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03 de mayo de 2024

Bill Gates, durante una conferencia en Londres el pasado octubre

Bill Gates, durante una conferencia en Londres el pasado octubreGTRES

Bill Gates los prefiere vagos por una sencilla razón

El fundador de Microsoft explica el motivo por el siempre escoge trabajadores perezosos

La forma de entender la empresa de personas como Bill Gates dista mucho de la del resto de responsables con menos relevancia mundial. Silicon Valley se caracterizó en sus primeros años de vida, incluso antes de que el silicio fuera el elemento que diera nombre al lugar, por trabajar de una manera totalmente disruptiva.
Motivar a los trabajadores es la forma que tienen en Google, Meta o Apple para que los procesos de creatividad no se terminen nunca y la innovación no se limite a actualizar una y otra vez el mismo producto cada año.

Vagos

Gates ha comentado cómo elegía a sus trabajadores cuando estaba al frente de Microsoft. «Siempre escogía al un trabajador vago para hacer un trabajo difícil», comentó para sorpresa de muchos.
Las crónicas aseguran que Bill Gates, ahora dedicado a labores filantrópicas, contestaba 100 mails al día, trabajaba 15 horas en su oficina y leía hasta 100 textos por semana, pero, su manera de ver la empresa le hacía elegir a aquellos más perezosos porque «encontrarán una manera sencilla de hacer el trabajo difícil».
Es curioso como el magnate entendía el valor de aquellos que podemos calificar de vagos para buscar el lado bueno de ese bajo desempeño. Sus ganas de terminar las tareas lo antes posible, los llevan a encontrar caminos rápidos y sencillos para resolverlas.
Su relación con este tipo de personas viene de su etapa escolar cuando un profesor de matemáticas le dijo: «¿Por qué eres tan vago? Podrías ser muy bueno en esto» a lo que él contestó: «Pero si no estamos haciendo nada interesante».
Desde ese momento su profesor comenzó a motivarle con libros y otras actividades paralelas a las clases. Gates acabó por convertirse en un obseso del trabajo y apenas dormía entre los 30 y los 40 porque lo consideraba «innecesario».
Esta anécdota demuestra el enorme poder de los líderes en las empresas. Aquellos que no limitan su trabajo a supervisar el del resto y prefieren motivar a su equipo para que produzcan más y mejor.
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