Los Beatles durante la promoción de 'Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band'
¿Esa canción es de ese grupo? Canciones inesperadas de algunas de las mejores bandas de rock
Algunas bandas adoptaron la arriesgada decisión de romper con su trayectoria y reinventarse para sobrevivir a los caprichos del tiempo y la moda. No siempre salió bien
La personalidad de una banda de rock exige una coherencia en su estilo, trayectoria y sonido. Hay casos en que, por los muy diversos motivos, una banda ha tratado de dar un volantazo y cambiar radicalmente su música.
En España conocemos el caso de Dover cuando, en un intento de refundación de la banda, dejaron atrás el hard rock para explorar la música electrónica pop con Follow The City Lights.
El disco tuvo un exitoso sencillo, Let Me Out, bastante aceptable, por otro lado, que los animó a explorar esa vía. Pero ya no eran Dover. Dover era rock de guitarreo, Devil Came to Me y Serenade.
Pero Let Me Out era otra cosa. El éxito de Follow The City Lights les llevó a un segundo álbum de ese estilo, I Ka Kené, con el que, directamente, desataron la ira de sus fans.
La experiencia les llevó a tratar de regresar a sus orígenes con Complications, pero ya era demasiado tarde. En 2016 se separaba una de las bandas más originales del rock español tras haber alcanzado el estrellato a finales de los 90. Lo cierto es que el siglo XXI no le sentó nada bien a la mayoría de las grandes bandas noventeras.
Algo parecido le pasó a una de las grandes bandas de rock estadounidense y mundial, The Doors.
Tras haber alcanzado la cima del olimpo del rock con su mezcla de psicodelia y malditismo a cargo de Jim Morrison con tres discos que son historia del rock, como son The Doors (1966), Strange Days (1967) y Waiting for the Sun (1968), tres álbumes simplemente perfectos, trataron de reinventarse con The Soft Parade en la senectud de los 60.
The Soft Parade, del que se salvan dos sencillos, el que da nombre al álbum y la excelente Touch Me, apostaba por el sonido pop y por ampliar el fondo instrumental con una orquesta de cuerda y viento.
Los fans de The Doors no comprendieron el cambio y, unido a los problemas de adicciones y comportamiento conflictivo de Jim Morrison, dieron un nuevo golpe de timón con los sobresalientes Morrison Hotel (1970) y L.A. Woman (1971) donde The Doors volverían a ocupar los puestos de pódium de la música con un blues-rock lleno de psicodelia y fuerza.
Con todo, hay una excelente canción de los Doors, del álbum Waiting for the Sun, donde se salieron de lo que se esperaba de ellos, de su estilo, y firmaron una pieza excelente.
Se trata de la canción Spanish Caravan, con una letra llena de tópicos sobre la España mágica, folclórica y mítica tan del gusto del romanticismo anglosajón, pero también repleta de ese misticismo que tanto le gustaba a Jim Morrison. La canción, entre otras cosas, tiene como base la pieza Asturias, de Isaac Albéniz, y un fragmento de Malagueña.
A quienes no les fue tan bien con la experimentación fue a Led Zeppelin. Después de cuatro primeros álbumes perfectos –uno de ellos Led Zeppelin IV, considerado el mejor álbum de la historia del rock– con los que se coronaron como verdaderos dioses del rock (que diría Jack Black), Led Zeppelin presentó en 1973 Houses of the Holy.
Houses of the Holy no es un mal disco. Más bien, al contrario. Es un álbum excelente, igual que el siguiente, Physical Graffiti. Los verdaderos problemas de Led Zeppelin comenzarían con su séptimo álbum, Presence.
Sin embargo, Houses of the Holy ya muestra algunas irregularidades, baches de creatividad, si se prefiere. El contexto, es cierto, es complicado. Es el año 1973. El blues-rock ya empezaba a quedarse atrás. Triunfa el rock progresivo y el punk empieza a asomar la cabeza.
Led Zeppelin trata de reinventarse para seguir siendo la mayor banda de rock del mundo, y no se les ocurrió otra cosa mejor que hacer una canción reggae: D’yer Mak’er. Un desastre.
Un último caso que se puede citar, este sí totalmente exitoso, es el de los Beatles y su Álbum Blanco, que incluía la legendaria canción Helter Skelter.
El álbum se publicó en 1968. Finales de los 60. Un grupo como los Beatles, pese a ser ya la banda más exitosa de la historia y vender millones de discos de cada nuevo álbum que lanzara por pura inercia, ya se había quedado desfasado frente a las nuevas bandas de hard rock y proto punk.
Los Beatles daban bandazos. Antes del Álbum Blanco (en realidad nunca se llamó así, sino que se trataba de un álbum sin nombre con carátula completamente blanca) habían tocado fondo con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Pero es que su anterior álbum había sido el extraordinario Revolver, para muchos el mejor álbum de los Beatles.
El Álbum Blanco fue todo un golpe sobre la mesa con Helter Skelter como buque insignia. En esta canción la banda de Liverpool deja atrás su rock melódico, pop y beat para entrar de lleno en el hard basado en guitarras fuertes y agresividad en la batería («¡Tengo ampollas en mis dedos!», se escucha el grito de Ringo Starr al final de la canción).
Helter Skelter es la canción menos beatle de los Beatles, y por eso es de las mejore de su repertorio. La canción, sin embargo, quedó marcada por la leyenda negra después de que Charles Manson y su secta la Familia la utilizaran como inspiración para los crímenes de 1969 en que asesinaron a la actriz Sharon Tate y otras tres personas.
La noche siguiente la Familia de Charles Manson asaltó la mansión de los LaBianca y asesinaron al matrimonio Leno y Rosemary LaBianca. En la nevera del domicilio escribieron con su sangre «Helter Skelter».