Mick Jagger, Rosalía, Dave Gahan y Bad Bunny
¿Por qué la música actual no sobrevivirá al contrario que la música de épocas anteriores?
Hay canciones de grupos y artistas que ocuparon los nuevos números uno de las plataformas, alcanzando cifras desorbitadas que apenas unos pocos años después ya nadie recuerda
Hace cuarenta años surgieron grupos míticos como U2, Depeche Mode, Simple Minds, Guns N' Roses, New Order, OMD, R.E.M., The Cure, The Smiths, Metallica o Tears for Fears, por solo citar algunos.
En España aparecieron bandas como Radio Futura, Los Secretos, Ilegales, Héroes del Silencio, Alaska y los Pegamoides (y Dinarama), Gabinete Caligari, Hombres G, Duncan Dhu, Golpes bajos...
Todos ellos, tanto los del primer párrafo como los del segundo, se siguen escuchando y siguen gustando en 2025. Algunos de ellos siguen en activo y siguen girando en loor de multitudes cuatro décadas después y desde mucho antes.
Otros se han vuelto a reunir en conciertos o giras puntuales que han batido récords de asistencia, con decenas de miles de personas en cada cita coreando sus canciones muchos años después.
Hay una suerte de legado que ha pasado de generación en generación. Es como el fuego olímpico que nunca se extingue y pasa de una mano a otra en el gran momento y el resto del tiempo permanece latente y vivo.
Pero ¿qué pasará dentro de otros cuarenta años, no con estos grupos, sino con los de hoy? ¿Continuará encendida su llama? ¿Seguirán sonando y seguirán llenando Bad Bunny, Rosalía, Dua Lipa o The Weeknd? Hay indicios de que, aunque la lógica apunta que sí, la realidad será que no.
Hay canciones de grupos y artistas que ocuparon los nuevos números uno de las plataformas, alcanzando cifras desorbitadas que apenas unos pocos años después ya nadie recuerda. Basta con hacer una búsqueda de los mayores éxitos de cada año para encontrar una respuesta contundente.
Por ejemplo, el gran «hit» mundial de 2017 fue Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee, la canción que rompió las listas y las discotecas y los bares y hoy ya es poco más (para algunos poco menos) que una canción del verano. El rapero Drake fue el más escuchado en 2018. En 2019 Shawn Mendes, Billie Eilish, Rosalía y otra vez Daddy Yankee. ¿Se recordará a Drake o a Shawn Mendes como a Eminem o a Bryan Adams?
A partir de 2020 empezó el reinado (como el del príncipe Juan de Robin Hood) de Bad Bunny y similares como Rauw Alejandro, con otros destacados como Harry Styles, Olivia Rodrigo o Miley Cyrus. Otros artistas de reguetón, como Karol G o el mismo Bad Bunny llenaron y llenan estadios.
Pero las canciones no resisten, como si fueran de cartón o de cera. El repertorio de la mismísima Rosalía, con su fantástico Lux de actualidad, ya no aguanta. El fondo de armario de los artistas modernos más famosos y más exitosos se muestra anticuado cuando sale al escenario después de su efímero tiempo de actualidad.
Lo que no ocurre con los artistas modernos y más famosos de hace cuarenta años, cuyas canciones resuenan hoy como si fueran de hierro, de acero, de oro o de piedra preciosa. ¿Se escuchará Tití me preguntó de Bad Bunny dentro de cuatro décadas con emoción similar a cómo se escucha Boys Don't Cry de The Cure, publicada en 1979?
La pregunta parece el chiste de una realidad imparable por los nuevos usos y costumbres, la nueva (sub) cultura musical de las canciones de usar y tirar donde nada permanece, donde nada puede ser clásico (porque no se quiere) y solo puede ser actual, pasajero.
Donde nada se hace (se compone) para perdurar, sino para entretener los escasos segundos que le concede TikTok, por ejemplo, a una canción entre tontería y tontería. Viral, que no falte, eso sí.