Kylian Mbappé celebra uno de sus dos goles en San Mamés
La transformación de Mbappé que le ha hecho sentirse líder por primera vez en su carrera
El francés vive el apogeo de su madurez; son sus compañeros del Real Madrid los que le han empujado a llevar la batuta
En el Real Madrid potencia su jefatura con un estado de forma sensacional: está más fino y tan rápido como en 2022
Cómo pasa el tiempo y cómo cambia la vida. Lejos quedan ya aquellos días de agosto del año pasado y su prudente llegada al Real Madrid campeón de Europa. Kylian Mbappé era una figura mundial y entró en el vestuario de Valdebebas como si fuera el último de la fila. Demostró un sumo respeto, excesivo, al equipo campeón. A Vinicius, a Valverde, a Bellingham, a Carvajal. A Rüdiger. A Militao. A Courtois. Era deferencia a quienes habían ganado la Decimoquinta Champions. Carvajal sumaba seis y el francés ninguno. Les demostró su reconocimiento.
Eso estaba muy bien, siempre que no afectara a su rendimiento. Y le afectó durante cinco meses. Hasta que los compañeros le dijeron que era el número uno y que debía ejercer como tal en el equipo. Vestido de largo y de corto. Rodrygo y Fran García lo manifestaron sin tapujos. El Real Madrid jugaba para Mbappé y debía ser el líder.
El esquema jugaba para Kylian porque ya era el mejor en el césped y lo demostraba, aunque en diciembre del año pasado tocara fondo con el penalti fallado en San Mamés, que se añadía al desaprovechado en Anfield un mes antes.
Falló en Bilbao el 4 de diciembre. Un año justo después se consagró en el propio San Mamés, hace unos días, con dos golazos y una asistencia a Camavinga. Cómo cambia la vida.
Ya era el mejor hace un año. El parisino dijo entonces que tocó fondo porque para su nivel no podía desperdiciar dos penaltis consecutivos, en Liverpool y en Bilbao. Su nivel le exigía además ser más regular en el rendimiento óptimo, que es lo habitual en los grandes futbolistas.
Aquellos dos errores desde los once metros fueron un punto de inflexión para relanzar sus prestaciones. Lo consiguió. Marcó 44 goles la temporada pasada y fue Bota de Oro. En la presente campaña va camino de ser «bota de platino» y alcanzar las 60 dianas.
Un líder que une, tranquiliza y tiende puentes
Lo más importante para el Real Madrid es que a ese liderazgo en el campo ha sumado el liderazgo en la plantilla. Paulatinamente ha adquirido el mando porque se lo ha ganado en los partidos y se lo ha ganado fuera de la competición. Se lo ha ganado porque aconseja a muchos de sus compañeros en lo personal y en lo futbolístico. Se lo ha ganado porque «contagia» su moral, su fe y su confianza a todos. Se lo ganado en sus declaraciones públicas, diciendo que era el equipo el que tenía que sacar la nave adelante. Diciendo sin decir que la culpa no era esencialmente del entrenador. Demostraba ser el líder buscando puentes para unificar a todos. Demostraba ser el líder ofreciendo tranquilidad dentro y fuera de la cocina blanca y lanzando el mensaje positivo de que esto lo iban a sacar adelante ellos, los peloteros, que son los que juegan.
Había un punto de partida clave que se impuso y superó toda la crisis. Mbappé estaba al lado de Xabi Alonso. Si no hubiera sido así, hoy estaríamos hablando de otra cosa. Escribiendo otra cosa. El club habló con los jugadores para exigir un cambio y Mbappé fue el líder para ejecutar la imprescindible catarsis.
Líder por primera vez, en plena madurez
Lo más relevante de esta situación es que los jugadores le han pedido que sea líder y esta jefatura interna se la ha ganado cuando ha alcanzado la plena madurez personal y profesional, a los 26, tras nueve años en primera línea de batalla mundial.
Por supuesto que hay otros hombres fuertes en el grupo. Jugadores que tienen más voz y más voto dentro de la cocina, porque son jefes naturales. Courtois es uno de ellos, sensato y clarividente en sus manifestaciones. Y duro cuando hay que serlo. Bellingham es otro referente, sincero en sus declaraciones, sacrificado en el campo. Carvajal es otro líder, contundente y sutil en sus palabras, pero la lesión le ha sacado de la competición. Dicho esto, Mbappé está por encima de todos, sin prepotencia, reconocido por la plantilla.
El francés manda porque es el jefe de la unión y la mesura, el que busca la integración del grupo en un solo objetivo. Había que unificar las posiciones dentro de la plantilla. Dejar de criticar y ponerse a trabajar unidos en el césped, porque los partidos los ganan los futbolistas. Así ha sido.
Mbappé ha sido el mejor guía del club para acabar con las disensiones internas en torno al entrenador y enfocar el objetivo en ganar partidos y títulos. Se acabaron las tonterías dialécticas, que que si esto no me gusta y que si esto tampoco. A jugar. Mbappé ha sido el timón que ha enderezado la situación. Es un líder de equipo por primera vez, plenamente maduro en lo personal, feliz en el Real Madrid. En Francia no lo fue porque no le dejaban serlo.
En el PSG no le dejaron serlo
Es el estandarte del Real Madrid dentro y fuera del campo. En el PSG no le dejaron serlo. Llegó muy joven y al principio los líderes eran Neymar, Thiago Silva y Cavani. Messi acaparó esa posición desde que fue fichado por el París Saint-Germain. Y cuando se marchó el argentino, Al Khelaifi y Luis Enrique impidieron que Kylian fuera el jefe, porque no renovaba y dejaba su futuro en el aire pensando en venir de una vez al Real Madrid. La oferta madridista de 180 millones, que el PSG ni siquiera contestó, supuso la cruz y raya para Mbappé en Paris. Nasser Al-Khelaifi sabía que el jugador parisino deseaba irse y Kylian anhelaba que el emir de Qatar admitiera el traspaso. El dueño árabe del club lo rechazó.
Al final , Mbappé se marchó gratis por el orgullo del emir y de Al-Khelaifi. Rechazaron 180 millones. Nunca le dejaron ser líder. Hoy lo es en el Real Madrid. Y en Francia discuten ahora su liderazgo futbolístico de una manera mezquina, porque no han aceptado que dejara la insulsa liga francesa para militar en el equipo más importante del planeta. Lo hicieron Kopa, Zidane y Benzema. No aceptan que lo haga Mbappé, porque es el mejor del mundo y no está en Francia. Mucha culpa la tiene Al-Khelaifi. Y sobre todas las cosas estaba ese deseo irrefrenable de jugar en el mejor equipo del mundo.
Más fino, más rápido, más a gusto que nunca
Era difícil pensarlo, porque es parisino, pero hay que decirles a Nasser Al-Khelaifi, a Luis Enrique y al PSG que Mbappé es más feliz que nunca en el Real Madrid. Se puede comprobar en el césped.
El Bota de Oro está más a gusto que nunca en la casa blanca y se nota.
Vamos a hablar claro. No se esperaba que Kylian recuperara la velocidad explosiva de hace cuatro años, cuando forzó el penalti del mejor marcador del mundo, Carvajal ¿Recuerdan? Era imparable. Ni Dani podía sujetarle. Pues Mbappé se siente hoy tan rápido como antes.
Tiene secretos el parisino. Está más fino. Su preparación está definida al detalle, con una planificación alimenticia perfecta, adaptada a su ADN, para mantener en el tiempo esa espléndida forma. No sabemos si pesa menos, pero está más delgado. Puede pesar igual, pero es que el músculo aumenta el peso, así que el dato no es importante. Lo fundamental es la fibra, el estado muscular. Y está enjuto. Se escapa con suma facilidad de los contrarios. Y se observa, se huele, se palpa, esa confianza de los grandes, cuando piensan que son capaces de todo y que lo van a conseguir todo.
Se siente en la mejor forma de su vida, aquí, en el Real Madrid. En España. Sus goles son colosales porque confía en que todo le va a salir. Y le sale. Está tocado con la varita mágica y ahora la varita mágica brilla como nunca vestido de blanco satén. Lo sentimos, señor Al-Khelaifi, es cuestión de tratarle bien. Y de eso usted no sabe. Apartó a Mbappé a una cárcel deportiva, al destierro, a entrenar con los «parias», cuando dijo que no renovaba. El resultado es este. Hoy es el futbolista más feliz del mundo.