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Cocina de una casa prefabricada

A pesar de su reducido tamaño, ha logrado organizar su vidalafabricadecasas.es

Vivienda

Así es vivir tres años en una casa prefabricada en España: «La pobre ya tiene heridas y marcas de guerra»

A pesar de las ventajas que ofrece una casa prefabricada, son muchas las personas que no se atreven a comprar y residir en una

Esther Reeds, una joven malagueña, lleva tres años viviendo en una casa prefabricada de apenas 28 metros cuadrados, un espacio que ella misma describe como «una caseta típica de obra o feria», ya marcada por el desgaste del tiempo y el uso diario. A pesar de su reducido tamaño, ha logrado organizar su vida y la de su gato dentro de este espacio, adaptando cada rincón a las necesidades básicas y de almacenamiento.

El dormitorio está ocupado por su mascota y «cuenta con una cama canapé», un recurso clave que permite guardar objetos y optimizar el espacio disponible. El armario no cierra completamente debido a la acumulación de cosas, un problema que se repite en gran parte de la vivienda, aunque ella lo ha solucionado «colocando muebles auxiliares para almacenamiento adicional».

El escritorio es reducido y la silla, cubierta por una funda protectora, se ha convertido en «el lugar de descanso habitual del gato». En el salón conviven dos sillas distintas debido a la rotura de una de ellas y la decisión de no invertir más en el mobiliario de esta casa. La cocina destaca por «su tamaño relativamente amplio», lo que ha sido fundamental para que no se sintiera agobiada con los años.

Los módulos permiten almacenar gran cantidad de comida y utensilios, aunque el espacio todavía «se queda corto para sus necesidades». El salón, extremadamente compacto, deja apenas diez centímetros entre el sofá y la televisión, un detalle que refleja el ingenio necesario para acomodarse en una vivienda tan limitada.

El único espacio cerrado

El baño, que fue el único espacio cerrado por motivos de privacidad, tiene unas «dimensiones comparables a las de una vivienda media y dispone de ducha, lavabo y demás elementos esenciales», aunque sigue sintiéndose pequeño por la escala general de la casa.

La pareja de Esther decidió independizarse dentro del mismo terreno, trasladando su zona de trabajo a otra caseta metálica adaptada como oficina. Este espacio, aunque amplio y bien acondicionado, «requiere climatización para poder ser utilizado en invierno y verano».

La experiencia de Esther demuestra que vivir en una casa prefabricada exige creatividad, organización y cierta aceptación de las limitaciones de espacio, pero también permite disfrutar de un hogar funcional y personalizado incluso en dimensiones muy reducidas.

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