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18 de mayo de 2024

Padre e hijo durmiendo la siesta

Padre e hijo durmiendo la siestaGtres

Sueño infantil

Tres razones avaladas por la ciencia para que los niños duerman la siesta cada día

Diversos estudios han corroborado los beneficios de un buen descanso durante el día, además de por la noche

Un tercio de la vida de una persona se pasa durmiendo. Las horas de descanso son especialmente importantes en los primeros años de vida, por su papel en el desarrollo y bienestar infantil. Y cuanto más pequeño es un bebé, más necesita dormir: un recién nacido duerme entre 16 y 18 horas al día. A los dos años, el promedio de sueño es de 13 horas diarias, mientras que de los 3 a los 5, disminuye a 10-12 horas.
Esta extensión del sueño infantil no se da en su totalidad entre la puesta y la salida del sol. Entre el 20 y el 40 % de los niños menores de 3 años se despiertan por la noche, un 15 % a los 3 y un 2 % a los cinco años, según la Asociación Española de Pediatría.
Antes del primer año, para completar todas las horas de descanso que necesita, el niño deberá hacer dos siestas al día, una por la mañana y otra, por la tarde. A medida que van creciendo, el tiempo de reposo se irá reduciendo y de las dos solo quedará la siesta de la tarde, que también se irá acortando con los años.
Varios estudios han constatado los beneficios de la siesta durante la infancia, que van desde retener lo que se va aprendiendo, hasta reducir la hiperactividad o favorecer el desarrollo del lenguaje y la memoria.

Retener lo aprendido

Descansar durante el día ayuda a la consolidación de la memoria declarativa, es decir, mientras duerme el cerebro del menor va fijando los aprendizajes que va adquiriendo mientras está despierto y ayuda a que se retengan por más tiempo. Este fue uno de los resultados de un estudio de la universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, que fue publicado en Proceedings of National Academy of Science.
Los investigadores pudieron comprobar que dormir siestas de al menos 30 minutos hace que los niños sean capaces de recordar mejor lo que han aprendido, incluso hasta 24 horas después de haberlas interiorizado. Según el equipo, esto se deba posiblemente a que el hipocampo de los cerebros de los bebés tenga capacidad limitada. Dormir es la manera de descargar la información en el neocórtex antes de olvidarla.

Reducir la hiperactividad y la ansiedad

Dormir la siesta reduce el cansancio acumulado durante el día, así como la tensión. De esta manera, hace disminuir también la hiperactividad y la ansiedad. En este caso, varios estudios han corroborado lo contario: que los niños no descansen durante el día se asocia a conductas más impulsivas y a mayor riesgo de depresión o terrores nocturnos.

Favorecer el lenguaje y la memoria

El aprendizaje abstracto se ve beneficiado también por una siesta y, a su vez, se ayuda a la comprensión y predicción lingüística –capacidad de reconocer palabras nuevas–, al igual que a formar estructuras más complejas en las oraciones. investigadores del sueño de la Universidad de Massachusetts encontraron que los niños que duermen la siesta tienen más facilidad para realizar tareas visuales-especiales en las que interviene la memoria.
Que un niño duerma siesta, alguna más larga de lo normal si lo necesita, no significa que no vaya a volver a pegar ojo durante la noche. Al contrario, llegar a la hora de irse a la cama habiendo descansado algo durante el día es ayuda a regular las emociones y evita que al caer el sol sus estímulos les sobrepasen y no consigan conciliar el sueño.
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