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Qatarí que te viTomás Guasch

Real Madrid Club de Rüdiger

Obtuvo el Real mejor resultado que juego, lo importante siempre y más a estas alturas, ya a falta de solo diez jornadas para el final

Actualizada 22:13

Iba a empezar así cuando metió el segundo de sus casi goles, el de la tranquilidad. ¿Casi goles? Goles con compañía, un nuevo invento, luego hablamos.

Camavinga había jugado un partidazo, se desquitó de su euro noche negra. También Modric, pero el hombre de la tarde era él a los 79 minutos de juego. Rüdiger. Impecable atrás y letal arriba. Esas cosas que en otros tiempos hacían Hierro, Ramos y tal.

Vino con poco ruido, pero lleva tiempo siendo estruendoso lo suyo. Su carácter es puro madridismo de otros tiempos, o sea de siempre. En este tiempecito de cierta zozobra madridista, le ves y te agarras.

El 1-0 se lo apuntamos a Vinicius, claro, pero lo complicado lo había hecho él. En este fútbol ganar dos córners tiene su mérito. Como empujar ha dejado de ser delito, la tarea del rematador es costosísima. Y lo hizo con añadido grande: abrió el marcador primero y cerró el partido después. En el 2-0 la compañía se le hizo el portero visitante.

Entre el primer tanto y ese minuto 79, pasó una hora larguísima para el madridismo. Y para el celtismo, claro. El Madrid debía quitarse barro de encima tras el paso alemán y lo consiguió con una buena primera parte (1-0) y peor segunda: 3-0. Diez minutos finales locos en los que logró una goleada que no se esperaba.

Obtuvo el Real mejor resultado que juego, lo importante siempre y más a estas alturas, ya a falta de solo diez jornadas para el final. Condenado a ser siempre excelente, sus últimos partidos y resultados le condenaban al pescozón. No vimos un súper Madrid y sí un equipo que recuperó la sonrisa. Y la ventaja con que llegó al fin de semana sobre sus perseguidores.

La traca final llegó con el gol de Güler. Una delicia de futbolista, créanme que en su día me llamaron loco por anticipar lo que iba a ser Vinicius. El control con una pierna, el perfilarse, el rematar con la otra y donde la puso hablan de lo que va a ser: un jugador grande. Entonces volvió a aparecer Rüdiger para estrujarle. Hubo un momento que temí se lo colgara del pecho, como un pin. Carletto, más bola para el chico. Oh.

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