Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, en una imagen de archivo
Cierre de filas total
La dirigencia del PSOE se cuadra ante Begoña Gómez por miedo a otro arrebato de Sánchez
En el recuerdo de todos en el PSOE están los cinco días que se tomó el presidente cuando creyó que no estaban defendiendo lo suficiente a su mujer. Esta vez han aprendido la lección
Lejos, muy lejos queda aquel compromiso que Pedro Sánchez adquirió en julio de 2014, cuando era un aspirante a la Secretaría General del PSOE y se mostraba partidario de limitar el mandato presidencial a dos legislaturas.
El mismo Pedro Sánchez, pero muy cambiado después de más de siete años como presidente del Gobierno, anticipó el jueves en una entrevista en Bloomberg su intención de presentarse nuevamente en 2027. «Ya lo he hablado con mi familia y el partido. Estoy seguro de que podemos repetir la mayoría». Serían sus quintas elecciones generales, y las cuartas estando en la Moncloa.
La sorpresa fue ninguna. Ya había oficializado esa voluntad en una rueda de prensa desde la cumbre de la OTAN de la Haya en junio, en pleno estallido del caso Cerdán: «Sí, estoy decidido a presentarme a las próximas elecciones generales. En 2027», aseguró entonces, cuando arreciaba la presión para que asumiera responsabilidades por el nombramiento de dos secretarios de Organización del PSOE envueltos en casos de corrupción (primero José Luis Ábalos, después Santos Cerdán).
Poder absoluto
Antes de la entrevista de Bloomberg no había debate sucesorio en el PSOE, al menos no de nombres. Pero el líder socialista ha querido reafirmar una vez más, públicamente, su poder absoluto en un partido del que ha purgado todo resto de oposición. La oposición está ahora fuera de los órganos del partido, en las sobremesas de comidas como la que el miércoles juntó en un restaurante cercano al Congreso a exdirigentes como Jordi Sevilla, Soraya Rodríguez, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Nicolás Redondo Terreros e Ignacio Urquizu, entre otros.
Emiliano García-Page y Nicolás Redondo Terreros, en una imagen de archivo
No hay debate interno sobre quién ocupará en el futuro el trono de Sánchez desde que, el 29 de abril de 2024, el secretario general del PSOE cerró la puerta que él mismo había abierto cinco días antes en su famosa carta a la ciudadanía. Y, por si quedaba alguna duda, adelantó el 41º Congreso Federal a noviembre para acorazar su liderazgo. «Tengo que deciros que tengo más ganas, más ilusión y más fuerza que nunca». «Nos toca a todos, y a mí el primero, dar un paso al frente, no un paso a un lado ni un paso atrás», sostuvo en aquel discurso.
En su misiva, que como contó El Debate ha envejecido muy mal en 17 meses, se daba un tiempo de reflexión personal -según él- tras la apertura de diligencias previas contra su mujer. Cinco días en los que el suelo se abrió a los pies de los socialistas. Uno de los motivos que llevó al presidente a castigar a los suyos fue el enfado que tenía porque consideraba que no habían apoyado a Begoña Gómez lo suficiente, ante entonces un incipiente caso que después acabaría derivando en cinco presuntos delitos.
Esta vez, la dirigencia socialista se ha cuadrado ante Begoña Gómez por miedo a otro arrebato de su jefe. Esta vez todos se han cuidado mucho de hacer un cierre de filas lo más ostensible posible, que incluye ataques personales al juez Juan Carlos Peinado. María Jesús Montero, Pilar Alegría, Óscar López, Óscar Puente, Félix Bolaños, Fernando Grande-Marlaska, Isabel Rodríguez, Ángel Víctor Torres… desde el miércoles, todos han salido en defensa de la mujer del presidente y en contra del magistrado instructor, como forma de mostrar a Pedro Sánchez su adhesión inquebrantable. Aunque, como publicó este periódico, en este casi año y medio el presidente del Gobierno no haya dado ni una sola explicación acerca de si conocía las cartas de recomendación que su esposa envió en favor del empresario Carlos Barrabés, las reuniones para sus negocios privados que mantuvo en la Moncloa, sus lisonjas a empresas privadas para que le financiaran la cátedra extraordinaria y el uso particular que hacía de una asesora pagada con fondos públicos.
El horizonte es muy lejano y difuso. No obstante, los caminos del postsanchismo se bifurcan en dos: giro o continuismo. El primero es el que representan los llamados críticos y Emiliano García-Page, que nunca ha disimulado su interés en ser el recambio que devuelva al partido a los raíles de la socialdemocracia. Aunque están en evidente minoría. El segundo es el que encarna Salvador Illa, más conciliador que Sánchez en la forma pero similar en el fondo. El presidente de la Generalitat tiene muchos partidarios dentro del PSOE, que lo colocaron en la parrilla de salida meses atrás. Aunque de momento nadie respira.