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Desembarco de Alhucemas, de José Moreno Carbonero (1929).

Desembarco de Alhucemas, de José Moreno Carbonero (1929).Wikimedia

El Desembarco de Alhucemas. 100 años después del día D de España

La operación anfibia que cambió el rumbo de la guerra del Rif y demostró al mundo que este tipo de asaltos seguían siendo viables

Acaban de cumplirse 100 años del momento en que las primeras fuerzas españolas pusieron el pie en la orilla de la playa de Ixdain, en el extremo occidental de la bahía de Alhucemas. En la mañana del 8 de septiembre de 1925, las primeras barcazas alcanzaron la costa dando así comienzo al desembarco que catalizaría la derrota, meses después, del caudillo rifeño Abd el-Krim y el fin de su proyecto político de República del Rif. Después de varias semanas, el 1 de octubre, el dictador Miguel Primo de Rivera dio por establecida una fuerte base de operaciones en el centro del Rif y, con ello, alcanzados los objetivos de aquella fuerza anfibia.

Cubierta de 'El desembargo de Alhucemas'

La esfera de los libros (2025). 296 páginas

El desembarco de Alhucemas: 100 años después del día D de España

Adolfo Morales Trueba

Con motivo del aniversario se han editado muchas obras que tratan diferentes aspectos de aquel importante hito militar. Pero entre todas quiero destacar el elaborado por Adolfo Morales Trueba y publicado por La Esfera de los Libros con el título de El Desembarco de Alhucemas. 100 años después del día D de España. Un trabajo cuyo principal valor y singularidad reside en que su contenido es el único que se centra monográficamente en el relato militar y el análisis técnico del desarrollo de la operación, abordándola en todo su conjunto y detalle.

Durante varios años se han publicado múltiples trabajos que abordan aspectos parciales de aquel evento. Junto a ellos se cuenta también con otros más generalistas que enfrentan otras facetas, como su contexto histórico o su dimensión internacional y política. Pero ninguno afronta la gran operación anfibia de una forma tan completa como el que ocupa estas líneas. Lo hace empezando por el estudio del escenario y todos los actores participantes, pasando por sus antecedentes y la evolución de aquel terrible teatro de operaciones, donde las derrotas y desastres militares no fueron extraños y su repercusión política enorme, motivando incluso un golpe de Estado y la proclamación de la dictadura de Primo de Rivera. Una guerra eterna en la que España terminó enredada por haber aceptado contribuir a solventar el problema naval del Estrecho sin un claro interés nacional.

Como se expone en el trabajo, la operación se preparó durante meses, con la fortuna de incorporar a Francia en el último momento tras el error estratégico cometido por Abd el-Krim de atacar sus líneas y extender el conflicto. Una vez tomada la decisión, la fuerza anfibia comenzó su salida a la mar a las 17:25 horas del 5 de septiembre de 1925, y así dos grandes convoyes escoltados por buques de las Armadas francesa y española se dirigieron a Alhucemas llevando a bordo la mayor fuerza de desembarco organizada en España desde hacía varios siglos.

Después de varios proyectos fallidos, a finales de 1924, Primo de Rivera se encontró en un callejón sin salida que le impulsó a volver a poner sobre la mesa la solución de un desembarco sobre Alhucemas, el centro de gravedad de la rebelión rifeña. Como bien relata Morales, durante los primeros meses de 1925 su maquinaria política y militar se centró en planear y organizar una clase de operación anfibia que, tras el desastre aliado en Galípoli, había quedado apartada de las principales doctrinas militares. Y todo gracias a que España había desarrollado desde 1921 esta incipiente capacidad que sería clave para poder resolver el problema militar en Marruecos.

La fuerza anfibia se formó con cerca de 80 buques, 19000 hombres y 160 aviones militares complementados por otros dos que proporcionó la Cruz Roja. Solo en lo relativo a la artillería naval, los buques españoles aportaron más de 190 bocas de fuego de pequeño, mediano y gran calibre, siendo las piezas más potentes las de los acorazados Alfonso XIII y Jaime I, dotados cada uno de ocho cañones de 305 mm. Y así, el asalto anfibio se aprovechó de una completa superioridad aérea y naval para alcanzar un éxito completo.

Se logró derrotar a las fuerzas rifeñas de Abd el-Krim con un reducido número de bajas en comparación con muchas de las operaciones anteriores: 361 fallecidos y 1975 heridos. Se consiguió establecer una base de operaciones en el corazón del Rif desde la que poder realizar y apoyar una campaña posterior desde una posición muy ventajosa, desde la que coordinar las posteriores ofensivas con las fuerzas francesas que avanzaban desde el sur. Y se pudo conquistar el centro de gravedad de la rebelión rifeña, provocando posteriormente el desmoronamiento progresivo de su ejército, que desde ese momento actuó a la defensiva en una resistencia desesperada y sin opciones.

En el relato de la obra se muestra igualmente cómo, sin apenas artillería ni buques o aviones, las reducidas posibilidades de las fuerzas de Abd el-Krim descansaban en rechazar el asalto en los primeros momentos, algo que no pudieron lograr. Aun así, combatieron con fiereza y lucharon hasta el final, conducidos por un líder carismático que había logrado lo impensable años antes: poner contra las cuerdas a los ejércitos francés y español, defendiendo su proyecto con ambición y determinación, el sueño de la República del Rif.

Cien años después, Morales detalla en su reflexión final cómo el desembarco de Alhucemas fue una operación militar técnicamente ejemplar que demostró que las operaciones anfibias estaban vivas. Fue la primera gran operación que se desarrolló con la participación relevante y conjunta de los tres componentes –aéreo, naval y terrestre–, y, singularmente, la primera en que se realizó un desembarco táctico de carros de asalto. Como tal, fue un modelo a estudiar por el cuerpo de Marines de los Estados Unidos en los centros académicos donde desarrollaba su nuevo pensamiento anfibio.

Adolfo Morales Trueba es oficial de Infantería de Marina y profesor en el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado. Ha publicado numerosas obras relacionadas con los ámbitos de seguridad y defensa e historia naval, obteniendo además el Premio Virgen del Carmen de la Armada al mejor libro de investigación en dos ocasiones: 2019 y 2025.

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