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29 de abril de 2024

Árboles para colgar deseos a la entrada de la nueva exposición de Yoko Ono, ''Music of the Mind', en la Tate Modern

Árboles para colgar deseos a la entrada de la nueva exposición de Yoko Ono, ''Music of the Mind', en la Tate ModernEFE

Yoko Ono expone un lienzo en blanco en su nueva exposición en Londres

La muestra se titula Music of the Mind, donde la artista y viuda de John Lennon busca que el público llegue a la «música de los pensamientos»

No se sabe si es un hito del arte moderno. Desde luego supera al trabajo y también a la inspiración de pegar un plátano a la pared con cinta adhesiva. Miguel Ángel tardó cuatro años en pintar los techos de la Capilla Sixtina, y Yoko Ono ha tardado exactamente nada en pintar nada en el lienzo en blanco que muestra en su nueva exposición en la Tate Modern de Londres.

«Interacciones únicas»

El descaro es mayúsculo. Pero el arte moderno ya se sabe que no conoce esa palabra. Lo que hace Ono es «llamar a la creatividad» de los visitantes. Es decir, se dice autora de una obra que no existe y que en realidad van a realizar otros, precisamente los espectadores. Casi podría decirse que mayor desvergüenza es imposible, pero en un museo o en una galería contemporánea se llama arte.
Music of the Mind se podrá visitar (o mejor dicho crear) desde el 15 de febrero hasta el 1 de septiembre en Londres, donde el público empezará a pintar sobre el lienzo. «Esperamos que los visitantes vengan con ese sentido de la creatividad y de implicación. Ya hemos empezado a verlo y creemos que puede generar interacciones únicas», ha dicho el comisario de la exposición Andrew de Brún.
Muchas de las 200 obras por pintar (también otras pertenecen a una retrospectiva de su carrera) poseen un componente de reivindicación, como en el proyecto Add Colour (Refugee Boat). En él la gente podrá pintar el barco y las paredes con rotuladores azules, en referencia al color del mar hacia el que se embarcan muchas personas en busca de un futuro mejor, como una reflexión sobre la crisis migratoria.
Dicen que es un enfoque radical (y tanto) para «examinar el lenguaje, el arte y la participación» en el culmen de la caradura, donde el espectador/artista puede hacer lo que quiera con los lienzos, incluido atravesarlos como atraviesan los límites del absurdo Ono y los huéspedes de la «obra» donde, según la directora de la galería, Karin Hindsbo, el público debe «imaginar», incluso más que crear, además de pagar, mientras Yoko Ono y la Tate Modern cobran.
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