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El psicoterapeuta familiar, Jorge Gil Tadeo

El psicoterapeuta familiar, Jorge Gil TadeoEl Debate

10 de octubre, Día de la Salud Mental

Jorge Gil Tadeo, psicoterapeuta familiar: «Los conflictos intrafamiliares se han disparado en pocos años»

El presidente de la Federación Española de Asociaciones de Terapeutas Familiares explica que «la familia es origen y solución de muchos problemas de salud mental» y explica la importancia de sanar los problemas en el hogar antes de que sea tarde.

Cada vez son más las voces que hablan de la importancia de acudir a terapia psicológica para superar ciertos momentos de la vida. E incluso es cada vez más frecuente encontrar personas, tanto anónimas como famosas, que reconocen abiertamente que acuden a un profesional de la salud mental para tratar sus problemas o reencauzar su rumbo en un momento de crisis.

Sin embargo, y a pesar de esta conciencia cada vez más generalizada, los problemas de salud mental en adolescentes siguen disparados, las cifras de rupturas matrimoniales no paran de crecer, y los expertos alertan de los vínculos entre los problemas de adicción cada vez más frecuentes (por ejemplo, a las redes sociales, al móvil o a la pornografía) y las crisis en la familia.

En este escenario, surge con más importancia la figura de los psicoterapeutas familiares: una rama de la clínica que no se dedica sólo a fortalecer y restaurar los vínculos dentro del hogar, para mejorar la vida de cada uno de sus miembros.

Porque, como explica para El Debate el doctor Jorge J. Gil Tadeo, psicólogo clínico, psicoterapeuta familiar, supervisor docente y presidente de la Federación Española de Asociaciones de Terapeutas Familiares (FEATF), «no hay ningún problema familiar o matrimonial que no pueda ser reencauzado y sanado».

Empecemos por el principio: ¿Qué es exactamente la terapia familiar y en qué se diferencia de la terapia psicológica individual?

La terapia familiar sistémica pone el foco en las relaciones, de manera que ayuda a mejorar aquellas relaciones insanas y que generan sufrimiento e incluso de trastornos mentales. Y esto lo hace con la ayuda de la familia, porque esta es la mayor experta sobre su propia familia. Los terapeutas familiares no nos centramos en el paciente identificado, es decir, ese que muestra el síntoma (ansiedad, depresión, adicción, alucinaciones, conductas violentas, hiperactividad...) sino que trabajamos con todos los miembros de la familia, para que cambie aquellas relaciones, conductas, etcétera, que desencadenan esa sintomatología.

Además, los terapeutas sistémicos relacionales no sólo ponemos el foco sobre el entorno familiar, sino que también integramos los otros sistemas que participan en la vida de la persona que sufre, como por ejemplo el sistema educativo, las amistades, el mundo laboral, etc.

–Cada vez se habla más de salud mental, pero vemos más rupturas matrimoniales y más problemas en la educación de los hijos. ¿Falta conciencia de la importancia de cuidar la familia para nuestra salud mental, incluso cuando no hay problemas severísimos?

–Es verdad que cada vez más hablamos de salud mental, como una parte a la que hay que atender dentro de un concepto integral de salud. Pero seguimos entendiendo la salud desde una mirada individual e individualista. Por ejemplo, ante los problemas de adicciones, los problemas de salud mental de adolescentes, los trastornos de ansiedad, depresiones, psicosis, etcétera, en la mayoría de las ocasiones se interviene desde un abordaje individual.

–Aún falta una conciencia clara de que muchos de estos problemas de salud mental tienen causas relacionales, y las familias, cuando vienen a consulta, en caso de venir familiares, «traen» al enfermo, para que se les cure desde esa mirada individual. Sin entender que muchas de las causas que han llevado a esa sintomatología patológica están relacionadas con las relaciones familiares, los contextos laborales y educativos, y las situaciones socioeconómicas.

–¿Qué es lo que más se encuentran en consulta?

–Los trastornos de ansiedad se han disparado en los últimos años, así como los conflictos intrafamiliares. La demanda explícita de una terapia familiar suele ser más común en los procesos de divorcio, y en ocasiones, por problemas infantojuveniles. Pero los profesionales de la salud mental que son psicoterapeutas familiares lo que hacen es reconducir la demanda, es decir, ayudar a que la familia pase de «él o ella tiene un problema» a plantear «tenemos un problema».

Los psicoterapeutas familiares ayudan a que la familia pase de «él o ella tiene un problema» a plantear «tenemos un problema»

–¿Y qué se logra con eso?

–Al reconducir esa petición, las conductas disruptivas de los niños, las adicciones o los trastornos alimentarios son entendidos como un problema que debe abordar toda la familia al completo. Porque la familia es origen y solución del problema.

–Junto a estos problemas, digamos, más severos, ¿qué situaciones de la vida de las familias deberían llevarnos a buscar ayuda, antes de que sea tarde?

–En consulta solemos encontrarnos con estilos de crianza bien intencionada, pero que dañan la educación de los menores y desembocan en problemas en la infancia y en la adolescencia, con adicciones a sustancias, a las redes o a los juegos. Son problemas que podrían haber sido atajados con anterioridad con terapeutas familiares, profesionales de la salud mental, y no hubiesen llegado a los niveles de gravedad con que nos llegan.

–¿Y cómo son esos tipos de crianza «bien intencionados» que causan tanto daño?

–Aquellos estilos educativos muy permisivos, o bien los estilos que son muy punitivos.

–¿Y en lo que respecta a la pareja?

–También nos encontramos con conflictos de pareja cronificados, que no sólo repercuten en los adultos sino también en los hijos. Este tipo de problemas de pareja terminan creando entornos familiares no saludables, insanos y generadores de trastornos mentales.

–¿Cree que hay algún problema en la familia, o en el matrimonio, que no pueda ser encauzado y sanado?

–Ninguno. Todo problema familiar o matrimonial puede ser abordado en terapia familiar. Otra cosa es que la solución a la que se llega no sea la deseada o la que imaginábamos en el principio del proceso terapéutico.

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