El absentismo laboral cuesta a cada español más de 900 euros al año

El absentismo se ha convertido en uno de los agujeros negros del mercado laboral español. Según el último informe de la Fundación Civismo, más de 1,5 millones de personas faltan a su puesto de trabajo cada día, la mayoría por bajas médicas. El coste total de esas ausencias supera los 45.000 millones de euros al año, una cifra que equivale a más de 900 euros por ciudadano y que ya pesa tanto sobre la economía como el gasto conjunto en universidad e investigación.

«El absentismo laboral se ha convertido en un lastre estructural para la competitividad de las empresas y la sostenibilidad de las finanzas públicas», señalan los autores del informe, quienes destacan que España destina entre el 3 % y el 3,5 % de su PIB a cubrir costes derivados de ausencias laborales, «más del doble que la media de la Unión Europea».

En 2024, el 7 % de las horas pactadas no se trabajaron, el nivel más alto desde que existen registros. De los 1,52 millones de ausentes diarios, 1,19 millones estaban de baja médica, lo que revela un peso creciente de las incapacidades temporales en el conjunto del empleo.

El coste empresarial ascendió a 4.613 millones de euros, un 62 % más que en 2019, mientras que la Seguridad Social destinó más de 15.000 millones a pagar prestaciones por incapacidad temporal, el 1 % del PIB.

«La combinación de un mercado laboral poco flexible, un sistema de bajas con escaso control y un contexto de desmotivación laboral está detrás de este incremento sostenido», explica el informe.

Bajas más largas y más costosas

La duración media de las bajas en España supera ya los 40 días, frente a los 25 de Alemania o los 30 de los Países Bajos. El think tank subraya que la diferencia «no se explica por la salud de los trabajadores, sino por la gestión de los procesos y la falta de incentivos a la reincorporación».

En términos comparativos, España gasta casi el doble que la media europea (0,6 % del PIB) en incapacidades temporales, lo que sitúa al país en el grupo de cabeza junto a Bélgica y Finlandia.

Sanidad y servicios sociales

El absentismo golpea con especial fuerza a la sanidad y los servicios sociales, donde las bajas médicas se han duplicado en cinco años, y a la industria y el transporte, con un fuerte impacto en la productividad.

Por regiones, el País Vasco (9,1 %), Canarias (9,1 %) y Cantabria (8,7 %) lideran el ranking de horas no trabajadas, frente a Madrid (5,1 %) y Baleares (4,8 %), donde el problema es menos acusado.

«La disparidad territorial muestra que el absentismo no responde solo a razones sanitarias, sino también a factores de gestión, clima laboral y cultura de empresa», sostiene el documento.

En sectores como el turismo, el absentismo «está llegando a niveles realmente inaceptables», como señala Óscar Perelli, vicepresidente de Exceltur. Según la patronal del turismo, cada mañana, 200.000 de los tres millones de empleados del sector no se presentan a su puesto de trabajo y pide abordar el problema en la negociación colectiva.

Perelli respalda la posición de la CEOE para abordar el problema en la negociación colectiva: «Antes de la pandemia la tasa media era del 3,3 % y ahora supera el 8 %, con picos que llegan al 20 % en algunos momentos. Es urgente volver a los niveles anteriores».

«Impuesto silencioso»

Civismo califica el absentismo como un «impuesto silencioso» que erosiona la productividad, reduce la competitividad y acaba repercutiendo sobre salarios y precios. Cada trabajador pierde de media el equivalente a 2.000 euros anuales en productividad, un coste que se traslada al conjunto del tejido empresarial y, en última instancia, al contribuyente.

«El absentismo laboral no es una cuestión coyuntural ni exclusiva de algunos sectores: es un problema estructural del modelo económico español. Si no se adoptan medidas de control y prevención, el coste podría superar los 50.000 millones de euros en los próximos dos años», apunta el informe

Rerforzar la coordinación

Entre las medidas planteadas, Civismo propone reforzar la coordinación entre mutuas y servicios públicos, digitalizar los partes de baja, acortar los plazos de revisión médica y fomentar planes de reincorporación gradual, siguiendo modelos aplicados en Alemania o los Países Bajos.

También reclama una mayor implicación de las empresas y una evaluación periódica del impacto económico de las bajas en cada sector. Los autores advierten de que el absentismo «ha pasado de ser un problema laboral a convertirse en una cuestión de sostenibilidad fiscal». Y, de no corregirse, la factura la seguirá pagando el ciudadano, a razón de casi mil euros al año.