Disputa entre dos monjes
Las palabras vacías de la filosofía
La historia de una de las grandes disputas intelectuales de la Edad Media
A pesar de lo que algunos historiadores y muchos autores de ficción han tratado de establecer, ese amplísimo periodo denominado Edad Media tuvo muy poco de oscuro. Aquellos fueron los años de las grandes catedrales góticas, el origen de las universidades y la salvaguarda de un pensamiento clásico que marcó la filosofía de Oriente y Occidente.
Con la Escolástica como más elevada cota, la filosofía cristiana, musulmana y judía volvía una y otra vez a las grandes cuestiones del hombre en un intento siempre minusvalorado de acompasar fe y razón. De entre los muchos temas que abordaron, uno de ellos se convirtió en disputa recurrente y aún hoy se conoce como el problema de los universales.
La discusión giraba en torno a la pregunta sobre qué son y qué realidad tienen esos conceptos universales, como hombre, mochila o triángulo, con los que nos referimos a las cosas concretas. ¿Existen solo en la mente? ¿Son una «cosa» ajena a nuestro entendimiento? Aunque con muchos matices y posiciones intermedias, en los extremos se situaron los realistas absolutos y los nominalistas.
Soplos de voz
El primer grupo, los realistas absolutos, defendían la existencia real y ajena a la mente de los universales. Serían algo similar a las ideas platónicas y estarían presentes en todos los individuos de una misma especie. Es decir, los perros Triscas y Lucy comparten esa sustancia universal «perro» que es anterior a ellos y se distinguen el uno del otro por sus accidentes concretos, como el color del pelo, el tamaño o el sonido de su ladrido.
La respuesta filosófica a esta postura la dieron los nominalistas. Según este grupo de pensadores, los universales no existen de ninguna manera. Esos conceptos que utilizamos para denominar a las cosas son palabras vacías, flatus vocis, que nos son útiles para señalar aquellas que son semejantes o guardan una relación fácil de reconocer.
Su planteamiento parte del reconocimiento de que nada hay universal en la naturaleza. Este, ese o aquel caballo son concretos, independientes e individuales y el concepto que utilizamos para identificarlos solo existe como algo posterior a ellos y creado por la mente ante la pluralidad de individuos semejantes.
En esta disputa es posible encontrar multitud de vertientes metafísicas, epistemológicas o antropológicas. El nominalismo se sostiene sobre la base del empirismo escéptico y el rechazo a la posibilidad de conocer algo que vaya más allá de lo concreto que captamos por los sentidos.
Muchos de los grandes pensadores de la Edad Media pusieron su granito de arena en esta discusión: Escoto, san Anselmo, Avicena, Roscelino de Champeaux o el propio santo Tomás de Aquino, quien encontró en el principio de individuación una interesante solución al conflicto.