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La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros.EFE/ Mariscal

Yolanda Díaz se estrella con la reducción de jornada, una medida que no ha funcionado en Europa en los últimos veinte años

Destruye empleo, provoca la desaparición de empresas, y ni siquiera parece que vaya a ayudar a conciliar mejor

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tendrá que esperar al próximo curso para debatir en el Congreso de los Diputados la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales, una propuesta con la que no están de acuerdo no solo los empresarios; tampoco Junts, PP y Vox.

Aunque Díaz quería que se debatiese este 22 de julio, los números no le apoyan. Tendrá que dedicar más tiempo a convencer a otros de que la medida es buena, aunque la experiencia previa no le da la razón.

La introducción de la semana laboral de 35 horas en Francia en el año 2000 llevó a la destrucción de empleo, el incremento de la precariedad y el empeoramiento de los déficits públicos, porque alguien tiene que pagar ese descenso en las horas de trabajo (además, en España quiere llevarse a cabo sin disminuir los salarios).

En Alemania, el sindicato IG Metall, mayoritario en Volkswagen, admitía hace unos años que la jornada de 28 horas aplicada en las crisis de 1990 y 2008 no hubiera sido viable sin una ayuda estatal para compensar la pérdida de salario, y eso significaba más impuestos.

«La experiencia de reducción de jornadas laborales aplicadas en Europa en los últimos veinte años ha sido un fracaso. No solo no han creado empleo con la idea de repartirlo; han destruido parte del que había», señala el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós.

El experto en el mercado laboral Valentín Bote, director de Randstad Research, afirma que la reducción de jornada «no es una reforma necesaria», entre otras cosas porque ya hay muchas personas de muchos sectores trabajando menos de 37,5 horas.

Tampoco cree que la sociedad lo demande: «No he visto grandes manifestaciones para quejarse de lo larga que es la jornada laboral y lo difícil que es conciliar», añade Bote. Y además, tampoco piensa que la conciliación vaya a mejorar, pues la reducción de jornada se calcula de manera anual: «Las horas de trabajo semanal van a ser las mismas. Se va a conciliar igual o peor que antes, aunque se van a tener más días de vacaciones. Va a ser un sobrecoste para las empresas que no va a mejorar la conciliación. Las semanas van a ser igual de intensas que antes».

La reducción de jornada nos va a hacer, además, menos productivos, de modo que se acentuará el principal problema de la economía española: la baja productividad. «Cómo va a hacerse el mismo trabajo en menos horas? ¿Va a hacer un dependiente en 7,5 horas el mismo trabajo que hacía en 8 horas? ¿Van a trabajar los camareros más rápido que antes? ¿No lo hacían antes suficientemente rápido?», se pregunta Valentín Bote.

Este experto en el mercado laboral piensa que en cinco años vamos a ser menos competitivos si se aplica la reducción de jornada, y que algunos sectores van a pasarlo especialmente mal; por ejemplo, el industrial, en donde hay turnos de ocho horas. La solución lógica sería que el entendimiento se produjera entre las empresas y los empleados, como se ha hecho siempre, no por medio de una ley.

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