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03 de mayo de 2024

apego seguro

Los bebés nacen preparados para establecer vínculos con las personas que lo cuidanPexels

El apego seguro o cómo el vínculo emocional determina cómo será un niño en el futuro

Fue John Bowlby quien le puso nombre a la teoría del apego en 1979

El gran deseo de cada padre es que sus hijos sean felices y en ello se empeñan desde que son pequeños. Alimentarles, cuidarles, quererles, protegerles y enseñarles todo lo que hará que en el futuro sean adultos completos; estas son algunas de las prácticas más comunes de los progenitores con su descendencia.
Es algo biológico, que casi sale solo por ambas partes –los bebés nacen preparados para establecer vínculos con las personas que lo cuidan–, pero con unos efectos tan importantes en el desarrollo que la psicología moderna se ha encargado de estudiar este fenómeno, al que acabaron llamado «apego».

Vínculos innatos

El padre de la teoría es el psicólogo y psicoanalista británico John Bowlby, cuyo estudio publicó en 1979. Junto con el trabajo de la psicóloga Mary Ainsworth, sus investigaciones partieron de que de manera innata, los niños vienen al mundo programados para formas vínculos con los demás porque les ayudará a sobrevivir. El apego es instinto y se activa, según Bowlby, por cualquier condición que parezca amenazar las relaciones próximas, como la separación, la inseguridad o el miedo.
A partir de su observación, el psicólogo planteó que tanto los bebés como sus madres tienen la necesidad biológica de permanecer en contacto el uno con el otro. Además, el bebé tiene ciertas conductas innatas –reflejos sociales–, como llorar o sonreír, que estimulan a los padres a cuidarlos.
Entre los frutos de un apego seguro, establecidos por Bowlby en su teoría, florece, por ejemplo, la base de un desarrollo emocional equilibrado, que ayudará al niño a establecer relaciones normales y positivas con los demás y a afrontar todos los retos que le depara la vida, que no son pocos.

La falta de apego

Uno de los últimos estudios publicados sobre el tema, aunque formulado al contrario, ha afirmado que haber sufrido algún trauma psicológico durante la infancia triplica el riesgo de sufrir un trastorno mental grave cuando se llegue a la edad adulta. Esta investigación ha sido elaborada por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y publicado en la revista científica European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience.
Los autores especifican que los traumas más habituales en la infancia son el abuso emocional, el físico y el sexual –todos ellos relacionados con la falta de apego–, entre muchos otros. Haber sufrido alguna de estas situaciones provoca un daño cerebral, una secuela física, pero también psicológica, en forma de diversos trastornos.
Así, derivado del abuso emocional, en la edad adulta lo más común es la ansiedad, pero el equipo del Hospital del Mar también ha relacionado los traumas infantiles con otras patologías, como la psicosis, el trastorno obsesivo compulsivo o la bipolaridad.
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