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05 de mayo de 2024

Reloj

Reloj El Pastor

La fascinante historia del hombre que cambió la hora de los 230 relojes del Palacio Real

José Antonio Gismera aprobó la oposición hace 30 años y su trabajo le ha vuelto más maniático

La pasada madrugada del domingo España dio la bienvenida al controvertido horario de invierno que tantos debates ha suscitado en los últimos años. Las 03:00 pasaron a ser las 02:00, lo que llevó a todos los españoles a atrasar una hora sus relojes. Esta es, sin duda, una tarea fácil y rápida para todos, menos para José Antonio Gismera, el relojero del Palacio Real y, por tanto, el encargado de haber cambiado este fin de semana al horario de invierno los 230 relojes de la residencia oficial de los Reyes.
Aprovechando la importante labor que realiza este día del año, el maestro ha concedido una entrevista a la cadena SER, que ha aprovechado para confesar cómo consiguió convertirse en el único responsable de la colección relojera monárquica de Patrimonio Nacional: «Aprobé la oposición hace 32 o 33 años y entré como ayudante con unos 20 o 22 años, hace ya mucho», ha explicado.
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Su trabajo consiste en pasearse por las diferentes salas del Palacio Real para comprobar que todos los relojes funcionan correctamente y que marcan la hora exacta, de ahí que tenga permiso para acceder a cualquier estancia sin necesidad de recibir el alto. Cuenta, además, con un taller propio dentro del Palacio para revisar y reparar aquellas piezas que no están en buen estado.
Pero también es el encargado del cambio de hora. Para él el de invierno es mucho más complejo, ya que, no es solo atrasar una hora, sino que, en este caso, se enfrenta a una serie de complicaciones derivadas de otros factores diferentes a las de las propias agujas de la esfera: «No se puede dar la vuelta, porque si tiene calendario tienes que darle las 24 horas para que no cambie a las 12 del mediodía», ha apostillado. Precisamente por estos pequeños detalles es por lo que tiene que tomarse el proceso con mucha «calma y paciencia» y organizarse «en tres días, empezar en jueves y acabar en lunes».
El experto también ha admitido que su trabajo le ha generado una clara obsesión. Tanto, que todos los relojes que hay a su alrededor tienen que marcar la misma hora e ir al compás, y más aún los del Palacio Real. Y es que, aunque a una persona le pueda costar identificar si dos relojes van o no al mismo tiempo, para Gismera se ha vuelto algo tremendamente intuitivo: «Con la edad más maniático te vuelves, pero aquí están todos perfectos. Se oye si un reloj va redondo o va cojo, aunque estés lejos. Dices: ‘joder, este va un poco chungo’», ha añadido.
No obstante, él es consciente de que no es bueno estar todo el rato pendiente del tiempo y por ello intenta desconectar cuando termina de trabajar por su bien mental. Sin embargo, hay veces en los que esto le resulta imposible: «Cuando salgo de aquí cuelgo el reloj, pero en restaurantes hay muchos y están parados, incluso en una peli estás viendo y no suena bien el tic tac o no funcionan, se te va la vista a eso», ha reconocido sobre su curiosa fijación.
El de José Antonio no es un trabajo sencillo, ni mucho menos, pues no trata con los relojes habituales que se pueden encontrar en una casa cualquiera, sino con verdaderas obras de arte que conforman, según Amelia Aranda, compañera de José Antonio Gismera, «una colección variada con una amplia cronología, desde el siglo XVI hasta el XX»: «Tenemos relojes ingleses, franceses, también alemanes, españoles o suizos. Uno me tiene agotada porque no sé por dónde llegar, la tradición dice que es un regalo del Gran Turco a Carlos III, pero no sabemos cómo llegó, no consta en la documentación», ha afirmado.
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