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03 de mayo de 2024

Imágenes de presos en las calles de Pamplona

Imágenes de presos en las calles de Pamplona (cuando gobernaba Bildu)Pablo Ojer

El Gobierno vasco multiplica los terceros grados a etarras desde que tiene las competencias

Entre los beneficiados, se encuentra el terrorista Atristain, apenas un mes después de volver a prisión

El Gobierno vasco ha concedido el tercer grado a 18 presos etarras desde que inició estas concesiones el pasado mes de febrero después de recibir las competencias en política penitenciaria en octubre. La concesión del tercer grado supone, de facto, la puesta en semi libertad de los terroristas ya que tan solo tienen que acudir a la cárcel para dormir.
Por el contrario, el Gobierno de Pedro Sánchez ha concedido 28 terceros grados a presos de ETA desde que accedió al poder en 2018, lo que supone una media de 0,58 terceros grados al mes mientras que la media del Gobierno vasco es de 3,6 al mes. Es decir, desde que el Gobierno vasco ha asumido las competencias en política penitenciaria, la concesión de terceros grados a los presos etarras se ha multiplicado por seis.
Pero esta diferencia tampoco tiene que llevar a engaños. Sin ir más lejos, el pasado jueves se conoció el mayor traslado de etarras a cárceles del País Vasco, nueve (más otros dos que fueron trasladados a Pamplona). Esa es la estrategia: llevar a los presos a cárceles del País Vasco para que entren en las competencias penitenciarias de la Comunidad Autónoma.

Competencias a cambio de Presupuestos

El traspaso de las competencias en política penitenciaria fue una de las exigencias del PNV a Pedro Sánchez a cambio de aprobar los Presupuestos Generales del año 2019. El objetivo era claro, tal y como adelantó El Debate el pasado mes de enero, acelerar la salida de la cárcel de los presos de ETA. Los hechos no han hecho sino corroborar lo explicado en este periódico: el Gobierno de Pedro Sánchez acerca a los presos a las cárceles vascas para que queden bajo el amparo del Gobierno vasco y éste se encarga de sacarlos de prisión.
Quizá el ejemplo más claro de las pretensiones nacionalistas, con el visto bueno del Gobierno de Sánchez, sea el caso del miembro de ETA, Xabier Atristain. El pasado 2 de junio, la Audiencia Nacional ordenó la detención e ingreso en prisión de este terrorista condenado a 17 años de prisión por tenencia de explosivos, para que terminara de cumplir los 6 años que le quedaban de condena. Poco más de un mes después, el etarra ya disfrutaba de la semilibertad.
Fruto de esta concesión desmesurada de terceros grados es que, al menos, dos de ellos han sido revocados por la Audiencia Nacional al constatar que no existía una petición de perdón expreso. Al menos otros tres casos más se encuentran pendientes de la decisión del tribunal.

Guerra por pactar con el PSE

La precipitación a la hora de conceder los terceros grados no deja de ser también fruto de la lucha fratricida que mantiene el PNV con Bildu por ver ayuda más a los presos de ETA con el fin de quitarse votos el uno al otro y partir con más fuerza a la hora de negociar un posible Gobierno vasco con el Partido Socialista de Euskadi (PSE). Así, mientras el PNV se encarga de sacar a los presos de las cárceles, Bildu, más concretamente su partido principal, Sortu, se dedica a apoyarles en sus enfrentamientos con la Justicia como se ha podido comprobar esta misma semana.
Toda una lucha política en el que los más perjudicados, los únicos perjudicados, son las víctimas que ven cómo sus familiares asesinados son humillados una y otra vez, por unos partidos y por otros.
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