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02 de mayo de 2024

Blanca Sánchez, Pedro Almodóvar y Alaska, en el Festival de San Sebastián en 1980

Blanca Sánchez, Pedro Almodóvar y Alaska, en el Festival de San Sebastián en 1980Cortesía/SSIFF Archivo Festival

Cuando ETA amenazaba al Festival de Cine de San Sebastián (que ahora defiende el documental de Josu Ternera)

La capital donostiarra, con 94 asesinatos de ETA y sus organizaciones afines, es la localidad que encabeza la macabra clasificación de lugares con más ciudadanos asesinados por los terroristas. Invitados y organizadores del certamen no escaparon al terror

Lo decía Fernando Savater en su libro El gran fraude, publicado en 2005, donde además de recordar que en todas las ediciones de los premios Goya sólo una vez una persona se atrevió a manifestarse pública y dramáticamente contra el terrorismo (fue José Luis Borau, mostrando sus manos blancas ante las cámaras), denunciaba públicamente que el Festival de San Sebastián jamás se alzó contra la banda terrorista, ni siquiera cuando se produjeron atentados durante los días del certamen.
En la historia del festival no se produjo jamás un minuto de silencio, ni una broma contra el Ejecutivo vasco, ni los invitados llevaron nunca pegatinas con «ETA no» (aunque sí con el «No a la guerra»): esas sugerencias eran consideradas un intento de politizar la muestra. Si uno lee a Diego Galán en el libro que publicó por el aniversario del certamen, 50 años de rodaje, parece que la obligación de compromiso político había terminado con la muerte de Franco y que, a partir de ese momento, lo que había que hacer era «mantenerse al margen».
Este foro de la cultura universal, este altavoz y a la vez silenciador de problemas a gusto de promotores e interesados, ha perdido durante años la oportunidad de posicionarse contra la peor lacra de nuestro país. Sí se han realizado y proyectado, en cambio, ciclos contra la censura franquista o se han reducido las películas francesas cuando ETA atentaba en el país vecino, y también se han «colado» energúmenos con pancartas a favor de los presos o vociferando soflamas nacionalistas.
Manifestación en San Sebastián para reclamar el traslado de todos los presos de ETA al País Vasco, en 2021

Manifestación en San Sebastián para reclamar el traslado de todos los presos de ETA al País Vasco, en 2021TVE

Manifestaciones dentro del festival

La historia del SSIF es larga. En más de una ocasión manifestantes filoetarras han reventado las actividades del certamen. Así ocurrió en 2016: la ceremonia de inauguración se vio interrumpida por los gritos de un grupo de abertzales a favor del reagrupamiento de los presos etarras. La gala, conducida por las actrices Emma Suárez, Mireia Gabilondo y Cayetana Guillén Cuervo, se vio interrumpida por los gritos de los etarras. De hecho, minutos antes del comienzo de la gala una manifestación a favor del reagrupamiento recorrió las calles del casco viejo de Donosti.
En el año 2000 algunos cineastas, como Pedro Almodóvar o Bernardo Bertolucci, sí se sumaron a la manifestación por la Constitución, que se produjo durante el festival y tan solo ocho días después del atentado a José Ramón Recalde. Sin embargo, cuando Fernando León de Aranoa recogió la Concha de Oro por Los lunes al sol en 2002, aún estaba caliente el cadáver del guardia civil acribillado unas horas antes por los terroristas. De nuevo, silencio.
Había invitados con escolta. Había ruedas de prensa mientras se informaba en las televisiones de que había muerto otro más a manos de los terroristas, en este caso en el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Leitza. Había periodistas realizando entrevistas y haciendo preguntas en las mismas calles en las que horas antes se había desangrado otra víctima. Pero nadie dijo nunca nada... de ETA. Porque alzaban la voz por la causa saharaui, contra el vertido del Prestige o contra el gobierno de Aznar.

No reciprocidad

Sin embargo, ese supuesto respeto no funcionaba al contrario. El propio Carlos Boyero, crítico cinematográfico, lo relata: «Amenazas he tenido infinitas. ETA, por ejemplo, me puso pintadas con eso del último aviso y tal ('Carlos Boyero anti vasco')». Mientras el certamen confundía el «cine comprometido» con el verdadero compromiso y el heroísmo con la crispación, tanto invitados como organizadores sufrían el terror, las amenazas o, directamente, la dura ley del silencio.
La capital donostiarra, con 94 asesinatos de ETA y sus organizaciones afines, es la localidad que encabeza la macabra clasificación de ciudades con más ciudadanos asesinados por los terroristas. Sin embargo, los carteles y pintadas en favor de los presos de ETA y de organizaciones vinculadas a la izquierda radical crecen en número y tamaño conforme se accede al núcleo duro de la Parte Vieja. Una de las calles más conflictivas durante la década de los 80 y los 90 fue la de Juan de Bilbao , donde perviven una «herriko taberna» y varios locales de naturaleza proetarra. Tristemente, el Centro Kursaal no queda lejos.
La batasuna y abogada de etarras Jone Goirizelaia recoge una rosa blanca que le concedió la asociación de mujeres de la Unión de Actores, que dirige Pilar Bardem

La batasuna y abogada de etarras Jone Goirizelaia recoge una rosa blanca que le concedió la asociación de mujeres de la Unión de Actores, que dirigía Pilar Bardem

Esa misma ciudad tan golpeada por el terrorismo no se sirvió nunca de su festival de cine internacional para condenar lo que estaba sucediendo. Es inolvidable la imagen de la actriz Pilar Bardem, feroz militante anti-PP, entregándole una rosa blanca a Jone Goirizelaia, ex diputada de Batasuna-ETA y abogada de etarras. Las víctimas de ETA, cabizbajas, pidieron a las actrices que llevaran esas rosas a las tumbas de los asesinados por la banda. No hay constancia de que aceptaran la proposición.
Ahora, el Festival de Cine de San Sebastián no sólo ha perdido una oportunidad de compensar tanto mal, tanta ignorancia y tanta cobardía, sino que ha dado un paso adelante en su afrenta: ha respondido, defendiendo la proyección del documental No me llame Ternera, codirigido por Jordi Évole y Màrius Sánchez, a la carta que este lunes por la tarde ha publicado El diario vasco, rubricada por 514 firmas y titulada «Contra el blanqueamiento de ETA y Josu Ternera», que se opone al estreno el día 22 en el Zinemaldia de esta producción de Netflix, que inaugurará la sección Made in Spain.
Según el certamen, es «una entrevista exclusiva a una de las figuras clave en la organización de ETA: Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera. De la mano de Jordi Évole, el documental ofrece una mirada inédita desde dentro a la banda terrorista y aborda algunos de los momentos decisivos hasta su disolución en 2018. Una tensa y exhaustiva conversación que ha permitido a una víctima del conflicto resolver incógnitas del atentado que sufrió hace casi 50 años».

514 firmas en contra del documental

Sin embargo, muchos ven en este documental un claro blanqueamiento de la banda terrorista y de su brazo político. Fernando Savater, Fernando Aramburu , Mar Blanco, Ana Iríbar, Carmelo Barrio, Andrés Trapiello, Félix de Azúa, Carlos Martínez Gorriarán, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua, Rubén Múgica o Teo Uriarte son algunos de los 514 nombres de procedencias e idearios distintos que figuran como firmantes en el manifiesto emitido ayer a la dirección del Festival de cine de San Sebastián, que dará su pistoletazo de salida el próximo 22 de septiembre, exigiendo la retirada inminente del documental.
«Ese documental forma parte del proceso de blanqueado de ETA y de la trágica historia terrorista en nuestro país, convertida en un relato justificativo y banalizador que pone al mismo nivel a asesinos y cómplices, víctimas y resistentes», se puede leer en uno de los extractos del escrito remitido al Zinemaldia.
«Nos negamos a que tales motivos deban ser expuestos y aplaudidos en un evento cultural del máximo nivel, como si se tratara de un testimonio de vida admirable y de una emocionante historia de acción. Hacerlo es blanquear el terrorismo y banalizar crímenes gravísimos por los que Josu Ternera, aún prófugo de la justicia, afronta una petición fiscal de 2.354 años de cárcel».

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