Teodoro León Gross
Teodoro León Gross, periodista y escritor
«Me preocupa que el periodismo se esté convirtiendo en una de las carreras con mayor índice de arrepentimiento»
El malagueño ha participado en el ciclo ‘Reflexiones para un mundo en cambio’ organizado por La Voz de Córdoba y Zoccomedia
Cuando en 2005 Teodoro León Gross (Málaga, 1966) publicó con Almuzara El periodismo débil ya anticipaba algunos de los males que aquejan a una profesión que, en ese momento. le costaba enteder y adaptarse al entorno digital que ya comenzaba a inundarlo todo. Tres años más tarde, cuando el batacazo de 2008, el periodismo vive un punto de inflexión que afectó a su estructura empresarial - aunque la crisis fue para todos - y en particular a la necesaria independencia. El autor y ensayista sostiene que aún no se ha recuperado ni de la adapatación a Internet ni de aquella crisis del ladrillo que dañó tantos cimientos.
Casi veinte años más tarde, León Gross certificó una defunción con La muerte del periodismo (Deusto, 2024), al menos el fallecimiento de un modelo determinado de la profesión, con el consiguiente daño que para la democracia y su salud tiene el que un titular no haga tambalear una presidencia. Ni a la cónyuge o al hermano, por ejemplo.
Aprovechamos su visita a Córdoba para hablar de esta crisis, de la actualidad y, si lo hubiera, del futuro, un horizonte difuso y cambiante como la vida misma.
Teodoro Leon Gross
- El periodismo ha muerto. Viva el periodismo.
- Sí. Yo creo que realmente, como decía el verso del poeta Manuel Alcántara, «el mar no puede morir». Bueno, pues es posible que el periodismo no pueda morir, que sea una energía que se transforma. Y, por tanto, sí: viva el periodismo, porque «a rey muerto, rey puesto». Pero ese nuevo periodismo todavía no está. Estamos en una fase en la que hay un periodismo muerto y otro naciendo, pero el que está naciendo aún no sabemos exactamente cómo va a ser. No va a ser como el que ha muerto, ese periodismo que entre finales del siglo XIX y principios del XXI se materializó sobre todo en los grandes periódicos de papel, con unos valores que lo convirtieron en un actor determinante en el sistema democrático y en la cultura democrática. Eso ya no existe.
- Pero al final el periodismo es básicamente un oficio que se dedica a contar cosas que interesen a la gente, que sean veraces y, sobre todo, a desvelar lo que los poderosos no quieren que se sepa, ¿no?
- Sí, aunque no solo los poderosos. Está esa frase atribuida a Orwell que dice que «el periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; lo demás son relaciones públicas». No es exactamente así. Hay cosas que nadie quiere evitar que se cuenten y, sin embargo, son periodismo. Empezando por el deporte, por citar un ejemplo obvio: información especializada, que tiene mucho éxito y es muy valiosa. Ahora bien, es evidente que la resistencia de alguien a que algo se publique probablemente define el mejor periodismo, el que da más sentido a la profesión. Pero, en el fondo, lo que caracteriza al periodismo es contar cosas que deben ser contadas: asuntos de interés público, no solo de interés del público.
No plegarse, como decía Furio Colombo, a los humores de los lectores —eso que hoy se ha convertido en clickbait y en prácticas destinadas a ganar métricas—, sino divulgar aquello que hace mejor a una sociedad, que alimenta el debate y la conversación pública, que impide que desde el poder se aprovechen del desconocimiento.
Teodoro Leon Gross, con un ejemplar de su último libro
Yo, que ya ejercía en los 90, lo recuerdo bien: los periodistas éramos, hasta cierto punto, temidos. El titular de la mañana sembraba inquietud. Un político no dejaba de temblar hasta confirmar que aquel día había salido indemne. Ese periodismo era capaz de servir a la ciudadanía porque tenía voz en el poder político, en el económico, en las instituciones. Eso era determinante en la calidad democrática.
- Periodismo y poder, ¿agua y aceite? ¿Realmente se creyó en aquello del cuarto poder?
- Probablemente nos lo creímos, y ha sido uno de los muchos errores del periodismo. El «cuarto poder» arrastra una leyenda falsa: la de Burke en el Parlamento británico, enumerando los tres poderes del Estado y diciendo «y hay un cuarto poder, ustedes», mirando a la tribuna de prensa. Eso es leyenda: ni existía entonces tribuna de prensa. Yo lo tengo recogido en Balzac muy tempranamente, incluso quizá haya referencias anteriores.
En el siglo XIX, muchas veces se hablaba del cuarto poder con ironía. El periodismo nunca tuvo gran prestigio. Ese prestigio empieza a consolidarse a finales del XIX, cuando periódicos como The Times en Londres o The New York Times en Estados Unidos toman conciencia de que su papel es determinante para la sociedad democrática y pueden ejercerlo sin concesiones, gracias a la independencia económica que les da la publicidad.
Ese es el problema cuando ese modelo entra en crisis a finales del siglo XX y principios del XXI: al perder independencia económica, los periódicos pierden independencia editorial. Y así, a la par que se debilita el periodismo, se debilita también la democracia.
Teodoro León Gross, visto por Samira Ouf
- Hablando de independencia económica, en ese sentido, ¿el periodismo local es casi una heroicidad?
- Yo soy muy partidario del periodismo local, en el que crecí escribiendo columnas y crónicas. Aunque se piense que la jerarquía está en el periodismo internacional o en las grandes cabeceras, yo creo que el último periodista en el último rincón, si cuenta algo que debe ser contado, da sentido al periodismo.
El periodismo local vertebra la sociedad, aunque siempre ha tenido un problema: la excesiva proximidad con los actores políticos limita la independencia.
- Políticos y económicos.
- Claro, los intereses económicos y políticos pesan mucho. En los 90 y en la primera década del XXI yo escribía en el Diario Sur de Málaga —aunque también en otras cabeceras— y sé de presiones sobre el director por mis columnas: alcaldes o personajes que pedían mi cabeza. El director me defendía porque teníamos suficiente independencia económica. Pero a partir de la crisis de 2008, esa independencia entró en declive. Lo que dijera un alcalde empezaba a pesar, porque dependías de la publicidad institucional. Y no digamos ya lo que dijera un gobierno autonómico o estatal.
Teodoro León durante la entrevista
- Usted es profesor, aunque en excedencia. ¿Qué buscan hoy los chicos que se acercan a la carrera de periodismo?
- Me preocupa que en los últimos tiempos el periodismo se esté convirtiendo en una de las carreras con mayor índice de arrepentimiento. Tiene que ver con las malas salidas laborales, con sueldos bajos y, en un contexto donde el precio de la vivienda y de un proyecto vital es tan exigente, la situación pesa mucho.
Al periodismo se sigue llegando bajo un aura mitificada que no corresponde con la realidad. Antes, cuando yo estudiaba, el gran reto era ser corresponsal de guerra. Después, ser periodista deportivo de éxito. Más tarde, presentador de televisión. Y ahora, seguramente, influencer.
Teodoro León Gross
En cualquier caso, el periodismo siempre se transforma porque la sociedad cambia muy rápido y eso lo desafía. Anthony Smith lo expresó muy bien: «El periodismo tendrá que continuar eternamente su tarea de limpieza de la vida pública, pero constantemente observará que cambia lo que tiene que limpiar».
Es decir, la función del periodismo siempre es la misma, pero los temas cambian: hace 40 años empezaban a hablarse cuestiones medioambientales que hoy son centrales; la violencia de género entró en la agenda gracias a la televisión y hoy es un asunto transversal. El periodismo siempre observa cómo cambia aquello sobre lo que debe aplicar su escoba de limpieza de la vida pública.