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25 de abril de 2024

Dejar que resuelvan los conflictos entre ellos fomentará su autonomía

Dejar que resuelvan los conflictos entre ellos fomentará su autonomíaPexels

¿Cómo se aprende a ser generoso? Trucos para enseñar a tu hijo a compartir

Antes de los 4 o 5 años, los niños atraviesan de manera natural una etapa egocéntrica en la que «mío» es su palabra favorita y el manotazo es la respuesta más común a lo que no les gusta

Los niños pequeños, por regla general, son egoístas. «Mío» suele ser una de sus palabras favoritas y es que antes los 4 o 5 años atraviesan una etapa de desarrollo bastante egocéntrica en la que el bocado y el manotazo es la respuesta más frecuente cuando algo no les gusta. La generosidad, el valor de compartir con los demás lo que uno tiene sin esperar nada a cambio, es una virtud que cuesta más a unos niños que a otros y suele ser una batalla a la que se enfrentan la mayoría de los padres.
Los adultos no comparten siempre todo lo que tienen con la gente que le rodea, y mucho menos con desconocidos. No dejan el móvil, el coche o la comida del plato. Sin embargo, como recuerda el psicólogo Alberto Soler, es algo que sí que se les exige a los más pequeños; que lleguen al parque y les presten a otros niños que no conocen de nada sus juguetes o sus gusanitos.

Como siempre, el ejemplo

Como en otras tantas cosas en la educación de los hijos, el ejemplo es primordial. Los más pequeños de la casa lo aprenden todo a través de la observación e imitación, desde usar los cubiertos hasta interiorizar valores tan importantes como la generosidad.
Favorecer en casa un ambiente de cooperación en el que todos colaboran hará que para los más pequeños sea lo normal prestar su tiempo y sus habilidades –no solo es importante que compartan los juguetes– para lograr objetivos comunes, ya sea poner la lavadora, el lavavajillas o recoger y poner la mesa.

No obligar a compartir

La teoría de la Educación Positiva es que no hay que obligar a los niños a ser generosos, ya que de manera natural les saldrá prestar sus cosas a otros y no hace falta imponérselo. «Cuando un niño tiene un juguete y no lo quiere compartir, llegará el momento en el que jugar solo le parezca aburrido y surja de él querer involucrar a otros niños en su juego», explica Isabel Cuesta, más conocida como Una Madre Molona.
En vez de sermonearle sobre la importancia que tiene compartir, algo mucho más efectivo con niños pequeños es hablarle brevemente de las ventajas de compartir sus juguetes, como de lo contento que se pondrá su hermano, primo o amigo; y mostrárselo mediante juegos: deportes de equipo o puzles en los que unos a otros se necesitan para conseguir un mismo fin.

Niños resolutivos

Lo normal cuando un pequeño no quiere prestar algo es que se pelee con quien sí quiere que comparta, sobre todo en lo referente a juguetes o comida. Sin embargo, contrario a lo que pueda parecer, la intervención de un adulto en la discusión a veces la empeora mucho más.
Dejarles resolver los conflictos por su cuenta es bueno para fomentar su autonomía. Que negocien entre ellos las condiciones también les enseñará a respetar las prioridades de cada uno. «Es importante enseñar a compartir, sí, pero también a respetar al otro», explica Soler.

Empatía

«¿Cómo crees que se ha sentido Pepito cuando le has dicho que no le dejabas el juguete?». Este tipo de cuestiones hacen que el niño salga de sí mismo y piense de forma empática como hace sentir a los demás con su comportamiento. Es una buena manera de que comprendan que las decisiones que uno toma tienen repercusión en las personas que le rodean.
Intentar razonar con ellos o que negocien solos no es posible hasta los 4 o los 5 años, cuando dejan atrás esa fase quizá más egocéntrica y comienzan a disfrutar de los juegos en grupo y los deportes en equipo, que les enseñarán también a cooperar con otros niños y ser generosos por un fin común.
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