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01 de mayo de 2024

Alberto Durero

Albert Durero

Arte

La gran exposición de Durero

La National Gallery dedica al pintor y grabador alemán la muestra más grande de su obra en veinte años

Una buena excusa para visitar la Tate Gallery de Londres es la muestra que el museo ha dedicado a Albert Durero (1471–1528) con ochenta obras del genio renacentista, junto a otros pintores coetáneos, y en los que se puede ver el diálogo y la influencia que los artistas ejercen unos sobre otros.
En la exposición se pueden disfrutar algunos de sus cuadernos de viajes con paisajes tomados del natural en Trento o en Los Alpes, y que muestran la pasión del pintor por captar algún detalle de la naturaleza como arroyos, lirios o riscos perdidos en la lontananza.

Venecia y Países bajos

No se puede entender la obra de Durero sin los viajes que hizo a Venecia, donde conoce la pintura de Giovanni Bellini y a Países Bajos, donde descubre el mar y la técnica necesaria para su evolución como el artista más relevante del Renacimiento alemán.
El artista visitó dos veces Italia. Allí frecuentó a artistas que pintaban la anatomía siguiendo la proporción clásica y el uso de la luz, mientras descubría materiales y formatos que fue adquiriendo para su técnica, como el papel azul.
La Virgen y el niño, pintado tras ese primer viaje, ya es una muestra de una nueva mirada a la pintura, pero con la genialidad y la delicadeza del germano en los detalles anatómicos y el movimiento.
En su viaje a los Países bajos en 1521 pinta por primera vez animales al natural tras su visita al zoo de Gante: monos, linces o leones que ya no tienen el acartonamiento de quien ha copiado de grabados o representaciones.

El espíritu de Núremberg en Durero

Núremberg, la ciudad de Durero, era dinámica y con un gran movimiento cultural y tecnológico. Quizá por eso, el artista supo difundir su arte y hacerse tan conocido. La revolución que supone la imprenta le permite difundir su trabajo por toda Europa, liberarse de los mecenas y sus encargos y llenar las casas de la burguesía con sus imágenes.
Pero antes de todo eso, se destaca la figura de su padre. Un orfebre húngaro fabricante de puertas, del que aprende a manejar con soltura el buril para los grabados, cuando Durero siente la vocación pictórica, tal y como se advierte en su primer autorretrato con trece años.
Alberto Durero

Albert Durero

La exposición recoge el maravilloso momento en que esta técnica está naciendo y revoluciona el arte, relacionando los grabados del artista alemán con otros pintores como Jan Gosaert y su Adoración de los reyes por su similitud con el perro de la obra de Durero San Eustaquio, en la que ya se muestra la maestría técnica en la representación de los animales de la escena.
La última sala presenta uno de los grabados más importantes de la historia del arte: Melancolía I, cedido por el Metropolitan Museum, y que representa a un ángel sentado y taciturno frente a un mar iluminado por una estrella, en una atmósfera simbólica de escaleras sin destino, un reloj de arena y un perro famélico, enroscado sobre sí mismo. La exposición termina con la inevitable alusión a los convulsos acontecimientos que desembocaron en la reforma protestante y en el interés que Durero mostró por ella y por la figura de Lutero, como se ve en los panfletos que diseñó.
Es tan determinante la mirada del alemán en la Pintura, que su rastro puede reconocerse hoy en artistas del siglo XX como Chirico o Magritte.
Melancolía I

'Melancolía I'

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