Ignacio Basco, presidente de Movimiento de Contribuyentes en Acción.
Entrevista
«Pagar impuestos se ha convertido en un acto de miedo, no de responsabilidad»
Ignacio Basco, presidente del Movimiento Contribuyentes en Acción, denuncia la opacidad de Hacienda y alerta de una «anomalía democrática» que deja indefensos a los ciudadanos sin recursos
Ignacio Basco acaba de lanzar el Movimiento Contribuyentes en Acción, la primera plataforma cívica en España que busca organizar a los ciudadanos frente a lo que define como un sistema fiscal «opaco, complejo y arbitrario». En esta entrevista, defiende que pagar impuestos debería ser un acto de confianza en el Estado, no una experiencia marcada por el miedo, y reclama cambios urgentes: transparencia en los algoritmos de inspección, fin de los bonus por sanciones y un trato de «igual a igual» entre Hacienda y el contribuyente.
–¿Por qué este Movimiento y por qué ahora?
–Porque cualquier momento es bueno para defender derechos. Ahora vivimos una emergencia democrática en cómo se pagan los impuestos. Es necesario que la sociedad civil dé un paso adelante. El movimiento busca ser el altavoz de una gran injusticia: un sistema lleno de lagunas y fallos que necesita reformas legislativas para que pagar impuestos no sea un suplicio, sino un acto responsable.
–¿Por qué cree que no se había organizado antes la sociedad civil alrededor de estas características?
–Lo dije en la presentación: Hacienda en castellano significa miedo. Ese miedo impregna cada paso. Primero aparece el temor y después los detalles: una liquidación mal hecha, una plusvalía mal cobrada, una notificación incomprensible... No puede ser que pagar impuestos produzca miedo. Eso convierte al ciudadano en vasallo. Hay que darle la vuelta organizándonos desde la sociedad civil.
–¿Qué tiene de particular el caso español respecto a otros países?
–La opacidad. No sabemos cómo funciona Hacienda. En un Estado democrático deberíamos conocer cómo actúan las instituciones que financiamos. También la complejidad: el manual del IRPF supera en páginas a El Quijote. Para pagar impuestos parece que hace falta un máster. Las notificaciones son casi ininteligibles. En Portugal, por ejemplo, si recibes una propuesta de sanción puedes defenderte antes de pagar. En España primero pagas y luego reclamas. Estamos en la era digital, pero seguimos con procedimientos arcaicos, opacos y complejos.
Un inspector debe cobrar lo que corresponda por su trabajo, no por el número de sanciones que imponga
–Hablamos de opacidad, algoritmos, bonificaciones...
–Los algoritmos de Hacienda son absolutamente opacos. Nadie sabe por qué se inspecciona a un contribuyente y no a otro. Hay sentencias recientes que obligan a mostrar los códigos en otros ámbitos y eso abre una vía. No estamos defendiendo a defraudadores, pedimos un trato de igual a igual. En cuanto a los bonus, son una aberración. Un inspector debe cobrar lo que corresponda por su trabajo, no por el número de sanciones que imponga. Y los tribunales económico-administrativos no pueden estar adscritos a Hacienda. Eso rompe la confianza.
–¿Cuáles son las reformas urgentes que necesita el sistema?
–La Ley de Garantías del Contribuyente ni está ni se la espera. Debería garantizar plazos, claridad y transparencia. Hace falta un lenguaje sencillo y accesible. También es urgente cambiar la percepción de Hacienda: hoy es vista como una máquina de recaudar. Hay que explicar qué se cobra, por qué y con qué finalidad. No se trata de presuntos delincuentes, sino de ciudadanos que cometen errores o que pasan dificultades. Sin transparencia no hay confianza.
–Se habla de casos mediáticos como el de Xabi Alonso. Parece un mal síntoma que solo los ricos puedan hacer frente a Hacienda.
–El problema es que quien tiene capacidad económica puede pleitear contra el Estado, y quien no la tiene debe aceptar lo que Hacienda impone. Eso es una anomalía democrática. No todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Muchos casos nunca llegan a los tribunales porque el contribuyente no puede permitírselo. Hace falta un arbitraje administrativo real para evitar la saturación judicial y para que defenderse no dependa del dinero.
El sistema está configurado de forma que mientras tengas ingresos puedes cumplir, pero cuando no los tienes, te destruye
–¿Algún caso reciente que le haya impactado?
–Lo más duro son las personas arrasadas por el sistema cuando pierden liquidez: autónomos, pequeños empresarios, pensionistas… El sistema está configurado de forma que mientras tengas ingresos puedes cumplir, pero cuando no los tienes, te destruye. Queremos huir de la anécdota y centrarnos en patrones que se repiten. El ejemplo de los mutualistas es claro: han necesitado años y recursos para que se les devolviera lo que correspondía.
–¿Qué planes tienen a corto, medio y largo plazo?
–A corto plazo estamos en un proceso de escucha, recibiendo muchísimos casos. Queremos sumar socios y voces de la sociedad civil. Después, elaborar una hoja de ruta con soluciones concretas y reunirnos con todos los partidos, incluida la ministra, para explicar la urgencia de la situación. En el medio plazo, publicar informes con propuestas claras. A largo plazo, no sabemos hasta dónde llegaremos, pero queremos consolidar un movimiento transversal, sin ataduras políticas ni lobbies, que defienda al contribuyente.
–¿Y se plantean acudir a Bruselas?
–Primero agotaremos la vía nacional, pero el siguiente paso es Bruselas. También llevaremos esta situación al Parlamento Europeo. Lo que no se cuenta no existe.
–¿Existe riesgo de politización?
–No veo grandes diferencias entre ministros del PP o del PSOE. Esto no es algo reciente, es una degradación lenta de la relación entre Estado y ciudadano. Pagar impuestos debería ser un acto responsable de confianza en el Estado, pero hoy el Estado es Goliat y el ciudadano es David. Hay que recuperar el equilibrio con procedimientos claros y sencillos.
–Ahora se ha visto que, en el caso de David Sánchez, Hacienda ha sido bastante condescendiente. ¿Teme que se use la Agencia Tributaria como herramienta política?
–Estamos en una anomalía democrática. La opacidad permite sospechar de todo. El caso de David Sánchez es mediático, pero hay miles de actuaciones de las que no sabemos nada. Con dos millones de procedimientos al año, ¿cuántos son injustos? Sin luz ni transparencia, todo se puede politizar. La única solución es claridad absoluta y reglas justas.