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16 de mayo de 2024

Yolanda Díaz y Carles Puigdemont, sonrientes en el Parlamento Europeo

Yolanda Díaz y Carles Puigdemont, sonrientes en el Parlamento EuropeoEFE

Un paso sin retorno

Yolanda Díaz sienta al Gobierno de España a la mesa del prófugo Puigdemont

El auténtico objetivo de este viaje de la socia de Sánchez es la foto en sí, que normaliza a un huido de la Justicia como interlocutor en la negociación por la gobernabilidad del país

Si hay alguien tan interesado como Pedro Sánchez o más en reeditar el Gobierno de coalición ésa es su socia, Yolanda Díaz. La actual vicepresidenta segunda en funciones y ministra de Trabajo pasó de hacerse de rogar cuando Pablo Iglesias la designó su sucesora a matar al padre, Podemos. Y, de ahí, a un ansia desmedida por volverse a sentar a la izquierda de Sánchez en el Consejo de Ministros.
Díaz tuvo claro desde un principio que, con Carles Puigdemont, la montaña debía ir a Mahoma, y no al revés. El mismo lunes después de las elecciones, cuando tanto ella como Sánchez fueron conscientes de que estaban en manos del prófugo catalán, la candidata de Sumar movió la primera ficha: encomendó al exdiputado de Unidas Podemos -por la parte de los Comunes- Jaume Asens el acercamiento a Waterloo.
Semanas después reclutó a una veintena de expertos juristas para que encuentren una salida al laberinto de la amnistía, la próxima línea roja que Sánchez está dispuesto a cruzar con tal de seguir en la Moncloa.
Asens es precisamente uno de los miembros de la expedición que acompaña a Díaz en su viaje a Bruselas. Él y Puigdemont siempre han estado en contacto durante los últimos años. Su buena relación, «de confianza» según Asens, se remonta a antes del referéndum ilegal de 2017: desde los tiempos en que él era teniente de alcalde en Barcelona y Puigdemont, presidente de la Generalitat.
Hace dos días, Asens declaró en una entrevista en el periódico Ara: «Sería un gesto de distensión y normalización hacia Junts que un líder estatal tuviera una interlocución directa con el presidente Puigdemont en Bélgica. Ningún líder estatal ha estado con Puigdemont, mientras que Sánchez y Junqueras se vieron en el Congreso».
Era un mensaje encriptado. Por entonces ya estaba cerrado el viaje de Díaz a Bélgica, aunque nadie lo sabía. Ni siquiera los socialistas, que este lunes se desayunaron con la noticia, adelantada por El Debate. De hecho, tal y como ha contado este periódico, en una conversación privada en el hotel en el que se aloja la vicepresidenta segunda reconoció que este gesto no iba a sentar bien en el PSOE. Especialmente, porque se produce un día antes de la rueda de prensa convocada este martes por Puigdemont en el Parlamento Europeo para anunciar sus exigencias.
No obstante, es innegable que Díaz está remando a su favor y al de Sánchez, puesto que el destino de ambos pasa por Waterloo. El precedente más parecido es cuando, en el otoño de 2018, Pablo Iglesias se reunió con Oriol Junqueras en la cárcel para negociar su apoyo a los Presupuestos de 2019. Y eso que, entonces, había un Gobierno monocolor del PSOE salido de la moción de censura de mayo de ese año, no uno de coalición.
Por aquel entonces, el líder de ERC no cedió y eso obligó a Sánchez a convocar elecciones generales en abril de 2019. Ahora, por el contrario, tanto Díaz como Sánchez están muy seguros de que conseguirán meter a Junts en el redil del bloque Frankenstein; con el endeble argumento de que Puigdemont no querrá ser el responsable de una repetición electoral de la que Alberto Núñez Feijóo podría salir presidente.
A las 9.45 de este lunes, Sumar envió una nota de prensa convocando a los medios gráficos en una sala del Parlamento europeo media hora antes de la reunión entre Díaz y Puigdemont. Para que pudieran coger «recursos de la reunión».
Eso y las palabras de Asens en el diario catalán demuestran que, más allá del contenido, el auténtico objetivo de este viaje exprés de la líder de Sumar es la foto en sí. Y está cargada de simbolismo, puesto que normaliza a un huido de la Justicia como interlocutor en la negociación por la gobernabilidad de España. Aunque la foto que realmente quiere Puigdemont es otra: la de Sánchez.
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