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25 de abril de 2024

Joy Division en 1979

Joy Division en 1979Wikipedia Commons

40 años de «Ceremony», la nave en la que New Order escapó de Joy Division

Los miembros sobrevivientes de la efímera banda de Manchester convirtieron la canción en una joya pura antes de abandonar el «punk rock» por la electrónica

Hubo una frontera, quizá como esas imágenes falsas que dicen que son como el encuentro de dos océanos, entre Joy Division y New Order. En realidad todo aquello fue como vivir, pero no ver, la construcción de un muro de Berlín.
Un día empezó a levantarse, quizá desde que se conocieron en un concierto de los Sex Pistols. Cuando decidieron formar un grupo, ladrillo a ladrillo, tribulación a tribulación de Ian Curtis, de 23 años, epiléptico, casado y con una hija de seis meses y enamorado de su amante, la periodista belga Annik Honoré.
Cuando estuvo listo, el muro, y ya no podía elevarse más, apenas tres años después del principio, la noche antes de que Joy División viajara a Estados Unidos para hacer su primera gira, la comunicación entre Curtis y su banda y su familia y el mundo se rompió para siempre.
Ceremony, de Joy Division

Esa noche Ian, desesperado por sus pasiones y su conciencia y sus padecimientos neuronales, quiso ver a su hija antes del viaje, pero Deborah, su mujer, se lo impidió. Fue cuando se sentó en el salón a ver Stroszek, la película de Werner Herzog en la que un cantante se suicida al ser incapaz de decidirse entre sus dos amantes.
Al día siguiente fue Deborah quien lo encontró colgado en la cocina con las cuerdas de tender. En el tocadiscos dicen que aún sonaba Sister Midnight, del álbum The Idiot de Iggy Pop. Algunos meses antes Curtis había escrito Ceremony, canción de la que ahora se cumplen 40 años y de la que tras su muerte sólo existían unas cuantas grabaciones de mala calidad como la del recopilatorio Still.
El resto de la banda quiso saltar el muro que Ian había construido y se llevó consigo Ceremony para descifrarla y pulirla. La canción era la joya que catapultaría a New Order en su Occidente particular.
En los comienzos de todo, aquella melodía y aquellos acordes apenas ensayados eran el techo de la banda muerta y los cimientos de la nueva. Era una nave espacial rudimentaria a la que sólo le hacía falta la ingeniería, a partir del dulce sonido del bajo que aparecía de repente sigiloso y puro y agradable como un arroyo.
Ceremony, de New Order

Un despegar acuoso, agua clara sobre la que caen algunas gotas y sale el arco iris en medio de una imposible oscuridad. Un amanecer donde los pájaros mojan las patas al vuelo para crear círculos concéntricos sobre la superficie mientras el tambor marcial empieza a cobrar protagonismo.
La guitarra que araña el correr del agua mientas Ian, primero, después y para siempre Bernard, Bernard Sumner, pronuncia las palabras: «viaje», «misericordia», «Dios», «frágil», «amor», «abrazar»…
Es la plegaria de Ian Curtis que afinarían sus amigos para poder salir volando, muy lejos, y dejar atrás la pena a bordo de una canción hermosa. La nave primigenia que pronto abandonaron, quizá destruidos por el dolor, para empezar a cruzar los cielos desde el punk rock a la electrónica.
El punk rock que iba a ir desapareciendo en el Nuevo Orden y a la vez permaneciendo en la canción transformada. Esculpida y limpia y colocada donde poder escucharla para siempre, abandonado el sonido primitivo en los arrabales de Manchester.
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