
Daniil Medvedev y Rafael Nadal tras la final del US Open 2019
Cinco claves de una final para la historia del tenis
Daniil Medvedev busca su segundo Grand Slam consecutivo y el número uno y Rafa Nadal convertirse en el mayor ganador de Grandes de la historia
Los momentos
Ambos contendientes han tenido un recorrido similar en sus seis partidos previos, donde han tenido que superar momentos de gran dificultad anímica ante el empuje de sus oponentes. Medvedev logró contener a Felix Auger-Alliasime en cuartos de final, la misma ronda que pudo superar Nadal ante un agresivo Denis Shapovalov. Ambos canadienses estuvieron a punto de dar la sorpresa, pero la gestión mental de los momentos delicados del ruso y del español se lo impidieron.

Rafael Nadal durante un entrenamiento previo a la final en Australia
La presentación
Sobre el papel, o sobre el cemento, parece que el español dispone de un catálogo más amplio de perspectivas antes del partido y de soluciones en su transcurso. Pero el desempeño maquinal del ruso parece un remedio para todos los males. El mayor peligro para ambos es quedar atrapados en la red tejida por el otro, algo que parece poco probable, durante cinco sets, en semejantes competidores.
La estrategia
Lo anterior va a depender, por supuesto, de la inspiración. La derecha liftada de Nadal es incómoda para Medvedev, al menos mucho más que los golpes planos a los que encara con suficiencia. La variación del juego y la sorpresa pesan en el moscovita como se vio en el quinto set de 2019 en Nueva York, donde Nadal ensayó y se arriesgó con golpes tales como dejadas de volea o reveses cortados flotantes que desestabilizaron el engranaje ganador de Medvedev, que ya conoce lo que vivió entonces.
El físico
Le corresponde a Nadal suplir esta inevitable carencia (diez años y diez mil lesiones de diferencia les contemplan). Medvedev parece indestructible en este aspecto, capaz de jugar diez sets seguidos. Quizá el español también podría, y más en una final, pero mientras Daniil siempre ha ido de menos a más en sus partidos anteriores, Rafa ha tenido bajones físicos de los que hasta ahora ha logrado recuperarse, pero de los que la entidad del rival esta vez podría hacerle quedar prisionero.
Daniil Medvedev a punto de golpear una pelota alta en su partido de semifinales
La presión
En un partido de esta altura es un factor omnipresente. Una enorme mole, una montaña, que ensombrece la visión de los contendientes. Una reverberación, un pitido insoportable que aparece de repente. Una tormenta de rayos invisibles de un lado a otro de la pista. La soledad tenística que puede ser una trampa donde el rival pudiera tener la llave de la cancela, y al mismo tiempo el otro el alambre para liberarse en un juego constante de encarcelamientos con la incertidumbre de no saber si se va a poder encontrar el temple y la habilidad necesarios para evadirse.