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20 de mayo de 2024

Qatarí que te viTomás Guasch

El Bayern cató el Estadio Mágico: faltaba él

El Madrid jugó mucho mejor que en Múnich, su triunfo fue merecido, justo y hasta corto. Pero ganó como en las grandes ocasiones, al filo de lo imposible

Actualizada 00:43

Hay quien dice que viene del cielo. Que se juntan Di Stéfano, Gento, Puskas, Juanito, Zoco, Amancio, Velázquez, Benito, tantos y tantos y se produce el encantamiento. El Bernabéu es el Estadio Encantado, sí. Con mayúsculas. Aprovechando que todavía quedan operarios por las obras deberían añadírselo: Bernabéu, Estadio Encantado.
Faltaba el Bayern por vivir esto. Lo habían catado los más grandes de Europa, el bombo les evitó el soponcio hasta ayer. En el minuto 88 la cosa estaba 0-1. El Madrid había tenido cuatro, cinco ocasiones de gol que esta vez se le negaron. Protagonista Neuer, que recordó al de sus mejores tiempos. Jugaba, llegaba el Madrid y no marcaba. Lo hizo Davies por el que se interesa.
Pero... en el 88, un remate de Vinicius, centradito además, le sorprendió al meta alemán, invencible parecía. Despejó corto y apareció Joselu. En este momento, la tierra, el cielo, Marte y Saturno sabían que el Madrid iba a ganar el partido. Y el Bayern perderlo, claro. Como aquellos City, Chelsea, PSG y demás. Y si alguien dudó, en dos minutos despejó sus dudas: otro de Joselu. ¿A pase de Kroos? No estaba. ¿De Modric? Le pilló lejos. ¡De Rüdiger! Joselu, oigan, llegó al Madrid después de dos descensos consecutivos, con Alavés y Espanyol. Y además, nació en Alemania. Si no es encantamiento, díganme que cosa es.
El Madrid jugó mucho mejor que en Múnich, su triunfo fue merecido, justo y hasta corto. Pero ganó como en las grandes ocasiones, al filo de lo imposible. Lo que quería su gente. Me sorprendió o no tanto lo que fui escuchando por Madrid a medida que se acercaban las nueve de la noche. El pueblo prefería esto, otro número, que un 3-0. No va solo a ver ganar a su equipo, va a por algo que sabe que le pueden dar y se produce sólo en su estadio. Lo inenarrable.
Muy comprensible que un partido cómodo no le llene. Eso se ve en montones de estadios; lo suyo, sólo en el Bernabéu. No exageran quienes dicen que es el equipo del mundo. Un tío en Indonesia y otro en Oslo sienten lo mismo: nadie les da esto. Como diría Toshack, ven volar a los burros.
Y además con una deliciosa carnaza para el antimadridismo pues al Bayern le anularon un gol ya que el linier vio fuera de juego en la acción previa al remate final, de De Ligt, que se explicó muy bien al final: el linier debió dejar terminar la jugada y que el VAR se explicara. Vio clara la posición adelantada por tanto, el de la bandera. Otro de los goces máximos del madridismo es ver encampanada la tropa rival.
Pero hubiese dado igual. El Madrid habría ganado en la prórroga, en los penaltis o lanzando una moneda. Es el encantamiento. Remontada número 12 del año, segunda final en tres. Y no sé cuánto más. El encantamiento pone rumbo a Londres. La magia hizo justicia: ganó el que lo mereció. Ah. A Vinicius le darán el Balón de Oro si el Madrid gana la final: yo se lo daría la víspera. Es el mejor. De todos.

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