‘Cambios climáticos’: las acciones para revertir el calentamiento son estériles
¿Estamos recibiendo información equilibrada y representativa sobre lo que se conoce del cambio climático?
Hace más de 30 años, asistí a una conferencia que analizaba la evolución del clima a través de los registros que quedaban en el hielo. Ponían de manifiesto el efecto sobre el clima de la radiación solar y de otros parámetros astrofísicos. Hoy es difícil escuchar algo así, por eso es tan recomendable la lectura de Cambios climáticos. Presenta con rigor y claridad los factores que, verdaderamente, determinan el clima. Y la acción del hombre no es significativa.
Aula Magna. McGraw-Hill (2024). 500 páginas
Cambios climáticos
Ya el título del libro presagia una historia, la de la Tierra, en la que no ha existido la estabilidad climática: «nuestro planeta ha sufrido cientos, miles de ciclos de calentamiento y enfriamiento». La situación actual no es excepcional ni preocupante, sino absolutamente normal. La Tierra, durante la mayor parte de su historia geológica, ha estado sometida a temperaturas más elevadas que las actuales. Es algo que sabemos gracias a geólogos y paleoclimatólogos.
¿Negacionismo? Los tres experimentados geólogos que firman el libro repasan una larga serie de cambios climáticos. Y lo hacen con datos científicos sólidos y contrastados, un lenguaje sencillo, ejemplos y comparativas de fácil comprensión, fotografías y gráficas. En quince capítulos echan por tierra el catastrofismo y muchos de los mensajes que nos llegan a diario.
Según los autores, «no hay duda de que ha existido un rápido calentamiento en las últimas décadas y que, además, la última década ha sido la más cálida del período registrado». Pero, «las tendencias de los cambios climáticos no se manifiestan en decenas o cientos de años sino en miles o decenas de miles de años». Sólo con esta perspectiva temporal se pueden apreciar la ciclicidad y las causas de la evolución del clima, que dejan su huella en evidencias geológicas, astronómicas, arqueológicas e históricas.
Desde los años ochenta del pasado siglo, el efecto invernadero y el CO2 parecen ser los principales responsables del calentamiento. Además, se utilizan modelos que no tienen en cuenta parámetros esenciales o se usan parámetros no representativos. ¿Cómo se puede hablar de temperatura media global del planeta, cuando sólo se dispone de un número limitado de estaciones meteorológicas, que están, mayoritariamente, en el hemisferio norte y en zonas urbanas?
¿Hay efecto invernadero? La atmósfera terrestre no es un sistema cerrado. Más allá de las nubes, no hay una superficie separadora que impida mecánicamente que el aire cálido ascienda. ¿Qué papel juega el CO2 en la evolución de la temperatura? Los autores sostienen que uno extremadamente pequeño: representa un 0,042% de la composición de la atmósfera (¡y sólo un 3-4% de ese CO2 es de origen antrópico!). Además, no hay relación causa-efecto entre el aumento del CO2 y el calentamiento global. Más bien, es el calentamiento el que precede al aumento del CO2. Por lo tanto, «el calentamiento atmosférico no puede ser consecuencia del efecto invernadero inducido por el dióxido de carbono». Tampoco el metano es culpable del calentamiento.
Frente al concepto de «agujero» de la capa de ozono, los autores hablan de «reducción del espesor» de dicha capa. La formación y destrucción del ozono se realiza «mediante procesos naturales que se desarrollan en un equilibrio dinámico». Si los datos de producción de los gases CFC indican que la mayoría se usan en el hemisferio norte, ¿cómo se concentra la destrucción del ozono en el Polo Sur?
Especial atractivo tiene el capítulo dedicado a la influencia del clima en la historia. Su evolución cíclica «ha inducido de forma repetitiva movimientos migratorios, conflictos bélicos, invasiones, hambrunas y períodos de prosperidad». Si nos remontamos al Imperio Romano, ¿cuántos ciclos podemos identificar hasta hoy? Dos fríos y tres cálidos, uno de ellos el actual. ¿Qué tienen en común los períodos cálidos? La prosperidad, por eso los autores afirman que vivimos un «momento estelar» para la humanidad. Y todavía podrán disfrutarse temperaturas templadas «durante las próximas décadas, tal vez durante los próximos dos o tres siglos».
Muchos otros temas tienen cabida en este libro: la «desmemoria meteorológica» y los fenómenos climáticos extremos; los efectos de la actividad volcánica; la gran importancia de los océanos; los vaivenes del nivel del mar y de los glaciares; nuestro deber de frenar la contaminación; los «malabarismos estadísticos» y los vaticinios incumplidos.
La ofensiva mediática y política es objeto de atención, así como las respuestas programadas de ChatGPT y el lenguaje intimidatorio («punto de no retorno» climático, «emergencia climática», «ciclogénesis explosivas»). ¿Su impacto en los ciudadanos? «Aceptan de buen grado sacrificios que de otra forma serían inaceptables».
El final del libro se dedica a la energía. Los autores explican por qué todas las energías van a ser necesarias y por qué la transición ecológica supone un enorme cambio de rumbo, tan costoso como inalcanzable e inútil.
El libro incluye una amplia bibliografía, junto a una relación de investigadores e instituciones que se han opuesto públicamente a las doctrinas oficiales. Les dejo dos frases que invitan a la reflexión y a la acción:
«Los esfuerzos deberían ponerse en la adaptación de nuestro hábitat a los cambios que se avecinan».
«¿No estará cometiendo la humanidad el primer error global de su historia?»