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27 de abril de 2024

Las mujeres son más susceptibles a padecer Alzheimer

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Día Mundial del Alzheimer

Qué hacer y qué no en el cuidado de una persona con alzhéimer

En el día a día de una persona que padece la enfermedad de Alzheimer sus familiares, cuidadores, y demás personas de su entorno se convierten en el nexo con la realidad que mantiene viva su memoria en muchos casos. Cada día es un reto y presenta dificultades y situaciones que no siempre se sabe cómo afrontar.
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia, que representa hasta el 70% de los casos. En España, hay 1.200.000 personas afectadas por la enfermedad y más de cinco millones de personas entre quienes la padecen y sus familiares cuidadores.
La neuropsicóloga Nina Gramunt y la psicóloga y terapeuta Sandra Poudevida, de la Fundación Pasqual Maragall, dejan una serie de recomendaciones que puedan surgir en el entorno familiar cuando uno de sus miembros es diagnosticado de alzhéimer, una de las demencias más comunes para la que todavía no hay cura.
¿Hay que decirle a la persona que lo tiene que es Alzheimer? La doctora Gramunt alude a la complejidad y lo delicado que es abordar este tema, que no tiene una única respuesta ni una fórmula mágica. «Es fundamental tener presente que la persona tiene derecho a conocer su diagnóstico y a entender lo que pasa».
Por el contrario, hay que atender también a lo que la persona realmente quiera saber. Y de ser que sí quiera conocer su diagnóstico, habrá que adaptar la respuesta a la capacidad de comprensión que tenga esa persona en cada momento.
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Autonomía y Alzheimer

En los cuidados del día a día, el momento de la higiene es quizá de los que más estrés generan, tanto para el cuidador como para la persona que padece la enfermedad. La doctora Poudevida explica lo importante que es simplificar el entorno y fraccionar las actividades en pequeños pasos, no solo «para promover la autonomía de quien tiene Alzheimer, sino también para facilitar la labor de quien cuida y contribuir así a que las tareas sean más llevaderas».
La reflexión sobre las necesidades que conllevan las actividades diarias ayudará a determinar en qué cosas se puede pedir ayuda o delegar en terceras personas para velar por el bienestar, tanto de la persona cuidadora como de la persona cuidada.

Por qué no hay que llevarle la contraria

Llevar la contraria a una persona con Alzheimer puede provocar en ella reacciones de irritabilidad o frustración y una situación de tensión con quien la cuida o con otros seres queridos. El progresivo deterioro cognitivo que experimenta una persona con Alzheimer provoca que su visión y percepción de la realidad se vaya transformando, dejando de ser igual a como la concebimos el resto. La alteración de la memoria y de otras capacidades cognitivas interfiere en su interpretación de la realidad y la adecuación de la respuesta o las reacciones a lo que sucede a su alrededor.
Es mucho más práctico y beneficioso para todas las partes implicadas aceptar lo que comporta el diagnóstico de Alzheimer y la progresión de la enfermedad que resistirse a ello y llevar la contraria a la persona con Alzheimer. Pero eso no es fácil. La comprensión y la aceptación es la mejor alternativa a permanecer en la negativa y llevarle la contraria.
Todavía no ha una cura contra el alzhéimer

Todavía no ha una cura contra el alzhéimerEP

Cuando parece que se inventa cosas

Tal vez la persona con Alzheimer nos cuente que, recientemente, quizás solo un rato antes, ha venido de visita a casa un familiar determinado, cuando eso es algo imposible, porque esa persona vive lejos o quizás haya fallecido. Probablemente, la persona está confundiendo contenidos de sus recuerdos con la realidad actual y, por eso, parece que se lo invente, pero, para ella, en ese momento, es como si el hecho fuera real.
Ante esta situación, en lugar de llevar la contraria a la persona con Alzheimer tratando de hacerla razonar para que entienda que no es posible, es preferible preguntarle si echa de menos a ese familiar y dedicar unos minutos a recordar algún momento gratificante vivido con esa persona.

Gestión de la desorientación

Puede que la persona no reconozca su casa como su hogar, y que ello se deba a que los recuerdos antiguos se muestran mucho más consistentes que los más actuales, puesto que la memoria, en estos casos, se va deteriorando siguiendo esta tendencia progresiva.
De nuevo, tratar de convencerle mediante la lógica o el razonamiento y llevarle la contraria, seguramente, no será efectivo. Es más recomendable procurar tranquilizarla, mediante el afecto y la calma, diciéndole, si es preciso, que pronto estará o iremos a casa (como una forma de conducirlo a la serenidad) y tratar de distraer su atención hacia algo que le resulte placentero o agradable, tal vez ayudándonos de la música, fotografías u otros objetos personalmente significativos.
Desde el afecto y la empatía, antes que llevar la contraria a una persona con Alzheimer será mucho más facilitador para la aceptación de la situación y la fluidez de la relación, hacer el esfuerzo de comprender que la realidad de la persona con demencia es distinta a la nuestra y sus acciones y reacciones están mediadas por su percepción actual.
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