot rememora al Rey David que, en el Salmo 137 escribe «junto a los ríos de Babel estábamos sentados y llorando, recordando a Sión». Eliot recordaba aquella sociedad anterior a la Gran Guerra que, por culpa de ella, había dejado baldía una tierra floreciente y fructífera.
El poema acaba repitiendo tres veces «Shantih», un canto a la esperanza, al futuro, como la carta de san Pablo a los Filipenses: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». Lean La Tierra Baldía aunque hayan pasado cien años.
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